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Juan José Botero<br />
—sólo que a “san Pablo”, volvió Rosa.<br />
Matilde, como tocada por una pila voltáica, al oír este nombre, estremecióse<br />
y el llanto asomó a aquellos ojos en otro tiempo tan lindos, y entonces ya<br />
marchitos y casi sin luz.<br />
—Nó, nó, dijo Antonio, allá quizás no volverémos nunca. el viaje en proyecto<br />
es otro: a Me<strong>del</strong>lín y Rionegro, a los pueblos de Oriente, conociendo allí a sus<br />
parientes por parte mía y luégo a los de Matilde en el Retiro.<br />
—¿Les agrada?<br />
—¡Vaya!, ¡si nos gusta!, primorosa idea, replicaron, pero que nos acompañe<br />
mamacita para que sea más agradable el viaje.<br />
Y como Matilde, pensativa, callara, Antonio se anticipó a contestarles:<br />
—No, hijos, Matilde no nos acompañará; tiene sus inconvenientes.<br />
—entonces, dijo Rosa con mimo, no quedará completo el paseo.<br />
—sí queda, hija, pues aunque en persona no vaya, con ustedes, los seguiré<br />
con el alma, le dijo Matilde abrazándola.<br />
—Y, ¿qué inconveniente hay, para vencerlo?<br />
—A la vista, ninguno, Jaime, pero... les suplico que no me insten y vayan<br />
con Toño, como si los acompañara yo.<br />
Punto final en el asunto viaje de Matilde y pasaron a otra cosa.<br />
—si me acomoda tanto la idea, dijo Jaime. Yo he soñado con un viaje al<br />
centro de Antioquia. se debe gozar de muy buenas impresiones: el paso por<br />
el “Cañón de Arma” (hoya <strong>del</strong> río “Arma”) tan imponente como dicen que es.<br />
el avistarse con el valle de La Ceja, remedo de la “sabana” de Bogotá, según<br />
cuentan. Llegar a Rionegro, a Marinilla, pueblos de las hermosas mujeres, de<br />
los lindos jardines y de los recuerdos heróicos.<br />
—Papá, siguió Jaime, ¿podrémos conocer en Rionegro la corona de oro, que<br />
el General Córdoba trajo <strong>del</strong> Perú y regaló a esa ciudad?<br />
—Por qué nó, perfectamente, dijo Antonio.<br />
—Papacito, yo he leído aquel cuaderno que usted me regaló y que se titula,<br />
“Biografía <strong>del</strong> Prócer Americano José María Cordoba”.... ¡Qué guapo era<br />
ese hombre!<br />
—sí, hijo, muy valiente. Antioquia debe enorgullecerse por haber dado<br />
hijos de la talla de éste, de Atanasio Girardot, de Liborio Mejía, de francisco<br />
A. Zea, José Manuel Restrepo, José María salazar... y muchos más que tantos<br />
servicios prestaron a la emancipación de nuestra Patria.<br />
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