Lejos del nido
Lejos del nido Lejos del nido
* Lejos del nido Por esta vez surtió mejor efecto y el joven recobrando el conocimiento por completo explicó a los labradores lo sucedido, conveniendo con ellos en que le llevaran a “Alto Bonito”, donde tenía la caballería. A estas y como era él hombre de brios, trató de incorporarse, más al esfuerzo que hizo volvió a desatarle en sangre la herida, siendo esta una fuerte contusión con honda rasgadura sobre el pariental y al lado derecho de la cabeza, herida que al ser vista por los peones les hizo exclamar. ¡Valiente garrotazo! Al fin, sentando a Luciano en una improvisada silla, con todo cuidado tomaron camno de “Alto Bonito”, interesados en llegar pronto, temiendo el encuentro de alguna comisión reclutadora. La silla, por disposición de Luciano; iba cubierta con su propia ruana, arreglada lo mejor posible para evitar el maltrato del herido, cosa que no se logró, debido a los encuentros contra los árboles en el monte, porque la mayor parte del viaje lo hicieron por trochas a medio picar. Al llegar estos a “Alto Bonito”, Daniel, que impaciente aguardaba al gallardo raptor, con su bella dama, no dudó que en la silla viniera ella y se adelantó a recibirla preparando el discurso de ordenanza. Pero cuál fué el susto del receptor, cuando en vez de la tapada belleza, encontró a su amigo vuelto un Jesús Nazareno, casi muerto, porque exánime, cadavérico y sin poder hablar llegaba Luciano. en el acto, Daniel se hizo cargo del herido y sus cuidados estuvieron a la altura de los de una madre. Y aquí de la dura alternativa del improvisado enfermero: si seguía con el herido a “Chontalito”, se quedaba allí, o tornaba a “Guacimal”, teniendo para él que la herida era grave. ¡Valiente garrotazo! Mientras no hubiera fractura del cráneo y contragolpe, no tan mal, pero si esto había sucedido... pensaba Daniel. Y como Luciano se quejara de dolor en el cerebro, la alarma de su amigo subía de punto. ¿Qué hacer allí? sin recursos, expuestos a ser sorprendidos por algún piquete reclutador, más aún sin poder atrás, porque Luciano por nada admitía la idea de seguir a “Guacimal”. * 184
* Juan José Botero No hubo remedio. Daniel siguió con Luciano a “Chontalito”. Daniel era todo un buen amigo y un valiente. Así fue que, debido a sus disposiciones y auxilio prestado a los peones, un poco avanzada la noche hicieron la entrada a la casa del mal ferido caballero. Que diferencia de como ellos se habían forjado la vuelta con la niña, que ya tanto le interesaba a Daniel, según la historia que había contado su amigo. eso sí, desde la hora en que llegaron, aquel se declaró en enfermero de éste y no volvió a separarse de la cama. —Pero... descansa Daniel, que me da pena. —Nada, hombre, si tengo gusto en hacer esto. —Duerme un poco. —No hay sueño. Después dormimos. —Bien, y qué opinas de esto?, le decía Luciano. —Que no puedo dar opinión hasta... —sí, saber cómo pasó la cosa? —Claro. —Pues mira... —eso, si nó, después me cuentas. —Ahora mismo, tengo necesidad de desahogarme... de hablar de ella. —Yo lo creo. Pero no te dejo. No te oigo. Vienen las emociones y te hacen daño....Después hacemos los comentarios del suceso, cuando te encuentres restablecido. —Y si después ya es tarde?, dijo Luciano suspirando. —Resignación, mi amigo. —Pero, hombre, no se pudiera estorbar? —Qué cosa? —Las pretensiones del indio. —Pero cómo? —Daniel, ¡por Dios!, de algún modo. —Y, ese modo?, afuera con él. —Pues… —Pues ¿qué? ¿Te parece que me vaya?... ¿y con quién te dejo?... Que vaya otro… pero... ¿quién?, y ¿a qué?, cuando hoy pasaron unos desertores por “Los Charcos”, me dice José, y le contaron que la revolución está en su mayor calor; * 185
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Por esta vez surtió mejor efecto y el joven recobrando el conocimiento por<br />
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A estas y como era él hombre de brios, trató de incorporarse, más al esfuerzo<br />
que hizo volvió a desatarle en sangre la herida, siendo esta una fuerte contusión<br />
con honda rasgadura sobre el pariental y al lado derecho de la cabeza, herida<br />
que al ser vista por los peones les hizo exclamar.<br />
¡Valiente garrotazo!<br />
Al fin, sentando a Luciano en una improvisada silla, con todo cuidado<br />
tomaron camno de “Alto Bonito”, interesados en llegar pronto, temiendo el<br />
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La silla, por disposición de Luciano; iba cubierta con su propia ruana, arreglada<br />
lo mejor posible para evitar el maltrato <strong>del</strong> herido, cosa que no se logró,<br />
debido a los encuentros contra los árboles en el monte, porque la mayor parte<br />
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Al llegar estos a “Alto Bonito”, Daniel, que impaciente aguardaba al gallardo<br />
raptor, con su bella dama, no dudó que en la silla viniera ella y se a<strong>del</strong>antó a<br />
recibirla preparando el discurso de ordenanza.<br />
Pero cuál fué el susto <strong>del</strong> receptor, cuando en vez de la tapada belleza,<br />
encontró a su amigo vuelto un Jesús Nazareno, casi muerto, porque exánime,<br />
cadavérico y sin poder hablar llegaba Luciano.<br />
en el acto, Daniel se hizo cargo <strong>del</strong> herido y sus cuidados estuvieron a la<br />
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Y aquí de la dura alternativa <strong>del</strong> improvisado enfermero: si seguía con el<br />
herido a “Chontalito”, se quedaba allí, o tornaba a “Guacimal”, teniendo para<br />
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Mientras no hubiera fractura <strong>del</strong> cráneo y contragolpe, no tan mal, pero si<br />
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Y como Luciano se quejara de dolor en el cerebro, la alarma de su amigo<br />
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¿Qué hacer allí? sin recursos, expuestos a ser sorprendidos por algún piquete<br />
reclutador, más aún sin poder atrás, porque Luciano por nada admitía la idea<br />
de seguir a “Guacimal”.<br />
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