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<strong>Lejos</strong> <strong>del</strong> <strong>nido</strong><br />
hasta completar el número que se necesita, abriendo la puerta <strong>del</strong> corral a los<br />
restantes para que vuelvan a los potreros.<br />
el macho manzanillo está ensillado para el Patrón o autocrático caporal<br />
de aquella arriería, y ya sobre él, y cuando ha desfilado el último buey, el señor<br />
Ruiz se vuelve a su esposa, que está de pie, recostada a la baranda <strong>del</strong> corredor,<br />
y sin más cumplimientos ni ceremonias, se despide de ella, así:<br />
—Adiós, Doña María ignacia. No se olvide de bajar el sábado a Rionegro<br />
con las muchachas y de ir al almacén de Don Rubisindo de Lincer, para que<br />
saquen la ropa que necesitan, entendiendo que ha de ser cosa fina. Conque<br />
mi doña...<br />
se vé pues que aquel fidalgo montañés tan seco, y sobrio, que trabajaba<br />
materialmente, al igual de los peones, era en la casa y con la familia generoso<br />
y de rumbo, hasta el punto de no permitir que sus hijos estuvieran menos en<br />
todo, que los lugareños, como él decía.<br />
XXIV<br />
Muerto Mateo Blandón, en “el Arenal”, acabó de asentar sus reales, por<br />
completo, la miseria.<br />
La vieja Romana hambreada y macilenta, amenazada por el techo de una<br />
desvencijada casa, pasaba las horas sentada a la orilla de un fogón frío, casi<br />
apagado, donde hervían, a fuego lento, y en una olla desportillada, unos pocos<br />
granos de maíz en agua, como único alimento.<br />
Desde la muerte de “el hombre”, se había tornado aquella mujer huraña,<br />
viéndosele la repugnancia, para contestar a quien le interrogaba. Así que, con<br />
la única persona que se entendía, era con su comadre Luisa.<br />
De esto se aprovechó la señora de Jurado y al ver los riesgos que corría Andrea<br />
al lado de aquella vieja, y para atajarle el golpe a los Quiramas, se propuso<br />
colocar la niña en parte segura y pensó en “Guacimal”.<br />
un día, Luisa, encontrándose de visita en “el Arenal”, después de aquella<br />
conversación, referente a la pérdida de una persona querida, y que esa persona<br />
sea el hombre de la casa, y de la falta que hace etc., etc., abordando la cuestión<br />
con algunos rodeos, fué llevando a su comadre Romana, disimuladamente, al<br />
asunto y esto le decía:<br />
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