I already knew that. - Sociedad Asturiana de Filosofía
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que casi la matan a ella también. El asesino, el saber<br />
técnico, que <strong>de</strong>rivó a su vez en tecnología y en ciencia.<br />
Y entre medias, ahora y siempre, perdida, la filosofía,<br />
tratando <strong>de</strong> poner or<strong>de</strong>n en el caos, luz en las<br />
t i n i e b l a s . . . ” .<br />
Abrió los ojos. La voz <strong>de</strong>l locutor interrumpía<br />
ya a Alonso. “Una charla brillante, amigo, brillante,<br />
y dígame...” Giró el dial, en busca <strong>de</strong>... Encontró. Un<br />
piano titilaba sobre el aire cargado <strong>de</strong> reflexiones. Se<br />
sentó <strong>de</strong> nuevo. Siguió pensando.<br />
Día 6<br />
“ Tenemos horóscopos, Biblias, Coranes,<br />
ramblas en la<br />
luna, vírgenes <strong>de</strong> cera<br />
( . . . )<br />
Más <strong>de</strong> cien<br />
palabras, más <strong>de</strong> cien<br />
m o t i v o s<br />
para no cort a r -<br />
nos <strong>de</strong> un tajo las<br />
v e n a s ,<br />
más <strong>de</strong> cien pupi -<br />
las don<strong>de</strong> vernos<br />
v i v o s ,<br />
más <strong>de</strong> cien men -<br />
tiras que valen la<br />
p e n a ” .<br />
J. Sabina<br />
El día siguiente,<br />
viernes ya, empezó<br />
bastante tar<strong>de</strong>. Llovía,<br />
supongo –siempre<br />
llueve los días <strong>de</strong>cisivos–,<br />
y a lo mejor fue<br />
por eso que el templo<br />
apareció un poco, sólo<br />
un poco, eso sí, más<br />
concurrido para la<br />
misa <strong>de</strong> siete. Luis estaba contento, los pequeños<br />
triunfos saben bien, y bajó, por primera vez en meses,<br />
<strong>de</strong>l púlpito con una sonrisa dibujada en la cara.<br />
Manuela salió a su encuentro <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el fondo <strong>de</strong><br />
la nave:<br />
- Don Luis... mi sobrino se va ya, está afuera,<br />
esperando el taxi. Dice que le llame, para <strong>de</strong>spedirse.<br />
El cura caminó, <strong>de</strong>spacio, hacia el portalón. En<br />
la entrada, junto a los soportales, resguardándose <strong>de</strong><br />
las traicioneras gotas otoñales, el científico esperaba,<br />
efectivamente, maleta en mano.<br />
II Olimpiada: primer premio<br />
-Si me hubieras dicho... te llevaba yo al aeropuerto,<br />
hombre, para eso estamos...<br />
Entonces reparó en la figura a su lado:<br />
- Idhiria –saludó, tendiéndole la mano–. ¿A q u é<br />
se <strong>de</strong>be?<br />
Ella se encogió <strong>de</strong> hombros:<br />
-Pensé que Alonso quizá estaría aquí.<br />
Y había pensado bien. Des<strong>de</strong> el último banco,<br />
esquina, el sitio habitual, el filósofo se acercaba, sonriente,<br />
como siempre, <strong>de</strong> medio lado:<br />
- Estamos todos<br />
Y se hizo un silencio incómodo. Las estrellas<br />
brillaban en el cielo, titilantes tras la vidriosa cortina<br />
<strong>de</strong> llovizna. Rocas incan<strong>de</strong>scentes, dones divinos,<br />
escribas <strong>de</strong> azar, almas <strong>de</strong> muertos, cuerpos universales.<br />
El caso es que brillaban.<br />
- Es curioso lo que<br />
dijiste ayer –rompió el<br />
hielo don Luis–. Ta n t a s<br />
respuestas para una misma<br />
pregunta.<br />
- Lo más curioso no<br />
es que existan, sino que<br />
sirvan. Extraño investig<br />
a d o r, la mente humana,<br />
capaz <strong>de</strong> adaptarse a los<br />
más diversos tipos <strong>de</strong><br />
pensamiento. Hoy puedo<br />
achacar el mundo a Dios,<br />
mañana al puro azar,<br />
pasado diré que se creó a<br />
sí mismo. Y mi satisfacción,<br />
siempre la misma.<br />
Se trata <strong>de</strong> llenar el vacío,<br />
<strong>de</strong> no permitirnos lagunas<br />
en el saber, para<br />
po<strong>de</strong>r vivir. Porque es tan<br />
inquietante sentirnos<br />
ro<strong>de</strong>ados <strong>de</strong> algo cuya<br />
naturaleza <strong>de</strong>sconocem<br />
o s . . .<br />
- Es cierto –intervino,<br />
pensativa, Idhiria-.<br />
Es necesario tener una<br />
certeza, algo a que aferrarse. ¿Tú con qué te consuelas?<br />
Es necesario creer.<br />
- Pero a veces creer no basta. A veces hay que<br />
s a b e r, más que creer. Incluso la charla <strong>de</strong> ayer hablaba<br />
<strong>de</strong> ello. El mundo, en su justa evolución, aparta lo<br />
que no vale. Hemos estado ya en casi todas partes y<br />
no hemos sobrepasado, sin embargo, la materia. No<br />
había un dios esperándonos en la cumbre <strong>de</strong>l Everest,<br />
ni ojos <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino en la Luna. La ciencia quita esos<br />
misterios. No hay nada misterioso en una explosión<br />
puramente guiada por la química. Ni hay nada más<br />
allá. Incluso el hombre está hecho <strong>de</strong> moléculas, y su<br />
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