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Lejos del nido

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Juan José Botero<br />

La esperanza es lo último que se pierde, y para una madre, tratándose de<br />

los hijos, con mayor razón...<br />

Acaso, Matilde, en aquellas horas de terrible angustia, al pasar <strong>del</strong> tiempo, y<br />

cuando todos quizás iban olvidando a filomena; ella, en el interior de su alma,<br />

soñaba con la vuelta de su hija.<br />

Pero lo curioso, según lo contaba Matilde, era, que en tales horas, cuando<br />

aquella idea le asaltaba, le daba por creer que llegaban con su niña, como la perdió:<br />

así pequeñita y tan inocente... ¡tan inocente filomena como la arrancaron<br />

de su lado!, siendo esto lo que más le martirizaba, el pensar que su muchachita<br />

por estar tan bobita, como ella decía, no le pudiera referir la vida de trabajos y<br />

miserias que había llevado durante tan larga ausencia...<br />

¡Pobre madre!, todo lo pensaba, todo lo adivinaba, y todo lo aguardaba en<br />

aquellas horas de su dolor.<br />

Pero ¡ay! que si para ella en su pueblo y en medio de su familia y amigas,<br />

le era tan angustiosa la vida, las horas se sucedían lentas y pesadas, más crítica,<br />

mucho más, iba a ponérsele la situación, porque cansados de aguardar la vuelta<br />

de filomena, se encontraban en vísperas de viaje para Bogotá; a pasar un tiempo<br />

en la capital o a vivir en ella si se acomodaban, dándole educación a Rosa<br />

y Jaime, y probando a ver si con un largo viaje, con el bullicio de la metrópoli,<br />

ausentándose de algunos lugares que tenían para aquella familia tantos y tan<br />

tristísimos recuerdos, si no se acababa la pena de Matilde y aquellas horas de<br />

ansiedad, de desaliento y postración por lo menos se les suavizaba un poco la<br />

vida; pudiendo, así, disfrutar de la riqueza que por entonces poseía José Antonio,<br />

y de la cual hacían tan buen uso.<br />

Y como las cosas pensadas se deben ejecutar, sin entrar en muchas reflexiones,<br />

todo fue proponerlo Antonio y que su esposa condescendiera y el viaje fue al<br />

punto resuelto sin más dilaciones.<br />

La familia de José Antonio, al fin era corta, reducida en el día <strong>del</strong> viaje,<br />

circunstancia que, unidas comodidades de que gozaban, les hacía la marcha<br />

menos embarazosa.<br />

La salida <strong>del</strong> pueblo fue muy dolorosa, oyéndose tan solo el llanto de los<br />

que se iban; los comprimidos sollozos de los que se quedaban y el golpear de<br />

las herraduras de las caballerías en los empedrados de las calles que muy bien<br />

semejaban el choque fatídico <strong>del</strong> martillo, sobre los clavos que aseguran la tapa<br />

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