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<strong>Lejos</strong> <strong>del</strong> <strong>nido</strong><br />
—Don Luciano, yo qué cosas de esas puedo tener ni con quién, si he vivi do<br />
en una miserable casa, en poco trato con la gente, huérfana se puede dicir, en<br />
poder de viejos trabajosos que me criaron casi a escondídas… y sobre todo, qué<br />
persona que valga algo puede fijarse en mí, en una...<br />
—Belleza!, dijo Luciano, arrebatándole la palabra, que merece mucho;<br />
una hermosura que será disputada; una virtud que infunde respeto; una desgracia<br />
que merece compasión…nó, compasión, nó, simpatía, cariño, afecto...<br />
amor... sí, Andrea, como el que usted me ha inspirado, como el que tengo y<br />
guardo aquí...<br />
Al fin aquella pasión <strong>del</strong> excolegial había brotado de su pecho, y salía en<br />
torrentes de <strong>del</strong>icadas frases, que Andrea, la huérfana de “el Arenal”; la tímida<br />
sirvienta no pudo contestar, conformándose sólo con inclinar la cabeza, ponerse<br />
más encarnada y temblar como una siervecilla.<br />
—¡Mi leche!, mi leche!, gritaron en la puerta <strong>del</strong> corral los chicos de la casa,<br />
llegando en tropel al ordeñadero.<br />
Y con esto todo se vovió barullo.<br />
Pero ya se había iniciado el callado asunto de aquellos amores.<br />
XXXV<br />
Mucho hubiéramos dado porque los amigos de Luciano en Me<strong>del</strong>lín y<br />
Rionegro, como las encopetadas niñas que en aquellas ciudades trató, y con<br />
las cuales había te<strong>nido</strong> sus trapicheos, vieran al elegante cachaco aquella<br />
mañana en el ordeñadero de “Guacimal”, y en oficios de rústico pastor: calzando<br />
alpargatas, vistiendo ruana, sombrero jipe, y requiriendo de amores a<br />
la sirvienta de la casa que en cuerpo, después <strong>del</strong> baño, con su cabello suelto,<br />
su pie descalzo y alzando el traje casi a la rodilla, provocaba para decirle<br />
muchas cosas dando lugar esto a escenas tan pastoriles, que asunto, y famoso,<br />
prestaba para escribir un idilio.<br />
una linda mañana de verano. entrando y saliendo <strong>del</strong> corral las hermosas<br />
vacas de leche. el ruido de la acequía. el pag-pag de los patos chapoteando en<br />
ella, las alegres dianas de tantos pajaritos, las bravatas que hasta allí llegaban<br />
de las cocineras por “esa leña tan verde”. el miau miau <strong>del</strong> gato, solicitando<br />
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