Lejos del nido

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09.05.2013 Views

* Lejos del nido Y a todas estas, ¿qué fué de la Compañía Albertini? Que el maestro, como ya vimos, entregó la presa sin resistencia, porque él bien sabía la poca razón que le asistía, para reclamar de la providencia alcaldezca. Que algo se dijo del sumario que se instruía contra él y los indios, y al trascenderlo, en toda la noche se ocupó de su marcha, y antes de amanecer, ya iba con la Compañía, a pasitrote, camino del Magdalena. Que la simpática maromerita, Olivia, comprendió lo sucedido y lloró mucho por su amiga Carolina: le recogió, a hurtadillas, algunas prendas de vestido y otros dijes, y con la sirvienta que le acompañaba, en tan horrible noche, envió a Andrea un lío de todo aquello y na a manera de carta, que a escondidas también, escribió, lío y carta que, que al día siguiente, entregó religiosamente la criada. Damos en seguida a conocer este billete, para que se vea que no siempre debemos juzgar de frívolas a algunas personas, por el bajo puesto que ocupan, y el modo, al parecer, casquivano como se presentan a los hallamos en la sociedad. Decía así la carta: Carolina: no e podido dormir i ya es muí tarde i esta noche supe que se la llevan otra ves a su tierra i papá está callado y triste yo e llorado mucho solita en este cuarto donde dormiamos junticas i eso se acabó i con la sirbienta que nos acompañaba nada más i que ella te entrega este papelito i tu ropita i tus cositas i el pañuelo que ud. le gustaba tanto que me regaló la señora allá donde estube enferma i este pañuelo cuando lo recibas todabía estará mojado con todo lo que e llorado por ud. guárdalo para toda tu vida como un recuerdo de la que te quiso tanto nos bamos antes de amaneser i ya no nos volveremos a ver nunca, jamás! i yo sola solita me pongo a pensar a donde iré a acabar mi bida... i mirá niña cuando te encuentres una amiga que la quiera como yo cuéntale muchas cosas de mi y aunque sea pensando mándame un abraso todos los días yo te mando un abraso todos los días en este papel toda la tristesa que tengo en el corasón adiós Carolina no olbides a tu amiga y ermana. Olivia. * 94

* Juan José Botero ¡Pobre la maromerita!, ¡pobre Olivia! flor cogida en lejano huerto, que el viento del destino iba llevando de vuelco en vuelco... ¿adónde? XXI No se anduvo con chiquitas el Alcalde de Rionegro, después de la conferencia con Luisa, porque en seguida de esto hizo capturar a Mateo y Romana, iniciando el sumario del caso, tomando por base el denuncio incógnito de Luisa y la declaración del zampatortas de Basilio. Los indios comparecieron en la Alcaldía con el aire socarrón que siempre mostraron, aunque un tanto desconcertados y flojos de ánimo, como todo el que lleva cargada de lodo la conciencia y aguarda a cada paso que le tornen cuenta de sus acciones. De buena fé se creían descubiertos en el asunto del robo de “san Pablo”, habiéndoles vuelto el alma cuerpo, al ver que de esto no se trataba, en el interrogatorio que se les hacía y sólo se hablaba en él de la ida de Andrea con los maromeros, cosa que para ellos era muy natural, (y así lo declararon), el dar a una persona de respeto un niño como sirviente, y a cuenta del salario recibir algún dinero adelantado, como no habían hecho con Andrea, admirados o haciéndose los tales, al ver que por tan poca cosa se les sumariara. Mateo y Romana fueron puestos a disposición del Alcaide de la cárcel, y encerrados en ella en seguida, comenzando desde aquella hora a purgar en algo sus maldades. Y en estas y las otras, los cincuenta pesos que Albertini diera al viejo se iban como humo, en papel sellado, solicitudes, memoriales... y un tinterillo por este lado sangrándole el mugriento guarniel al “hombre” y otro por el opuesto, gastos en la cárcel, y escamoteo de reales por los pillos compañeros de prisión, y... hasta que “los salarios adelantados de la niña”, volaverunt, viniendo a quedar aquellos bribones con el pecado y sin el género… A estas, Andrea, de vuelta en Rionegro, fué llevada a la Alcaldía para oírle la relación de lo ocurrido, resultando por la cuenta y razón que ella daba, que poco más se adelantó, declarando lo mismo que dijeron los indios. ¡Oh inocencia!, cuántas desgracias tienes a tu cargo! * 95

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Juan José Botero<br />

¡Pobre la maromerita!, ¡pobre Olivia!<br />

flor cogida en lejano huerto, que el viento <strong>del</strong> destino iba llevando de vuelco<br />

en vuelco... ¿adónde?<br />

XXI<br />

No se anduvo con chiquitas el Alcalde de Rionegro, después de la conferencia<br />

con Luisa, porque en seguida de esto hizo capturar a Mateo y Romana,<br />

iniciando el sumario <strong>del</strong> caso, tomando por base el denuncio incógnito de Luisa<br />

y la declaración <strong>del</strong> zampatortas de Basilio.<br />

Los indios comparecieron en la Alcaldía con el aire socarrón que siempre<br />

mostraron, aunque un tanto desconcertados y flojos de ánimo, como todo el<br />

que lleva cargada de lodo la conciencia y aguarda a cada paso que le tornen<br />

cuenta de sus acciones.<br />

De buena fé se creían descubiertos en el asunto <strong>del</strong> robo de “san Pablo”,<br />

habiéndoles vuelto el alma cuerpo, al ver que de esto no se trataba, en el interrogatorio<br />

que se les hacía y sólo se hablaba en él de la ida de Andrea con los<br />

maromeros, cosa que para ellos era muy natural, (y así lo declararon), el dar a una<br />

persona de respeto un niño como sirviente, y a cuenta <strong>del</strong> salario recibir algún<br />

dinero a<strong>del</strong>antado, como no habían hecho con Andrea, admirados o haciéndose<br />

los tales, al ver que por tan poca cosa se les sumariara.<br />

Mateo y Romana fueron puestos a disposición <strong>del</strong> Alcaide de la cárcel, y<br />

encerrados en ella en seguida, comenzando desde aquella hora a purgar en algo<br />

sus maldades. Y en estas y las otras, los cincuenta pesos que Albertini diera al<br />

viejo se iban como humo, en papel sellado, solicitudes, memoriales... y un tinterillo<br />

por este lado sangrándole el mugriento guarniel al “hombre” y otro por el<br />

opuesto, gastos en la cárcel, y escamoteo de reales por los pillos compañeros de<br />

prisión, y... hasta que “los salarios a<strong>del</strong>antados de la niña”, volaverunt, viniendo<br />

a quedar aquellos bribones con el pecado y sin el género…<br />

A estas, Andrea, de vuelta en Rionegro, fué llevada a la Alcaldía para oírle<br />

la relación de lo ocurrido, resultando por la cuenta y razón que ella daba, que<br />

poco más se a<strong>del</strong>antó, declarando lo mismo que dijeron los indios.<br />

¡Oh inocencia!, cuántas desgracias tienes a tu cargo!<br />

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