09.05.2013 Views

Lejos del nido

Lejos del nido

Lejos del nido

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

*<br />

<strong>Lejos</strong> <strong>del</strong> <strong>nido</strong><br />

Luisa con su acuciosidad acostumbrada a todo atendía, sin dejar olvidado<br />

ninguno de los oficios menudos de la casa.<br />

en estas pasaron las primeras horas de la noche, hasta que ya, creyendo sin<br />

riesgos el camino se dió por la generala la órden de marcha.<br />

Luciano, impaciente, se despidió y salió el primero al patio de la casa.<br />

Andrea, cuando vió que la cosa era de veras, conmovida, echándose a los<br />

brazos de Luisa, lloró.<br />

esta, haciendo las veces de madre, la bendijo, diciéndole al oído.<br />

—Hijita, Dios la lleve con bien. Le encargo mucho fundamento. Ya le tengo<br />

dicho lo que debe hacer: respetar a don Luciano y confiar en él. este niño es muy<br />

caballeroso; pero, eso sí, en usted está que él la respete; de su manejo depende<br />

todo... y por nada, ya sabe, por nada se le aparta a Jacinta hasta que ya sea para<br />

entrar en la compañía de alguna persona de respeto:<br />

—señora, dijo Andrea, Dios le pague lo que usted ha hecho por mí, sus<br />

consejos los recibo como si fueran dados por mi propia madre, y cuente que me<br />

manejaré tan bien como si fuera su propia hija.<br />

A la niña le daba trabajo dar el primer paso, con razón, de la puerta de la<br />

casa para afuera; pero como el recuerdo de isidoro se le presentara a la imaginación,<br />

venció el miedo, y en dos salticos se puso en el patio al lado de Luciano.<br />

Jacinta, después de recomendarle la niña Trina a su comadre, prendió un<br />

grueso cigarro que puso en la boca con el fuego por dentro, y siguió los pasos<br />

de la venturosa pareja.<br />

Basilio cerraba la marcha con los equipajes.<br />

Guardaban los viajeros el mayor silencio.<br />

A poco andar, la niña que caminaba a alguna distancia de Luciano tropezó,<br />

dando una ligera caída.<br />

—¡Cuenta!, dijo éste a media voz, ofreciéndole el brazo.<br />

Tímida pero sin remilgos, lo aceptó ella, y así enlazados siguieron el más<br />

dichoso camino que en su vida tuviera la desventurada niña.<br />

el verdadero amor de Luciano y la condición de su protegida, le llevaban a<br />

aquel el alma en tal embolismo, que no sabía que hacer con su confiada compañera,<br />

a tal punto que si Jacinta se retrasaba, Luciano, con cualquier pretexto,<br />

paraba la marcha, alarmado, y temblando como si anduviera en la comisión de<br />

un grave <strong>del</strong>ito.<br />

*<br />

174

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!