You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
*<br />
Juan José Botero<br />
Al llegar aquí <strong>del</strong> verso habían caído a una cañada y no pude saber cómo<br />
concluía éste.<br />
Y, ¡qué voz la de aquellos hombres! Ya se ve; aquí en Antioquia, en las<br />
montañas y al aire libre, se desarrollan pulmones que harían la envidia de los<br />
crapulosos cantores de la ciudad.<br />
Los rústicos trovadores llegaron. eran los hijos de la patrona. Me saludaron<br />
respetuosamente, pero con cariño, y pronto entramos en plática.<br />
Hablamos de varias cosas y cuando ya se estableció entre nosotros alguna<br />
confianza, yo, que tenía presente el reciente canto, les dije:<br />
—Hombres! ¿a ver cómo acaba uno de los versos que venían cantando<br />
cuando cayeron a aquella cañada?<br />
—Nosotros!, nó, señor… ni sabemos cantar, contestaron, poniéndose como<br />
una curuba.<br />
—Pero, ¿cómo me lo niegan si los oí?<br />
—No, señor, serían otros…<br />
Y sea por ese temor respetuoso <strong>del</strong> campesino, o porque lo tomaran a<br />
burla mía, es lo cierto que no me acabaron aquel cojo cantar y me dejaron<br />
chasqueado.<br />
entre tanto las sombras de la noche comenzaron a extenderse por aquellos<br />
campos y en el cielo iban apareciendo claras como chispas de fragua, las<br />
estrellas, a tiempo que en la sala de mi posada se extendía también, sobre<br />
una aseada mesa, un mucho más aseado mantel, apareciendo sobre él tan<br />
confortable cena, que…para chuparse uno los dedos y quedar como un pito,<br />
timbeño, (harto).<br />
Así me ví aquella noche y, como pude, impedido de vientre con tal<br />
manduqueo, me separé de la mesa y calla que callandito, recosté una silla a<br />
la pared, la ocupé y llevando la vista al techo de la casa, me quedé aletargado<br />
en una especie de somnolencia digestiva, como boa después de engullirse<br />
un ciervo.<br />
A poco llegó la patrona, se me sentó al lado y yo, por hablar algo, para evitar<br />
un ataque apoplético, le dije:<br />
—esta casa o finca…<br />
—es mía, señor, y la tiene a su disposición, me interrumpió.<br />
—Gracias, le contesté, está en buenas manos.<br />
—Y… argulló ella, a su vez, de dónde viene el señor y para dónde va?, si no<br />
es imprudente la pregunta…<br />
*<br />
17