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Juan José Botero<br />
el nergúmen cenó con buena disposición, cosa que no le acontecía desde<br />
que fue herido, y calmado un poco con el refrigerio, arriscando el mantel y<br />
encendiendo cada cual un cigarro, entre sorbo y sorbo de café.<br />
Luciano pidió excusas a su amigo por aquel tanto disparatar, y le suplicó le<br />
contara detalladamente, cómo había inquirido lo de Andrea, y si ya ésta sabía<br />
su situación, es decir, cómo se encontraba Luciano de la herida, y de su amor.<br />
Y Daniel, aspirando el humo de un puro de Ambalema y tomando un sorbo<br />
de café, se expresó así:<br />
—Mira Luciano, cuando yo me separé de ti, fui a “Los Charcos”, y estuve<br />
en casa, pensando si aventurarme en el viaje o no, pues me dijeron que se habían<br />
duplicado los riesgos; que las comisiones se cruzaban y los caminos estaban<br />
llenos de retenes.<br />
Al fin resolví ir a pie, tomando por la trocha de “Las Perdices”, un trecho<br />
y después por todo el monte, dejando a un lado a “Alto Bonito” y así salí a “el<br />
Arenal”, dirigiéndome luégo a “Los Alticos”, a casa de Luisa, temeroso de hallar<br />
malas noticias...<br />
—sí, hombre, ¡eres un valiente!<br />
—Al llegar salté el vallado de la huerta, y atisba que atisba, me acerqué por<br />
detrás de la cocina y a media voz llamé a Luisa. esta salió un poco sorprendida,<br />
me saludó e invitó a que entrara. Me negué a esto, y en dos palabras nos<br />
entendimos...<br />
Cuando le pregunté por Andrea, me dijo, señalándome para el interior de<br />
la cocina:<br />
—Mírela, niño Daniel, allí está.<br />
evidentemente, por una especie de claraboya o hueco, me asomé, y ví... ¡mi<br />
hijito!... ¡yo te digo!... ¡caramba!... por esa nadita, me dejaba dar, no un garrotazo:<br />
dos, tres… y los que quisieran...<br />
—sí, hombre, sí, decía Luciano, frotándose las manos con aire de satisfacción,<br />
así es, Daniel, bellísima... Y me alegro que la hayas conocido para que me<br />
apruebes mis calaveradas.<br />
—Al efecto, prosiguió Daniel, Andrea se encontraba dentro de la cocina,<br />
contando algo a otras personas que le rodeaban, y como le oyera decir:<br />
“.....esta virgencita que me quiere tanto. Yo le pedía que no me dejara casar<br />
con isidoro, y de seguro que por esto se lo llevaron para el cuartel, pero yo no<br />
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