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Lejos del nido

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<strong>Lejos</strong> <strong>del</strong> <strong>nido</strong><br />

este fue el primero, preparando a su esposa, y a tiempo de salir para “Los<br />

Alticos”, dirigió este otro:<br />

“Matilde:<br />

informes adquiridos coinciden esperanzas forjadas. falta última<br />

prueba. sigo al campo hacerla. Aconséjoles paciencia, confianza en<br />

Dios.<br />

Antonio”<br />

La respuesta no se hizo aguardar:<br />

“Antonio:<br />

Corazón avísame hallaremos hija. Lucha será premiada. Agota recursos<br />

averiguación. Resignados aguardamos prueba, orando.<br />

Matilde’’.<br />

LIII<br />

Cuando Antonio se presentó en “Los Alticos”, ya Andrea estaba al corriente<br />

<strong>del</strong> motivo por el cual había sido llevada allí. Así es que después de hacer la<br />

oración de costumbre en el altarcito histórico, aguardaba con impaciencia, y<br />

muy perturbada de ánimo, aquella terrible prueba que iba a decidir de su suerte:<br />

hallando al fin su hogar, a sus padres y hermanos, si los tenía, para volver donde<br />

ellos y vivir tranquila, sin pena, acatada y sonreída como un miembro de familia,<br />

o no encontrando aquello, para seguir la vida que hasta allí, de orfandad, de<br />

dudas, de riesgos... y sobre todo: acogida a la protección de un extraño...<br />

Antonio se apeó <strong>del</strong> caballo y entró a la sala, en donde lo aguardaban Luisa<br />

y Andrea, pudiendo, apenas articular un saludo que casi no fué contestado<br />

siguiendo callados por largo rato, pues al cual de los tres se hallaba más emocionado<br />

y en mayor dificultad para romper el silencio, lo más por el temor de<br />

que al hacer esta decisiva prueba, se saliera mal de ella, desvaneciéndose tantas<br />

y tan risueñas esperanzas concebidas ya.<br />

Andrea, miraba al suelo, y Antonio, que por esto podía verla con toda libertad<br />

y tan de cerca, cada momento hallaba más motivos para esperar un éxito<br />

completo en la prueba.<br />

*<br />

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