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Lejos del nido

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<strong>Lejos</strong> <strong>del</strong> <strong>nido</strong><br />

tal modo, que el clérigo salió <strong>del</strong> cuchitril de la moribunda, a hacer saber esto<br />

a los presentes, y a manifestarles que la penitente quería hacer una revelación,<br />

de seaba confesar un gran pecado públicamente, <strong>del</strong>ante de todos los que allí<br />

hubiera.<br />

era pasado mediodía.<br />

en “el Arenal” se encontraban multitud de vecinos, y todos entraron al<br />

llamamiento <strong>del</strong> cura.<br />

Tan solemne fué el acto, que al llegar éstos al tabuco de la moribunda y<br />

arrodillarse, reinaba tal silencio, que muy bien pudiera oírse los pasos de una<br />

hormiga.<br />

Luisa y Andrea eran las más inmediatas a la enferma, y por eso ésta, en<br />

uno de los momentos lúcidos que tiene todo agonizante, al abrir los enjutos<br />

y empañados ojos, lo primero que vió fué a aquellas dos mujeres, de rodillas<br />

en oración.<br />

Romana trató de incorporarse, pero no pudo y con voz desfallecida volvió<br />

donde Andrea y le dijo:<br />

—Mire… mijita... ya yo en el untualito voy a compadecer en el Tribunal de<br />

Dios, y el siñor curita y busté, y mi comadre, y tuiticos, pongan atención con su<br />

güena voluntá... y que sepan que busté, Andreita es hija de güenos padres, que<br />

son… blancos y ricos… y... nues de Can<strong>del</strong>aria que el enemigo malo nos tenía<br />

infuscaos a yui Mateo,... y nos tentó esa ira mala, y la trujimos de tan lejos... y<br />

busté comadre Luisa, vea por la muchachita… ¡ecita! la niña... y se la entriego<br />

pescargo de mi concencia, pa que por mi Dios comadre la... de.... güel... va...<br />

a... a... su…<br />

Aquí iba la agonizante, cuando le dió un paroxismo <strong>del</strong> cual pareció quedarse<br />

muerta; pero luégo volviendo un poco <strong>del</strong> síncope, y ya agotada de fuerzas,<br />

apenas artículó esto:<br />

—...don... an… Pablo…<br />

—Y expiró.<br />

el cura, al grito de: ¡Jesús!, ¡Jesús!, ¡Jesús!, absolvió a aquella pecadora que<br />

moría arrepentida <strong>del</strong> mal tan grande que le había causado a una familia, y<br />

especialmente a una inocente niña.<br />

Todo el mundo quedó impresionado con aquella confesión, y aun el<br />

mismo sacerdote, apesar de estar habituado a aquellas escenas de muerte, no<br />

podía salir <strong>del</strong> estupor que había sobreve<strong>nido</strong> en su ánimo por tan extraño<br />

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