Lejos del nido
Lejos del nido Lejos del nido
* Lejos del nido Y ahora, ¡qué comentarios aquellos al mirar que llega al lado de filomena, Luciano, el apuesto cachaco, su prometido! francamente: de admirar era el porte de esta encantadora pareja, de estos dos séres como creados exprofeso el uno para el otro. Y al tenerse detalles de la vida de filomena, conociendo la de Rosa, el establecer comparación entre las dos hermanas: filomena en la pobreza, en los oficios más duros, bajo los golpes de unos indios brutales, a la intemperie, sin un pedazo de pan que llevar a la boca, muchas veces, ni una rasgada estera para dormir, ni roída manta para abrigarse por la noche, y lo que es más terrible aún, ni pobres harapos para cubrir sus ateridas carnes. Y Rosa, en la holgura, con todas las comodidas para vivir, sin oficios vulgares, gozando las caricias de padres afectuosos, en ricas habitaciones, durmiendo en blandos colchones, al abrigo de suaves y blancas sábanas, con todas las prendas de vestir, imaginables, al alcance de la mano. filomena, en la primera edad, oyendo sólo reniegos de dos bestias humanas y luégo unos pocos días de escuela. Rosa, al lado de sus padres, escuchando de ellos las santas oraciones del cristiano y palabras de caridad y amor, educada en los primeros colegios de la Capital. Y sin embargo: No era Rosa más hermosa que filomena. Ni más educada. Ni más graciosa. Ni más inocente. Ni más pura... en una palabra no era filomena menos digna hija de Matilde y Antonio, que Rosa. ¿Qué había en esto? La ley de las compensaciones. La mano del Omnipotente Dios, visible. Dios para dar a conocer su poder y hacernos ver que a nadie abandona. Que los ruegos de una mujer piadosa y santa, llegaron al señor, y El, ya que había separado de la madre a la hija, le dió a ésta un buen instinto y una madre * 250
* Juan José Botero en Luisa, para que como su ángel guardián, le llevara de la mano, encaminando sus pasos por la senda del deber y de la virtud. Luisa, la verdadera e ignorada hermana de la caridad. Porque no es sólo profesando, entrando en una orden como se ejerce la caridad cristiana; también es aliviando la desgracia en donde quiera que se presente; es llevando los consuelos de esta santa Virtud, a escondidas, sin ostentación aparatosa, a las ocultas y miserables cabañas de los pobres y de los desvalidos, destituídos de todo socorro, como lo estuvo filomena, que no sólo necesitaba del pan del cuerpo, sino también del pan del alma. Y así llena de gracias, y así llena de hermosura, y así llena de virtudes, aguarda a la hija una madre, hermosa también, pero gastada por el sufrimiento: aquella mujer que vemos sentada en el corredor de una casa de campo, después de pasar la histórica portada y el verde y limpio llano con arbolado allá… allá en “san Pablo”, de donde un lejano día, manos criminales y despiadadas, le arrebataron a su más preciada perla. Y ya Matilde palidece, porque hay ciertos movimientos interiores en su ánimo; porque el corazón de madre le hace antever la proximidad de la hija... Y ya llegan muchos de los que fueron al encuentro de los viajeros. Y la madre palidece más, y tiembla… Y llegan otros y otros, y anuncian que se avecina el ave viajera. Y la madre se acongoja… Y... al fin llega el supremo momento, asomando a la portada una especie de hechizo arrebatador, un algo de hada, un colmo de hermosura, una... que se fué en botón y vuelve en flor... Y desde el mismo punto, de allá de donde filomena vió por última vez a su madre y la siguió viendo en confusos sueños, la ha vuelto a ver en toda realidad; pero no pudiendo resistir, viene el vértigo y con el vértigo, la oscuridad... Que así debía suceder, para que al tornar a la luz de los sentidos y a la claridad del día, se encontrara en los brazos de su madre.... Y, cuán cerca estuvo filomena de un serio accidente, porque: De dicha también se sufre, La alegría a veces mata. Que cuando agobiada por tantas emociones, no pudo resistir, flaqueó, perdió el conocimiento. Afortunadamente Luciano iba a su lado y cuando ella * 251
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<strong>Lejos</strong> <strong>del</strong> <strong>nido</strong><br />
Y ahora, ¡qué comentarios aquellos al mirar que llega al lado de filomena,<br />
Luciano, el apuesto cachaco, su prometido!<br />
francamente: de admirar era el porte de esta encantadora pareja, de estos<br />
dos séres como creados exprofeso el uno para el otro.<br />
Y al tenerse detalles de la vida de filomena, conociendo la de Rosa, el<br />
establecer comparación entre las dos hermanas:<br />
filomena en la pobreza, en los oficios más duros, bajo los golpes de unos<br />
indios brutales, a la intemperie, sin un pedazo de pan que llevar a la boca,<br />
muchas veces, ni una rasgada estera para dormir, ni roída manta para abrigarse<br />
por la noche, y lo que es más terrible aún, ni pobres harapos para cubrir sus<br />
ateridas carnes.<br />
Y Rosa, en la holgura, con todas las comodidas para vivir, sin oficios vulgares,<br />
gozando las caricias de padres afectuosos, en ricas habitaciones, durmiendo en<br />
blandos colchones, al abrigo de suaves y blancas sábanas, con todas las prendas<br />
de vestir, imaginables, al alcance de la mano.<br />
filomena, en la primera edad, oyendo sólo reniegos de dos bestias humanas<br />
y luégo unos pocos días de escuela.<br />
Rosa, al lado de sus padres, escuchando de ellos las santas oraciones <strong>del</strong><br />
cristiano y palabras de caridad y amor, educada en los primeros colegios de la<br />
Capital.<br />
Y sin embargo:<br />
No era Rosa más hermosa que filomena.<br />
Ni más educada.<br />
Ni más graciosa.<br />
Ni más inocente.<br />
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en una palabra no era filomena menos digna hija de Matilde y Antonio,<br />
que Rosa.<br />
¿Qué había en esto?<br />
La ley de las compensaciones.<br />
La mano <strong>del</strong> Omnipotente Dios, visible.<br />
Dios para dar a conocer su poder y hacernos ver que a nadie abandona.<br />
Que los ruegos de una mujer piadosa y santa, llegaron al señor, y El, ya que<br />
había separado de la madre a la hija, le dió a ésta un buen instinto y una madre<br />
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