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<strong>Lejos</strong> <strong>del</strong> <strong>nido</strong><br />
amparara, a un gallardo joven que en aquel momento pasaba a caballo cerca de<br />
ella, sin mirarla o esquivando mirarla, avergonzado por que de lejos gritaban:<br />
¡Ah bobo!, si esa es la criada!<br />
XXXII<br />
era el amanecer de un día sábado, al día siguiente de la llegada de Luciano<br />
a “Guacimal”.<br />
Todos en la casa estaban en pié, cuando aclareaba; puertas y ventanas de par<br />
en par, menos las <strong>del</strong> cuarto de “el niño”, porque éste dormía a pierna suelta<br />
descansando de las duras tareas; por el afanado estudio que había te<strong>nido</strong> esos<br />
días para volver a la casa.<br />
el sol comenzaha a repartir su tibia luz en aquel bendito hogar y la parte<br />
que de él le tocaba al excolegial, se entró por una rendija de la ventana, y lo que<br />
no hicieron sus exigentes padres con aquel durmiente para obligarle a madrugar,<br />
lo vino a hacer el impertinente rayo de sol, dándole de lleno en el rostro, y<br />
como diciéndole:<br />
“Despierta perezoso, a ver, a oír y a palpar unas cosas que hace tiempo no<br />
las tienes: el canto de los azulejos en los naranjos <strong>del</strong> patio; el de las mirlas en<br />
los cercos <strong>del</strong> huerto; la algazara de los cucaracheros, entrando y saliendo por<br />
los huracos de un ruinoso paredón; el chíííí-chíchíííí de los pinches recogiendo<br />
desperdicios de maíz en el alar de la troje; el bramido de los terneros desde el<br />
corral, llamando a las vacas madres, que, ramoneando acá y allá, bajan con paso<br />
tardío de las faldas inmediatas; el relincho de las yeguas motilonas que enjalma<br />
el mulato simón, para llevar en ellas maiz al mercado de Rionegro, y el de los<br />
potros dando vueltas alrededor de las madres, huyendo <strong>del</strong> lazo que les mandan<br />
los chicos de la casa en lidias por cogerlos…”<br />
en fin, todo aquel conjunto armónico de verdes paisajes: de luces, de voces,<br />
de perfumes... derivados de las montañas, <strong>del</strong> sol, de las fuentes, de las aves y<br />
de las flores... en una limpia mañana de verano, y en una casa de campo de la<br />
tierra fría, en Antioquia...<br />
Luciano, al despertar, lo primero que creyó ver fué, una cosa así como una<br />
sirvienta que huía de él, rehuyendo el saludo; pero esta impresión pasó pronto,<br />
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