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Lejos del nido

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Y la noche llegaba.<br />

¡faltaba <strong>del</strong> collar una perla!<br />

*<br />

Juan José Botero<br />

III<br />

Dijimos que Matilde puso en movimiento a todos los de la hacienda y<br />

vecinos, en solicitud de la niña; pero como en aquellos primeros momentos<br />

todo mundo dudaba, perplejos y asombrados sin que nadie figurara que filomena<br />

fuera hurtada, se dio en buscarla por los interiores de la casa, por el<br />

huerto y sus inmediaciones registrando cuanto rincón, matorral o zanja se<br />

viera allí, pero nada.<br />

Tal misterio había en esto, tan incomprensible era el secreto que encerraba<br />

la desaparición de la niña, que ya entre los peones y sirvientes comenzaba a susurrarse<br />

que allí había algo de magia o encantamiento, que cada cual explicaba<br />

a su manera.<br />

La única persona que vino a discurrir algo en forma, fue el mayordomo<br />

principal de la finca, Juan, pero ya tarde, entrada la noche, cuando éste llegó y<br />

encontró la casa en tal confusión.<br />

Lo primero que arbitró fue el enviar al pueblo aviso la autoridad y a los de<br />

la familia de los patrones.<br />

Luégo a hacer un examen en el camino real, a ver si se encontraba alguna<br />

huella o señal de lo sucedido, como también el de las gentes que allí había, sobre<br />

lo ocurrido y visto por ellas.<br />

Y esto sacó en limpio:<br />

Que, aunque ya un poco oscuro, se distinguían las huellas de dos personas<br />

que seguían el camino en sentido opuesto al pueblo.<br />

Y que un sirviente de la casa, muchacho atontado, que llegaba esa tarde<br />

<strong>del</strong> lugar, dizque habla visto…“Dos indios, un hombre y una mujer, tan qui ni<br />

asustaos que parecían mesmitamente el diablo, de puro feos, junto a la dentrada<br />

<strong>del</strong> camino rial, antesiticos de que se jormara la bulla en la casa…”<br />

Mucho saber era esto, pero ya tarde; no tanto por el tiempo transcurrido,<br />

sino por haber entrado la noche tan lluviosa y oscura, que, sólo un guapetón<br />

como Juan, pudo aventurarse a emprender camino en la dirección que seguían<br />

*<br />

23

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