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<strong>Lejos</strong> <strong>del</strong> <strong>nido</strong><br />
—Pues... y lo és, que es lo peor, contestó ella.<br />
—Y, de dónde sacó el muchacho tal enguando?<br />
— ¡eh!, Nicolás, eso quién lo sabe.<br />
—A yo nunca me gustó la tal zambita, dende que la incontré en la casa,<br />
mal añaje le vide.<br />
—Así son las cosas: ¡Criados!, el que no tiene una maña, tiene otra.<br />
—Cuando güelva a recibir gente en la casa, consulte.<br />
—Pero, Nicolás, quién creía?... si ella se había manejado muy bien, hasta que<br />
vino Luciano; pero... sin embargo: como digo lo uno digo lo otro, yo tampoco<br />
le he cogido nada a ella... la muchacha no deja de hacer su oficio, de verme<br />
los niños, que con ellos se está todo el día; por la noche a mi lado, rezando y<br />
yo misma la llevo a acostar junto a mi alcoba... Pero... esa es la cosa: Luciano<br />
aburrido, callado, retraído. Ya ve mijo, él que era tan alegre, ni toca guitarra, ni<br />
canta, ni... nada. No hace más que vivir como un sonámbulo. Y un cuchi-cuchi<br />
de todos en la casa, que lo que le tiene así es la muchacha.<br />
—Pues, ahora mesmo se le notifica a ésta que se rumbe muy por la mañana.<br />
Y ese almártaga pa “Chontalito” a echar calabozo. eso sería lo que fue a<br />
aprender a la Villa.<br />
Dijo y se fue parando el viejo como para ir a poner en ejecución la sentencia;<br />
pero doña lgnacia le cogió <strong>del</strong> canto de la ruana, le detuvo e hizo<br />
volver a la silla.<br />
—No, Nicolás, esas cosas no se hacen así, y mucho menos donde hay<br />
familia pequeña, no hay que armar escándalos. Yo creo, lo mejor, que usted<br />
le haga viaje a Luciano para el Cauca, a encargarse de la finca allá; pero sin<br />
mentarle nada de estas cosas, porque eso muchas veces sirve para encender<br />
más el fogón... No hay que hurgar el avispero… Y a más que con estas bullas<br />
de revolución, hay pretexto. Y ahora que hablamos, si no es pretexto sólo,<br />
ya yo lo había pensado, Nicolás. Hoy vino <strong>del</strong> pueblo salvador y dijo que la<br />
revolución es una cosa espantosa y Luciano siempre está arriesgando mucho<br />
aquí tan a la mano.<br />
—¡Ah!, se me olvidaba decirle “mi doña”, volvió don Nicolás, que en el Valle<br />
arriba, en el Cauca, quizque está la guerra bien prendida. Que un tal Trujillo baja<br />
las volandas pá Manizales contra Antioquia, y que los de aquí suben a gorrita<br />
quitada a trancale a los Vallunos.<br />
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