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Lejos del nido

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*<br />

Juan José Botero<br />

A una de las cosas que más le temían, después <strong>del</strong> suceso, era al encuentro<br />

con Luisa, no solo por el respeto que le tenían, (¡infunde tanto respeto la virtud!)<br />

sino también por el interés que ellos sabían tenía por Andrea. Y por esto<br />

aguardaban, temblando su visita.<br />

Dicho y hecho.<br />

No se hizo aguardar.<br />

Al pasar dos días sin que Andrea asomara por “Los Alticos”, Luisa entró<br />

en cuidados y haciéndose la desentendida y con el aire más natural <strong>del</strong> mundo,<br />

se dirigió a “el Arenal”.<br />

¡Aquí fue Troya!<br />

Todo fué que los indios alcanzaran a verla en el alto que queda al frente de<br />

la casa y comenzar para los descastados esposos el martirio más terrible, pues<br />

con lo encontrados que se hallaban, ningún plan tenían concertado, a última<br />

hora, para disculpar la desaparición de Andrea.<br />

Luisa saludó al llegar al patio de la casa, pero el pérfido matrimonio ni aún<br />

contestó.<br />

—Mis compadres, están sordos, o muy encopetados porque traerían mucha<br />

plata de Ríonegro el sábado?<br />

Peor que peor, tiro derecho a quienes no las tenían todas consigo.<br />

Al fin, con trabajo le contestaron el saludo, mandándole entrar de muy<br />

mala gana.<br />

Luisa comprendió el cambio que se había efectuado en aquellas gentes,<br />

pero disimuló y con rodeos y tratando de no dejar trascender el objeto de su<br />

visita, después de algunas preguntas capciosas, como por incidencia, preguntó<br />

por Andrea.<br />

el indio atragantado no sabía que decir, pero la india (al fin mujer), viendo<br />

lo atascado que estaba él, vino en su auxilio, de reticencia en reticencia le forjó<br />

un cuento a Luisa, diciéndole: que su hijo Cosme había ve<strong>nido</strong> de Remedios<br />

ese sábado que condujeron a Andrea a Rionegro y que allí mismo se empeño en<br />

llevársela y se la llevó sin llegar a la casa porque andaba de prisa. Que les había<br />

dejado unos reales para que gastaran mientras venia por ellos, para llevárselos<br />

a su lado a que descansaran, pues él ya estaba rico… Que muchas lágrimas les<br />

había costado la ida de Andreita, pero que qué iban a hacer con un hijo tan<br />

bueno como era Cosmito.<br />

*<br />

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