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<strong>Lejos</strong> <strong>del</strong> <strong>nido</strong><br />
Luisa casó muy joven con José Jurado, hijo, en compañía <strong>del</strong> cual vivió feliz<br />
cerca de dos lustros, hasta quedar viuda, con cuatro hijos: dos niñas y dos niños.<br />
en el tiempo que hacemos encuentro con ella, contaba veintiséis años, punto<br />
más, punto menos.<br />
era esta mujer de alta estatura, derecha y regocijada como una resurrección;<br />
el cabello de azabache, ondeado y sedoso, ojos negros como la mora cuando a<br />
punto de comer se desgrana sola, bellos ojos eso sí, y sobre todo de una expresión<br />
tan dulce, que a ellos, como a su linda boca, podía verse asomada la bondad<br />
a toda hora; lo mismo que se mostraba en su cuerpo ese trino envidiado por<br />
las hijas de eva: el aire, el garbo y la gentileza, que forman lo que se llama un<br />
buen garabato.<br />
Luisa era de porte aseñorado, una virtuosa matrona amiga de hacer el<br />
bien por el bien, sin exigir remuneración o recompensa; de buen expediente,<br />
oportuna para prestar sus servicios. en fin, era mujer de mucha gramática<br />
parda. faltó para ella su José y en la casa siguió el mismo arreglo, y a pesar de<br />
no verse esas superfluidades que para algunos constituyen la buena vida, sí se<br />
encontraba lo necesario para llevar ésta con gusto, por gente de tan buenas<br />
prendas como ella, que sólo pensaba en honrar la memoria de su esposo;<br />
cuidar a su achacosa madre; y criar a sus hijos abastecidos y en el santo temor<br />
de Dios. Por eso era querida y respetada en todas partes, teniendo entrada<br />
franca en casa de ricos y pobres.<br />
Y por si se pretende extrañar el lenguaje y maneras de esta mujer, diremos<br />
que ella se crió en la casa de una familia notable y allí “con niñas de los blancos”,<br />
como ella decía, levantó en íntimo trato, aprendió a leer y escribir, se educó,<br />
pues, sacando de dicha casa ese aire de señora que tanto le distinguía, entre las<br />
de su clase, y un trato y conversación muy ajenos a los de las gentes <strong>del</strong> campo<br />
y de cierta condición en Antioquia.<br />
sobre todo, es bien sabido que muchas personas por adivinación, se educan<br />
solas.<br />
Oigamos lo que dice el célebre escritor D. Juan Valera, que es autoridad:<br />
“…la madre naturaleza no ha menester de salamanca o dígase de hondos<br />
estudios y largo trato de mundo, para hacer muy sutiles y entendidos a<br />
aquellos a quienes gusta de favorecer, aun cuando sean mujeres; y mujeres<br />
de lugar…” Como quien dice en Antioquia, campesinas y como diremos<br />
nosotros, Luisa.<br />
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