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Juan José Botero<br />
—No se necesita más, dijo Luciano, después de esta declaración tan franca<br />
y sencilla no queda que agregar.<br />
—Andrea, si yo pidiera su mano para hacerla mi esposa… la compañera<br />
de mi vida, usted...<br />
—Yo, esto haria, dijo Andrea, y alargó la mano a Luciano, mano que fué<br />
recibida por éste con locura, y asidos así, cayeron de rodillas ante el altar<br />
que ya conocemos, y reanudando la promesa, recibieron la santa bendición<br />
nupcial enviada por Dios desde el cielo y un abrazo de Luisa, que sirvió de<br />
lazo de unión entre dos seres que, desde ese momento quedaban desposados<br />
para siempre.<br />
XXXX<br />
Después de aquellos esponsales celebrados tan solemnemente, en los cuales<br />
ofició como ministro, en tan pobre y sencillo altar, el mismo Dios, y como único<br />
testigo Luisa, ésta salió a preparar el almuerzo y Andrea y Luciano quedaron<br />
solos, emprendiendo una conversación que... no queremos ni debemos dar a la<br />
publicidad para que sea conocida, porque rodó tan íntima, tan inocente y hasta<br />
pueril, que por esto debe quedar callada, para ellos nada más, que gozosos se<br />
entretuvieron con aquel palique hasta ya tarde de ese día feliz, en el cual Luisa<br />
y Andrea estuvieron en “el Arenal”, y consiguieron el permiso de la vieja Romana,<br />
para que Andrea pasara la noche en “Los Alticos”.<br />
Tornaron a la casa sin contratiempo, y cuando a ella entraron, hallaron allí<br />
a Jacinta llamada para el viaje por la noche.<br />
Todo marchaba a pedir de boca y por el prólogo era de presumirse que la<br />
correría que iban a emprender sería de perlas.<br />
faltaban unos pocos días para el penilunio. La reina de la noche se paseaba<br />
por el azulino cielo, clara, sin pantalla, porque ni una nube cruzaba por el espacio.<br />
Risueña y complaciente se mostraba la casta diva, al ver que tan linda pareja se<br />
aprestaba a huir, confiada en su claridad.<br />
el cielo estaba sereno y estrellado.<br />
era noche de verano, y... ni más que decir.<br />
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