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Juan José Botero<br />
viviente semejaba el de un cadáver, acomodándole la cabeza sobre una de sus<br />
rodillas, mientras que el otro ocurrió a una quebradita que a inmediaciones<br />
sonaba y en el ala <strong>del</strong> sombrero trajo agua y le dió.<br />
Como con la mano.<br />
Luciano, que con la desangrada estaba loco de sed, a los primeros sorbos<br />
<strong>del</strong> agua, fué volviendo a la vida, abriendo los ojos con trabajo, por la sangre<br />
que sobre ellos había caído y se hallaba coagulada. Y sin conocer en dónde y<br />
con quiénes estaba preguntó con voz débil:<br />
—A ella la mataron?<br />
—A quién, niño, preguntaron a su vez los peones, un tanto alarmados.<br />
—A esa pobre…<br />
Los labriegos se miraron sorprendidos, creyendo que Luciano se moría, y<br />
que por esto se hallaba con el <strong>del</strong>irio de los agonizantes.<br />
—¡Niño!, ¡Niño!, se volvió a decirle uno de ellos, ¿qué ha sido esto, por<br />
Dios?<br />
—Yo no sé, repuso Luciano con la angustiosa voz <strong>del</strong> moribundo, un<br />
sueño que he te<strong>nido</strong>… pero... ¡qué sueño!... ha sido muy pesado... mucho…<br />
Al principio nó, porque andaba con ella... ¿no la vieron? ¿tan linda?... ¿qué<br />
se hizo?... ustedes la escondieron? ¡Ah!... nó,... verdad que estaba soñando…<br />
sí…al principio muy bien… iba… ibamos andando como por un jardín...<br />
felices... muy felices... pero luégo… ¿sería mal acostado?... ¡Ay! que horrible<br />
sueño, Dios mío... Me caí en un zanjón muy oscuro y sin salida... por eso me<br />
la dejé quitar... yo nada veía… nada.... nada más que luces, luces por todas<br />
partes, pero luces pequeñas… pequeñas... ¡señor!, qué dice usted?, ¿quién me<br />
llama?... muchos cocuyos que ya se fueron… sí, se fueron, porque el sueño pasó,<br />
quedándome, eso sí, tanto dolor en la cabeza... yo me muero!... ¡me muero!...<br />
¡Rufina!... ¡Rufina!... llamen a Rufina para que traiga agua!... ¡agua fresca!...<br />
mucha agua!... estoy con sed,... tengo fiebre... ¿Qué hay de Daniel?... entra,<br />
hombre, entra no te quedes ahí como... como... sí, por no darme agua... ¿me<br />
hace daño?, porqué me la niegan? Ya ves no viene mi Julieta y su Romeo se<br />
muere!...<br />
esto último lo dijo el herido con voz desfallecida y cerró de nuevo los ojos<br />
como muerto.<br />
el peón trajo agua, le dió y con el resto le roció la cara.<br />
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