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Lejos del nido

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<strong>Lejos</strong> <strong>del</strong> <strong>nido</strong><br />

Luisa entre compasiva y desconfiada, los compadeció, despidiéndose en<br />

seguida y encargándoles que si sabían de la niña se lo comunicaran y si le escribían,<br />

la saludaran en su nombre...<br />

Ahí está!. este sí que fue un golpe terrible para aquella mujer que tanto<br />

cariño había tomado por Andrea y tanto interés por verla en mejor situación.<br />

Pero ¿qué hacer? ¿a quién clamar? ¿cómo saber la verdad? ¿quién le daba<br />

razón de la niña?...<br />

Y ella, la solícita madre de familia, con sus niños enfermos: con su madre<br />

imposibilitada para trabajar; con sus eternas faenas para conseguir el sustento<br />

para aquéllos ¿dejaba sus obligaciones por correr a pesquisar una cosa que,<br />

viéndolo bien, no era de su incumbencia?<br />

Porque Andrea no le pertenecía, ella tenía sus deudas de quienes dependían,<br />

y allá ellos. Harto trabajo tenía en su casa y larga tarea con su familia, para<br />

solicitar otros quehaceres, más aún, sabiendo lo que sabía:<br />

Que Mateo y Romana recogieron una niña, su nieta y la criaron.<br />

Que por lo dicho a ellos les pertenecia y en ella mandaban.<br />

Que los mismos tenían un hijo rico, en Remedios, Cosme, el cual vino por<br />

disposición de viejo y vieja, el tal hijo se llevó a Andrea para volver después por<br />

sus padres... Y se acabó la presente historia.<br />

Ni cosa más natural...<br />

estas reflexiones las iba haciendo Luisa interiormente, camino de “el<br />

Arenal” para “Los Alticos”, y cada vez se daba mejores razones para desistir<br />

de aquello, es decir, de tomar cartas en un asunto, que, además de no ser de su<br />

competencia, podía ocasionarle serias molestias; pues bien había notado lo mal<br />

que sus compadres la recibieron, y lo peor que la despidieron, todo en vista <strong>del</strong><br />

interés con que había solicitado por la niña…..<br />

ello fue qué, volvió a su casa, si nó conforme, al menos disimulado un poco,<br />

y un tanto alejada <strong>del</strong> asunto.<br />

Ña Tomasa estaba como de costumbre en la cocina, y cerca <strong>del</strong> fogón hilaba<br />

que era un gusto aquellos nevados copos de algodón, dándole de vez en cuando<br />

un remezón a la olla de mazamorra, porque esta de caliente, echaba sus espumarajos<br />

afuera tratando como de salir huyendo <strong>del</strong> calor <strong>del</strong> fogón.<br />

Luisa entró y contó a su madre lo ocurrido en casa de los compadres, diciéndole<br />

por último:<br />

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