7. - Euskerazaintza

252 MANUEL DE LEKUONA.—OBRAS COMPLETAS
él nada había hecho sin mandato del Rey a quien debía obediencia. Pe-
ro que no es esto solo; sino que, habiendo sido interrogado el propio
Rey por el Primado, respondió de la misma manera, que en efecto él
había sido quien mandó y mandaba al referido D. Diego que en manera
alguna permitiese hacer la Traslación de la Sede a Santo Domingo. Véase
el texto de la Sentencia en este punto concreto :
"Super facto, vero, Sci. Dominici de Calciata (Dnus. Didacus) asserens ipsum
liuius facti non esse culpabilem, cum de mandato Regis isui fecisset quicquid
idem fecerat, quia tanquam Domino resistere non audebat. Super quo Dominus
Rex per nos personaliter requisitus in presentia (cfircomido) et meiiiorati
Calagurritani Episcopi, Dni. Luppi Didaci antedicti, Magistri Petri Archidiachoni
Verbericensis, Magistri Roderici Archidiachoni de Palentiola, Magistri
Aznarii (carcomido) et aliorum plurimorum Clericorum et Laicorum, idem
Rex viva voce respondit se mandasse et mandare antedicto Didaco, quod nu-
Hatenus permitteret transferri Sedem.
* * *
Tal fue la confesión Real, que, por cierto, pide un comentario.
El interrogatorio en este caso se ciñó, por lo que se ve, a los suce-
sos de Santo Domingo, Super facto, vero, Sci. Domimci de Calciata. Y
la acusación de D. Diego fue general, universal, quicquid idem fecerat.
El Rey, sin embargo, ciñó aun más su respuesta, a la traslación de la
Sede, se mandase et mandare antedicto Didaco, quod nallatenus permi-
tteret transferri Sedem. A lo demás de los sucesos calceatenses {super
facto de Calciata) no sabemos qué respondió. El pergamino está destruí-
do precisamente en las líneas que siguen de la confesión Real precedente.
iRechazó la acusación de D. Diego? ^la explicó? ^reconoció su propia
eulpabilidad? La Sentencia que luego sigue, viene a ser absolutoria pa-
ra D. Diego. Y quizás lo fue por el reconocimiento del Rey, de su culpa-
bilidad en aquellos sucesos; quizás es que, aun reconociendo que en to-
do ello D. Diego había obrado por su propia cuenta, o que, por lo me-
nos se había excedido en sus atribuciones, se apreció, sin embargo, algu-
na atenuante en su conducta, fuese de celo exagerado en el servicio de su
Rey, fuese de error involuntario en la interpretación demasiado literal
de aquel apremiante nullatenus permitteret del mandato Real; fuese, en