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Lejos del nido

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*<br />

Juan José Botero<br />

exponiéndose, como se exponía Luisa a tantos riesgos con aquellos ogros, por<br />

los cuidados con Andrea.<br />

Al fin la Villada se despidió de sus compadres, dejándolos en vía de<br />

desayunar, después de medio día, y ya sin tanta prevención contra ella que<br />

de aquella fecha en a<strong>del</strong>ante, no sólo no le privaron a Andrea que visitara la<br />

casa de su amiga “Los Alticos”, sino que allá la enviaban a pasar sus ratos,<br />

parti cularmente en los días de apuros como aquel <strong>del</strong> famoso altercado,<br />

porque bien sabían que la comadre tenía algún presente que enviarles por<br />

conducto de la niña.<br />

Así pues, la vida de Andrea si no había cambiado <strong>del</strong> todo, si era ya más llevadera<br />

con aquella libertad para visitar a su amiga, y también porque el malestar<br />

o corajina <strong>del</strong> viejo había bajado ya muchos grados, pues la vieja lo mantenía a<br />

raya con la amenaza que tan buen resultado le había dado.<br />

Más, si el mal trato para con la niña había calmado un poco, en su interior,<br />

Mateo la odiaba cada día más, deseando salir de ella a todo trance, quizá por<br />

aquello que con tanto saboreo le recalcaba la esposa, el denuncio de la autoridad.<br />

Así, ya para él la presencia de Andrea, si no era un remordimiento, sí<br />

un continuo peligro para tenérselas que haber el día menos pensado, con los<br />

tribunales de justicia.<br />

Dijimos que ya con más libertad siguió yendo Andrea a “Los Alticos” y<br />

era de ver con cuanto gusto lo hacía y en qué dulces confidencias se les iba el<br />

tiempo a protectora y protegida, como sucedió pasados algunos días, una tarde<br />

que allá se dirigió la niña.<br />

el saludo lo gritó de lejos y entrando a la casa regocijada, así se dirigió a<br />

Luisa:<br />

—A ver cómo lo ha pasado, señora?<br />

—Yo bien y ud.?<br />

—Lo mismo, mana Luisa, y qué le parece que anoche volví a soñar aquello<br />

que le he contado.<br />

—Con la Virgen?<br />

—sí, señora, más linda que no! y mire, me daba deseo de pachurrarla bien<br />

duro, bien duro… y ella me abría los brazos como para apretarme así como ud.<br />

hace con el muchachito suyo. Y me llamaba con un nombre tan lindo!... tan<br />

lindo!... no he podido acordarme... y esos angelitos tan preciosos que estaban<br />

junto a la Virgen…¡ah bueno quien viviera con ellos!<br />

Y Andrea dejó escapar dos lágrimas.<br />

*<br />

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