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Juan José Botero<br />
Cuando ya la edad le iba mostrando, aunque informes y con pálidos colores,<br />
el presente y donde vivía, y algo así confuso <strong>del</strong> pasado, de lo que dejaba atrás;<br />
cómo se le confundía en su cerebro de niña, la limpieza de una habitación muy<br />
cómoda, las caricias de una mujer muy buena, y la risa de unos niños muy hermosos,<br />
con la sucia y miserable choza que habitaba, con aquellas caras patibularias<br />
de los indios y el trato de éstos para con ella tan duro y cruel!<br />
VI<br />
A inmediaciones de “el Arenal”, y en un punto llamado “Los Alticos”,<br />
había una casa pajiza con corredores de tejas, construída en el centro de un lote<br />
de tierra dado a José Jurado, cuando tuvo lugar el repartimiento de que hemos<br />
hecho mención.<br />
Había levantado esta casa sobre pequeña planicie, llanurita frente a ella que<br />
llamaba la atención por lo limpia de malezas y por estar sombreada por copados<br />
arbustos, teniendo cerca a la habitación un huerto bien cultivado.<br />
Tan ordenada, limpia y llena de flores acostumbraban tener la casa, que al<br />
entrar a ella se sentía el olor más <strong>del</strong>icioso; los muebles en armonía con el aseo,<br />
camas bien abrigadas, bancas tendidas con esterillas de henea, perchas de donde<br />
pendía ropa muy limpia y remendada…<br />
en fin, diremos, que la casa, en “Los Alticos”, era el reverso de la de Mateo<br />
y Romana en “el Arenal”.<br />
el dueño de esta pequeña heredad o a quien correspondió, cuando el repartimiento<br />
de marras, fue al indio José Jurado, y más tarde su hijo <strong>del</strong> mismo<br />
nombre la heredó de aquél, habiendo muerto ambos cuando tuvieron lugar los<br />
sucesos que venimos narrando.<br />
Pues bien, a la sazón habitaba en ella la viuda esposa <strong>del</strong> último y la madre<br />
de Luisa que así se llamaba la mencionada viuda, mi narradora.<br />
Y como esta mujer, Luisa, juega en nuestra historia un papel interesante, es<br />
bueno que la saquemos al escenario, presentándola tal como era, hasta donde<br />
nuestro cerrado chirumen nos lo permita.<br />
María Luisa Villada era hija de ña Tomasa <strong>del</strong> mismo apellido y si algunos<br />
decían que su propio renombre era el de echeverri y no el de su madre, esto no<br />
lo sabemos a punto fijo.<br />
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