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Juan José Botero<br />
Luisa acababa de inquirir lo que con tanto ahinco solicitaba, o quería saber,<br />
y llena de impaciencia y un tanto acongojada, volvió donde la atropellada<br />
Jacinta y le dijo:<br />
—Mire comadre, uste es muy buenita. Andrea esta a punto de perderse,<br />
ayúdeme a buscarla que Dios le recompensará.<br />
—Demás, comadre, por busté, y por platicar una güena obra, no digo... meto<br />
la mano en la can<strong>del</strong>a hasta que no quede sinó el soco.<br />
—La Virgen le pague.<br />
—eso sí, yo no sé lo que debo hacer, busté me irà.<br />
—Pues, por ahora... (Luisa recapacitando), a ver... hoy es viernes... mañana<br />
voy a Rionegro, suceda lo que suceda, y me quejo al Alcalde…usted me da a<br />
Basilio para que me acompañe, y dé la declaración si es necesario…<br />
—¡eh!, cuche!, con lo alimalejo que es, camina pelante porque ve los güeyes...<br />
—Para eso no se necesita saber mucho, sino decir la verdad.<br />
—Peso, cuente. No porque sea mijo, poro a hombría de bien y icir la verdá,<br />
naide le pone la pata.<br />
—Bueno pues, me lo manda, pero rompiendo el día... eso si... ya saben... ya<br />
sabe Basilio, esto no pasa de los tres, porque si los viejos saben que andamos en<br />
estas quién los aguanta...<br />
—Por yó, ya conoce mi comadre, la moda de mis manejos, cuando eso de<br />
cuentiar las cosas no es de cristianos y por el muchachito, le digo esto: por él<br />
ni se comienza ni se acaba. Ya ve qué tal será cuando esto <strong>del</strong> Blandón y de la<br />
Grisales, aguá vengo a esayunámelo...<br />
—Bien hecho mi hijo, que sea reservado, y parándose <strong>del</strong> banco y guardando<br />
la remendada costura, volvió a Jacinta:<br />
—Ahora, sí, comadrita, adiós!<br />
—¡eh! por qué se va tan breve mi comadre,... ente visitica!<br />
—Me voy a arreglar todo, para que nos madruguemos.<br />
—¡Cipriano!, ¡Rita!, caminen, gritó Luisa de la puerta de la cocina y volviéndose<br />
a Jacinta le dijo:<br />
—Y otra vez, adiosito.<br />
será adiós, comadre, qué se va hacer con busté tan afanosa, contestó Jacinta<br />
venteando un tizón para encender su colilla, la cual puso en la boca con el fuego<br />
por dentro, acompañando un trecho a Luisa, llevando las manos cruzadas por<br />
<strong>del</strong>ante, sobre su apilonado talle.<br />
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