Lejos del nido
Lejos del nido Lejos del nido
* Lejos del nido Jacinta, la mandadera, andando siempre de carrera, con aquella boca “quini con candao”, pero contándolo todo; cumpliendo puntualmete toda comisión de su cargo, sin tener noticia de Castañeda ni solicitarla, ¿para qué? La vieja Romana, retraída y arrinconada en su desvencijada cocina, semejando a un puerco espín. sin verse ni hablar con más persona que con la comadre Luisa; pero ya más refocilada con los puntales que a su escuálido estómago le arrimaban de “Guacimal”. Ña Tomasa, hilando sus marfilinos copos de algodón; chupando su hediondo tabaco, y dále que dále a los oficios caseros. Los niños de Luisa, robustos, sanos, alegres y sobrados, creciendo en el trabajo, y en el santo temor de Dios, dirigidos por tan buena madre. Y la familia de Quiramas? A esta gente sí había que hacerle “rancho aparte”, porque ya no cabían en puesto alguno, con lo envanecidos que los tenía el casamiento de “sidorito” con la hija del “inglés gu francés de Bogotá”. Y váya que según lo acordado por Celedonio, con su compadre Mateo cuando éste, ya “con la escarbadera”, se encontraba en las últimas andadas que no trotes, de la vida, el casamiento de Andrea con isidoro debía llevarse a efecto, a todo trance, tan pronto como “la muchacha estuviera mocita”, porque, decía la madre de isidoro: “Quisque el uno había nacido queni quisque pal otro”. “Que sidorito aunque podía dregodiase con la que quiescogiera, tenía que casase con la muchacha, Mano Mateo, el dejunto mi compadre, pa tapále la boca a tanto converzón, que ya los tenían jaitos de quitáles su crédito, que lua vian echao a volar”. “Que ya quisque la muchaches blanca”. “Que ya quisque nu es hije Candelaria”. “Que ya quisque no la merece “sidorito”. “!…irgen santa! que eso es icir cosas!”. “Y sobremente de todo, que mi compadre Mateo hizo esa regalía a su ahijado, antes de morirse y quedó pautao con Ciledomio pal casamiento, y que si no se hace, el alme mi compadre se estará prefundada, quién sabe cuánto tiempo, en el pulgatorio... Ahora, si pasamos a ver a lsidorito, “ahí sí se acabó el molde de los malucos” como decía Luisa. * 120
* Juan José Botero este, ni entre la camisa podía hallarse por lo engreído que andaba con aquel sombrero echado sobre los ojos, con la pedrada de atrás para adelante, empaque del matón más ruin y bajo. Y ronda que ronda por “el Arenal”. Y ronda que ronda por “Los Alticos”. A “Guacimal”, ni por asomo. A menudo se le veía asediando a la vieja Romana, para que le renovara la promesa de la mano de Andrea, incitándola a que la retirara de “Guacimal”, soltando allí aquellos terribles tacos que daban en los oídos de la vieja, como los de cartón de una escopeta sobre una roca, pues al morir, “su hombre”, se los había dejado blindados, como tapia o muro, a prueba de metralla. No sucedía lo mismo en “Los Alticos”, pues cuando isidoro se aventuraba a llegar por allí y comenzaba con baladronadas y reniegos, Luisa pronto le llamaba al orden por la aversión que le tenía a aquellos dicharachos, aunque en lo tocante a amenazas, poco sé le diera a la viuda... Aquí tienen pues una noticia a la ligera de nuestros viejos conocidos. Ahora volvamos a seguirle los pasos a la bella pajarita, a quien la suerte la tiene tan lejos del nido! XXVIII Ya que hemos dado este respiro, tornemos a ver lo que ha pasado en “Guacimal”, después del día en que Andrea tomó posesión del empleo de sirvienta. Doña ignacia y Camila miraron la llegada de Andrea con nó muy buenos ojos, pues no se podían imaginar que aquella estampa de niña, “presumiendo de linda”, con aire de señorita y porte de gente delicada, pudiera servir para otra cosa que: “para vivir prendida de un espejo, ensayando bonituras” (palabras de doña ignacia); creyéndola insustancial, mal educada y con todos los resabios de “las zambitas metidas”, de “las blancas de medio pelo”, de las ñapangas creídas (palabras id). Pero cuál fué la sorpesa de aquellas dos criaturas, cuando en vez de la altanera zamba, dieron con una inocente niña, diligente, oficiosa y comedida, sin * 121
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Juan José Botero<br />
este, ni entre la camisa podía hallarse por lo engreído que andaba con aquel<br />
sombrero echado sobre los ojos, con la pedrada de atrás para a<strong>del</strong>ante, empaque<br />
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Y ronda que ronda por “el Arenal”.<br />
Y ronda que ronda por “Los Alticos”.<br />
A “Guacimal”, ni por asomo.<br />
A menudo se le veía asediando a la vieja Romana, para que le renovara la<br />
promesa de la mano de Andrea, incitándola a que la retirara de “Guacimal”,<br />
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No sucedía lo mismo en “Los Alticos”, pues cuando isidoro se aventuraba<br />
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Aquí tienen pues una noticia a la ligera de nuestros viejos conocidos.<br />
Ahora volvamos a seguirle los pasos a la bella pajarita, a quien la suerte la<br />
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Ya que hemos dado este respiro, tornemos a ver lo que ha pasado en<br />
“Guacimal”, después <strong>del</strong> día en que Andrea tomó posesión <strong>del</strong> empleo de<br />
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Doña ignacia y Camila miraron la llegada de Andrea con nó muy buenos<br />
ojos, pues no se podían imaginar que aquella estampa de niña, “presumiendo de<br />
linda”, con aire de señorita y porte de gente <strong>del</strong>icada, pudiera servir para otra<br />
cosa que: “para vivir prendida de un espejo, ensayando bonituras” (palabras de<br />
doña ignacia); creyéndola insustancial, mal educada y con todos los resabios de<br />
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