Lejos del nido
Lejos del nido Lejos del nido
* Lejos del nido en la mano, volviera con todo y más de lo necesario, de que hacía tanto tiempo había carecido su niña, teniéndolo ellos. Luisa, que al principio se había negado a acompañarlos a la correría al fin cedió, a instancias de filomena, y para ella debía venir también lo preciso para el viaje... Y siguieron las confidencias entre la hija y el padre y las atenciones de Luisa con todos. Al fin tornó Luciano, orgulloso de su encargo, trayendo esta contestación: Antonio, filomena: ¡Bendito, Dios, hallazgo! Mátanos impaciencia verlos. Aceleren viaje. Aguardámoslos “san Pablo”. Abrazo, bendigo hija. Matilde. No hay para que decir que con la lectura de este despacho, negó a su colmo la felicidad de padre e hija, y al mismo tiempo la impaciencia por seguir a “san Pablo”. Luciano estuvo fino y atento. Luisa, por consiguiente, sin saber como complacer a padre de “su muchachita”, cómo a ésta, por ser tan corto el tiempo de tenerle a su lado. Y entretanto que llegara la hora del viaje, Luciano les invitó a visitar a “Guacimal”, donde fueron recibidos con muestras de la mayor atención, si bien un tanto apenados por la pasada historia de la sirvienta, pena que filomena echó por tierra, tomando a charla todo, tratando a los viejos y a Camila con el mismo respeto que enantes y a los niños con el mismo cariño, sin notarse en ella envanecimiento por su nueva posición. La casa, con departamentos, huertos, corrales, etc., etc., le fué enseñada a Antonio quien estuvo complacido en la visita, quedando desde aquel día relacionado con tan estimable familia. Aquella vez, si no se trató de palabra sobre el casamiento de filomena y Luciano, tácitamente quedó convenido, pues en “Gua cimal” se manifestaron todos complacidos con lo del “niño” y aun le fomentaron el viaje para el sur a acompañar a su prometida. Cuando por la tarde se despidieron filomena y su padre para volver a “Los Alticos”, Luciano, con toda fineza, presentó a su amada, como regalo de novio, su potro “Canario”, que con tanto esmero cuidaba, suplicándole hiciera el viaje para “san Pablo” en él. * 246
* Juan José Botero ¡Que diferencia! Cómo volvía ahora hechicera, a todo lujo, el ave perdida, a buscar sus bosques nativos. ¡Cómo había salido de ellos, implume y desválida, a vivir por largo tiempo, vida de miseria! ¡Tan lejos de su nido! LIV Ya todo lo del viaje arreglado, en una hermosa mañana campesina, de susurros, de trinos, de frescas y aromosas auras, emprendieron aquella deseada jornada los cuatro, tan bien puestos, cuanto lo permiten los usos antioqueños en las personas de mayores comodidades, cuando transitan por nuestros riscosos, y malos caminos de herradura. filomena, especialmente, con su bien cortado traje de montar, sombrero de jipijapa, sin más adorno que una ancha cinta negra y un ligero y transparente velo azul que le caía sobre el rostro, para defenderlo de los rayos solares; su sedoso cabello a medio atar, ciñendo el talle con estrecho cinturón, dándole más realce a esta gentil amazona su alto cuerpo, oprimiendo los lomos del hermoso “Canario”, que tan envanecido marchaba, porque tenía conciencia de la valiosa joya que llevaba a cuestas. A poco andar Antonio llamó la atención, así: —Ya que han sido tan bondadosos conmigo, deseo me acompañen a ver los lugares donde pasó mi hija los enlutecidos años de su niñez. Aceptado el convite, siguieron en dirección a “el Arenal”, pudiendo llegar a caballo hasta el cerco que encerraba el patio y huerto de la casa. Allí echaron pié a tierra y como quien escala los muros de un abandonado y tétrico cementerio, entraron, uno a uno, cabizbajos y mudos, hallando todo inundado por la maleza. La antigua morada de filomena, vencida y mostrando grandes horados en el empajado; la cabaña convertida en albergue de sabandijas; una calabacera arropaba los techos, despidiéndose de toda aquella desapacible morada, ese olor especial de casa abandonada, por gente pobre, que ha tenido poco aseo, olor acre a la mugre, a polvo... * 247
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Juan José Botero<br />
¡Que diferencia!<br />
Cómo volvía ahora hechicera, a todo lujo, el ave perdida, a buscar sus bosques<br />
nativos.<br />
¡Cómo había salido de ellos, implume y desválida, a vivir por largo tiempo,<br />
vida de miseria!<br />
¡Tan lejos de su <strong>nido</strong>!<br />
LIV<br />
Ya todo lo <strong>del</strong> viaje arreglado, en una hermosa mañana campesina, de<br />
susurros, de trinos, de frescas y aromosas auras, emprendieron aquella deseada<br />
jornada los cuatro, tan bien puestos, cuanto lo permiten los usos antioqueños en<br />
las personas de mayores comodidades, cuando transitan por nuestros riscosos,<br />
y malos caminos de herradura.<br />
filomena, especialmente, con su bien cortado traje de montar, sombrero de<br />
jipijapa, sin más adorno que una ancha cinta negra y un ligero y transparente<br />
velo azul que le caía sobre el rostro, para defenderlo de los rayos solares; su sedoso<br />
cabello a medio atar, ciñendo el talle con estrecho cinturón, dándole más<br />
realce a esta gentil amazona su alto cuerpo, oprimiendo los lomos <strong>del</strong> hermoso<br />
“Canario”, que tan envanecido marchaba, porque tenía conciencia de la valiosa<br />
joya que llevaba a cuestas.<br />
A poco andar Antonio llamó la atención, así:<br />
—Ya que han sido tan bondadosos conmigo, deseo me acompañen a ver los<br />
lugares donde pasó mi hija los enlutecidos años de su niñez.<br />
Aceptado el convite, siguieron en dirección a “el Arenal”, pudiendo<br />
llegar a caballo hasta el cerco que encerraba el patio y huerto de la casa.<br />
Allí echaron pié a tierra y como quien escala los muros de un abandonado y<br />
tétrico cementerio, entraron, uno a uno, cabizbajos y mudos, hallando todo<br />
inundado por la maleza.<br />
La antigua morada de filomena, vencida y mostrando grandes horados en<br />
el empajado; la cabaña convertida en albergue de sabandijas; una calabacera<br />
arropaba los techos, despidiéndose de toda aquella desapacible morada, ese olor<br />
especial de casa abandonada, por gente pobre, que ha te<strong>nido</strong> poco aseo, olor<br />
acre a la mugre, a polvo...<br />
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