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I already knew that. - Sociedad Asturiana de Filosofía

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48<br />

BOLETÍN Nº 2<br />

ceras (que se guardaban a parte, en los canopos que se<br />

ponían a la protección <strong>de</strong> divinida<strong>de</strong>s), y <strong>de</strong> ahí nació<br />

la momificación (que tanto aportó a la medicina posterior).<br />

Después <strong>de</strong> haber escrito estas líneas no pue<strong>de</strong><br />

evitar vagabun<strong>de</strong>ar por las calles pensando en ese<br />

afán <strong>de</strong> conservar los cuerpos y vino a mi recuerdo las<br />

eternas luchas con mi madre sobre la donación <strong>de</strong> órg anos.<br />

“¿Cómo vas a donar los órganos?” Me preguntaba<br />

constantemente “¿Y si resucitas? En la Biblia dice<br />

que se resucita en cuerpo y alma, ¿cómo vas a presentarte<br />

ante el Señor sin riñones?” Tal vez la creencia <strong>de</strong><br />

conservar el cuerpo no la hayamos conseguido superar<br />

por completo…<br />

La última cosa que indicaré sobre esta cultura es<br />

la <strong>de</strong> la comunicación <strong>de</strong> los vivos con los muertos. Los<br />

egipcios creían que el espíritu <strong>de</strong> los muertos podía ser<br />

benéfico o maléfico por lo que se comunicaban con los<br />

seres <strong>de</strong>l más allá <strong>de</strong> diversas formas, mediante un<br />

mago (que hoy sería lo que llamamos m é d i u m) o la más<br />

utilizada <strong>de</strong> todas, escribiéndoles cartas (que me atrevería<br />

a calificar como una primitiva g ü i j a).<br />

A C T U A L<br />

AN A L O G Í A E N T R E L A S O C I E D A D H E L E N Í S T I C A Y L A<br />

Varios siglos <strong>de</strong>spués y cruzado el Mediterráneo,<br />

un hombre clavó su espada sobre la tierra a la que llamaría<br />

Alejandría <strong>de</strong>l Cáucaso, el sueño <strong>de</strong> un padre se<br />

estaba convirtiendo en realidad a manos <strong>de</strong> su hijo, la<br />

supremacía <strong>de</strong> su pueblo estaba latente en el aire, Grecia<br />

era ya todo un imperio. Sin embargo, a sus espaldas<br />

había quedado su personalidad original. Los griegos<br />

siempre se habían visto condicionados por su clima<br />

mediterráneo <strong>de</strong> veranos cálidos y <strong>de</strong> inviernos<br />

templados y lluviosos. Principalmente por esto, po<strong>de</strong>mos<br />

<strong>de</strong>cir que el griego vivía al aire libre, paseando por<br />

la plaza pública (el ágora), que edificaba teatros, anfiteatros<br />

y tribunales <strong>de</strong> justicia sin techumbre y que se<br />

discutían los asuntos públicos en lugares abiertos. Esto<br />

le daba individualización y colectivización, individualización<br />

porque los ciudadanos sentían que su propia<br />

persona era útil e importante para la p o l i s al mismo<br />

tiempo que el gobierno era una unión, un colectivo, <strong>de</strong><br />

todos los ciudadanos. Sin embargo, con el camino<br />

expansionista <strong>de</strong> Alejandro y con la entrada <strong>de</strong> lo que<br />

más tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>nominaríamos “el helenismo” el hombre<br />

griego comenzó a per<strong>de</strong>r sus dialectos, junto con su<br />

propia personalidad y su utilidad en el gobierno. Ya no<br />

había p o l i s, no había atenienses, espartanos ni beocios,<br />

sólo y exclusivamente griegos. Habían <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> ser<br />

una pieza clave <strong>de</strong> su ciudad- estado para transformarse<br />

en una pieza insignificante <strong>de</strong>l gran reloj <strong>de</strong>l imperio,<br />

probablemente el hombre griego empezó a percibirse,<br />

como dirá Spinoza “sub specie aeternitatis”. El<br />

hombre se sentía perdido, sumido en el caos, en la trivialidad,<br />

convertido en un infeliz bañado en nulidad.<br />

El helenismo fue, a mi enten<strong>de</strong>r, la primera gran globalización<br />

<strong>de</strong> la historia <strong>de</strong>l hombre.<br />

Muchas veces he escuchado que más feliz vive el<br />

que nunca ha salido <strong>de</strong> su pueblo y no ha conocido otra<br />

cosa más que su día a día. No sé si esto es realmente<br />

cierto, supongo que no, pero sí sería ante todo, cómodo<br />

y seguro… y es que a los griegos junto a ese sentimiento<br />

<strong>de</strong> impotencia, se les unió un choque <strong>de</strong> culturas.<br />

Comenzaron a conocer otras formas <strong>de</strong> pensar,<br />

otras maneras <strong>de</strong> ver el mundo, otros modos <strong>de</strong> vida…<br />

Nacieron <strong>de</strong> aquí las preguntas, los interrogantes sobre<br />

su estilo <strong>de</strong> vida, dando lugar a un aumento <strong>de</strong> la crisis<br />

<strong>de</strong>l individuo que se sentía más perdido aún, siendo un<br />

hombre sin ciudad, o más bien, un ciudadano <strong>de</strong>l mundo…<br />

Una vez leí un libro <strong>de</strong> Marvin Harris en el que<br />

<strong>de</strong>cía que “todas las gran<strong>de</strong>s religiones <strong>de</strong>l mundo han<br />

nacido en épocas <strong>de</strong> rápidas transformaciones cultu -<br />

r a l e s . ” 1 La antigua Grecia que había sido la espectadora<br />

<strong>de</strong>l resurgir <strong>de</strong> la filosofía y <strong>de</strong>l paso <strong>de</strong>l mito al<br />

l o g o s contempló cómo en la época helenística, las creencias<br />

irracionales comenzaron a resurgir y también<br />

como nuevas filosofías, hasta el momento impensables,<br />

vieron la luz. Es el momento <strong>de</strong>l estoicismo, el<br />

escepticismo y el epicureísmo, es el momento <strong>de</strong> las<br />

“filosofías <strong>de</strong>l consuelo”. Los filósofos tratan <strong>de</strong> dar<br />

soluciones al pueblo ahogado por sus problemas personales<br />

que en el pasado eran solucionados colectivamente<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los muros <strong>de</strong> la ciudad. Los estoicos<br />

creían que las pasiones eran contrarias a la razón por<br />

lo que la felicidad se conseguía dominando las pasiones<br />

y mediante una serenidad intelectual; mientras que<br />

los escépticos se basaban en un escepticismo total que<br />

afirmaba que la verdad era inalcanzable, por lo que<br />

<strong>de</strong>bíamos suspen<strong>de</strong>r el juicio… Parece paradójico<br />

pedirle al hombre que abandone su actitud <strong>de</strong> hombre<br />

para po<strong>de</strong>r ser feliz… suspen<strong>de</strong>r el juicio… me respigo<br />

<strong>de</strong> sólo pensarlo, seríamos tan impotentes… Una<br />

vez leí en El mundo <strong>de</strong> Sofía que los filósofos estaban<br />

sobre un conejo blanco, agarrados en los extremos <strong>de</strong><br />

los pelillos <strong>de</strong>l animal, mirando al mundo a los ojos.<br />

Creo que lo importante no es estar en lo más alto <strong>de</strong> los<br />

pelillos, sino tratar <strong>de</strong> subir por ellos realizando un atributo<br />

fundamental <strong>de</strong>l hombre: ser racional. Quizá esto<br />

fue una <strong>de</strong> las cosas que olvidaron los escépticos y que<br />

todavía hoy en día olvidan mis contemporáneos apoyándose<br />

en el escepticismo o en el relativismo.<br />

Sin embargo, en medio <strong>de</strong> toda esta crisis, un gran<br />

filósofo trató <strong>de</strong> luchar contra la irracionalidad: Epicuro.<br />

Éste insistió en el sin sentido <strong>de</strong>l miedo a la muerte,<br />

a los dioses y al <strong>de</strong>stino. La muerte no era otra cosa<br />

que la pérdida <strong>de</strong> sensibilidad, los dioses no intervenían<br />

en el mundo y el hombre era libre <strong>de</strong> escoger su <strong>de</strong>stino.<br />

Vuelvo a hacer un alto en mi escritura, está claro<br />

que ésos eran los tres gran<strong>de</strong>s miedos <strong>de</strong> la cultura<br />

helenística, pero no puedo evitar afirmar que también<br />

son los gran<strong>de</strong>s “ogros” <strong>de</strong> nuestros días. ¿Qué pasaría

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