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Juan José Botero<br />
Vivían Juana y Juan en su casita,<br />
A la orilla <strong>del</strong> río,<br />
Que riega y fecundiza con sus aguas<br />
el valle de los lirios.<br />
Después de admirar aquel conjunto de pequeños oteros, bosques, huertos,<br />
jardines y caserías, que forman como un solo parque de La Ceja a Rionegro,<br />
los viajeros llegaron a esta última ciudad, en donde saciaron su curiosidad; Rosa<br />
conociendo y tratando a las bellas rionegreras y visitando los floridos jardines<br />
que son proverbiales en este pueblo, y Jaime admirando todo lo que en él se<br />
roza con las heróicas leyendas de nuestra independencia: el monumento de<br />
mármol sobre el cual reposa la urna cineraria que guarda las cenizas <strong>del</strong> héroe<br />
de Ayacucho; la corona <strong>del</strong> triunfo que aquel guerrero envió <strong>del</strong> Perú de regalo<br />
a Rionegro, “el pueblo amado de su alma”, como él le llamó; la casa en donde<br />
vivió de niño, el mismo, con su hermano salvador; la en donde nació el heróico<br />
general Liborio Mejía, en cuyos brazos murió la primera República, cayendo él<br />
también sin vida en la misma tumba que sepultaba a su Patria; tumba que más<br />
tarde se abrió para ella, renaciendo de sus cenizas como el fénix de la fábula,<br />
quedando cerrada <strong>del</strong> todo para el bravo guerrero.<br />
También estuvo a visitar el edificio en donde, un caudillo vencedor, en<br />
contiendas caseras, reunió la Convención que dictara la libérrima y célebre<br />
constitución de 1863, tan aplaudida y defendida por unos, cuanto vituperada y<br />
atacada por otros, como todo acto político que se origina de nuestras guerras<br />
intestinas.<br />
Y visitaron también a Marinilla, floreciente ciudad en otro tiempo, como<br />
Rionegro, y hoy, a semejanza de su vecino, enlutecida y triste, llorando la ausencia<br />
de tanto hijo querido que ha ofrendado la vida en los campos de batalla,<br />
defendiendo con toda fe y valor, el ideal <strong>del</strong> credo político al cual están afiliados<br />
y en sentido opuesto, estos dos heroicos pueblos.<br />
Y conocieron todo lo que de glorias patrias guarda Marinilla, y sus lindas<br />
flores y sus hermosas mujeres, visitando la parentela que allí tenían por parte<br />
de su padre.<br />
Y siguieron el paseo a otros pueblos de Oriente, tornando a la capital de<br />
Antioquia, donde Rosa y Jaime, al conocer a Me<strong>del</strong>lín, confesaron a Antonio,<br />
que en nada era inferior esta ciudad a Bogotá.<br />
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