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Lejos del nido

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<strong>Lejos</strong> <strong>del</strong> <strong>nido</strong><br />

Y sucedió lo que era de rigor: que a poco tiempo de su entrada, la flor de<br />

“san Pablo”, la niña perdida; la nieta <strong>del</strong> Blandón y de la Grisales; la volatinera<br />

de Albertini; la sirvienta en “Guacimal”; la que fué casi esposa de un diablo; y<br />

en fin, la que con tanta gallardía se les revelaba a Luisa y a Luciano, como un<br />

ser superior, fué, en aquel exquisito y aristocrático centro de estudio, la mejor<br />

alumna, la más estimada y hasta la más hermosa de todas.<br />

Y era de ver los progresos que hacía en todo ramo, y lo complacida que se<br />

mostraba la señora Directora con aquel mo<strong>del</strong>o, aquella su mejor discípula,<br />

tanto que a poco tiempo, Andrea era la segunda persona en la escuela, pasando<br />

ya como subdirectora, a cuyo cargo estaba, casi por completo la enseñanza,<br />

tal que ya nada exigía la superiora, como pensión por la estudiosa niña, y<br />

antes bien, pensaba en asignarle una justa remuneración por su trabajo, lo<br />

que al fin ocurrió.<br />

Aquí el contraste:<br />

A tiempo en que Andrea hacía estos a<strong>del</strong>antos en una tan poco pretenciosa<br />

escuela, pagada por ella misma, puesto que con su trabajo costeaba la enseñanza<br />

que recibía, en Bogotá hacían sus hermanos, Rosa y Jaime, los mismos a<strong>del</strong>antos,<br />

y quizás menos, en Colegios de primera categoría, pagados a todo lujo por sus<br />

padres.<br />

Y cuando Andrea, apenas comenzaba sus estudios, aquellos hermanos los<br />

terminaban, motivo este sin duda, para haberse alzado en casa de Antonio, cierto<br />

runrún, de que al fin de aquel año o en el entrante, volvería con su familia para<br />

Antioquia, porque en Bogotá, a demás de fastidiarse la siempre dolorida Matilde,<br />

a ésta le era nocivo el clima para la salud; más aún, cuando ya la educación<br />

de sus hijos estaba tan a<strong>del</strong>antada, habiendo sido éste, el motivo especial de la<br />

permanencia en la Capital…<br />

XXXXIX<br />

La última vez que nos vimos con Andrea fué en el Retiro, y en la privada<br />

enseñanza, donde tan notables a<strong>del</strong>antos hacía, y desde entonces acá, es decir,<br />

al punto de reanudar esta relación, llevamos corridos muchos días, pues que sin<br />

darnos cuenta, nos vamos acercando al fin de la octava década <strong>del</strong> siglo diez<br />

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