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I already knew that. - Sociedad Asturiana de Filosofía

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ciencia y filosofía iba a venir dada por la distinción<br />

entre la Física –las leyes que explican el mundo<br />

natural– y la Metafísica –simplemente, lo que no es<br />

física–, esta última, bastión <strong>de</strong> políticos e intelectuales,<br />

bastante más popular por entonces que la primera.<br />

Comenté hace ya un rato que los griegos eran<br />

viajeros empe<strong>de</strong>rnidos. Esto, claro, aún tendría su<br />

importancia. Tierra a tierra, seguían viendo cosas, y<br />

<strong>de</strong> igual modo los extranjeros –bárbaros, los llamaban<br />

ellos, pero sin él matiz negativo que vosotros y<br />

yo le damos hoy a la palabra– iban haciéndose con<br />

los avances helénicos. Parece mentira, pero el mundo<br />

anterior a Cristo era en cierto modo mucho más<br />

cosmopolita que el actual, con sus Internets y <strong>de</strong>más<br />

cuentos. La ten<strong>de</strong>ncia al alza era el sincretismo: todo<br />

un batiburrillo <strong>de</strong> creencias, i<strong>de</strong>as y teorías navegando<br />

<strong>de</strong> una orilla a otra <strong>de</strong>l Mediterráneo. Para entonces,<br />

la potencia máxima ya no eran los griegos, sino<br />

los romanos, primos hermanos suyos casi. Lo <strong>de</strong><br />

éstos era, sin duda, la guerra. Si los griegos acostumbraban<br />

a viajar cargados <strong>de</strong> vino y aceitunas que vend<br />

e r, los latinos lo hacían espada en mano. Pero el<br />

efecto era el mismo: contrastar. Busque, compare, y<br />

si encuentra algo mejor, compre, podría haber sido su<br />

lema.<br />

Total, que va a aparecer en el tablero un nuevo<br />

peón. Se trata <strong>de</strong> las religiones que po<strong>de</strong>mos englobar<br />

con la etiqueta <strong>de</strong> “semíticas”. Eran las que venían<br />

<strong>de</strong> Oriente, <strong>de</strong> la zona <strong>de</strong> la Península arábiga. Las<br />

conservamos, aún. Hablo <strong>de</strong>l Judaísmo y <strong>de</strong>l Islam.<br />

Y el Cristianismo, luego. Pero hagamos un pequeño<br />

r e p a s o .<br />

Las religiones que se conocían hasta entonces<br />

eran, dicen los estudiosos, las <strong>de</strong> la cultura indoeuropea.<br />

Las propias creencias griegas, otras similares<br />

propias <strong>de</strong> los pueblos <strong>de</strong>l Norte, las hinduistas,<br />

incluso, pertenecían a este grupo. Todas ellas se basaban,<br />

en principio, en un drama entre las fuerzas <strong>de</strong>l<br />

bien y las <strong>de</strong>l mal. Creían en el <strong>de</strong>stino, lo que daba<br />

lugar a una visión cíclica <strong>de</strong> la vida y la historia. Las<br />

almas transmigraban <strong>de</strong> un cuerpo, o un lugar físico,<br />

en el caso <strong>de</strong> la griega, a otro tras la muerte, en una<br />

i<strong>de</strong>a panteísta –todo es Dios, la misma materia, uno–<br />

<strong>de</strong>l mundo. Contaban con muchos y muy diferentes<br />

dioses, a los que rendían tributos y sacrificios para<br />

mantenerlos contentos, y a los que representaban <strong>de</strong><br />

continuo en imágenes pintadas o esculpidas. El único<br />

valor moral que implicaban estas religiones era,<br />

normalmente, la conveniencia <strong>de</strong> una vida ascética.<br />

Por lo <strong>de</strong>más, la ética individual estaba al margen <strong>de</strong><br />

la religión.<br />

A este panorama, las mencionadas religiones<br />

semíticas van a traer la innovación <strong>de</strong>l factor espiritual.<br />

Monoteístas, y casi todas, a<strong>de</strong>más, con extrañas<br />

prohibiciones <strong>de</strong> crear imágenes <strong>de</strong> Dios, resultan a<br />

oídos clásicos atrayentemente misteriosas. Existe un<br />

II Olimpiada: primer premio<br />

abismo tan gran<strong>de</strong> entre el Creador y su Creación,<br />

que el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l primero resulta bastante más impresionante.<br />

Sobre todo, teniendo en cuenta que sus<br />

enseñanzas ofrecen pautas sobre cómo salvarse <strong>de</strong> la<br />

muerte, como obtener una vida eterna, que, nada que<br />

ver con la trasmigración <strong>de</strong> almas, lleva a un paraíso<br />

idílico al que ha seguido correctamente las doctrinas.<br />

Porque, eso sí, conllevaban un estricto código moral<br />

que <strong>de</strong>bía ser cumplido a rajatabla para no caer en el<br />

pecado –¡otro nuevo e inquietante concepto! –, que<br />

llevaría irremisiblemente al tormento eterno. ¿Dón<strong>de</strong><br />

encontrar toda esta normativa espiritual? Muy<br />

fácil. En los libros confeccionados al uso. Evangelios<br />

o Corán, pue<strong>de</strong> usted elegir. Pero, eso sí, no du<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong> ellos: lo que contienen es palabra <strong>de</strong> Dios, directamente<br />

bajada a la Tierra por sus profetas. E igual <strong>de</strong><br />

fácil es vivir el reino <strong>de</strong> los cielos en la tierra: oración,<br />

predicación, penitencia. Una vida lineal, una<br />

Historia lineal. Todo sigue la voluntad <strong>de</strong> ese Diospadre<br />

todopo<strong>de</strong>roso. A la gente le fascinó esta nueva<br />

i d e a .<br />

Tanto que, en cosa <strong>de</strong> unos siglos, una <strong>de</strong> estas<br />

nuevas religiones iba a convertirse en el culto oficial<br />

<strong>de</strong>l Imperio Romano. Lo que suponía el <strong>de</strong>l mundo<br />

civilizado. Y arraigó <strong>de</strong> tal manera en las gentes que,<br />

al comienzo <strong>de</strong>l nuevo período histórico, el Cristianismo<br />

–porque, sí, <strong>de</strong> éste estamos hablando– era rey<br />

y señor <strong>de</strong> las creencias europeas, <strong>de</strong>sbancando a<br />

científicos, filósofos, magos y religiosos <strong>de</strong> otro tipo<br />

<strong>de</strong> sus ancestrales tronos.<br />

Situémonos en la Edad Media. Europa. Sistema<br />

feudal, extremadísimas diferencias sociales. ¿Qué<br />

mejor explicación que, la <strong>de</strong> que Dios lo quiera así?<br />

Cómodo para los privilegiados, reconfortante para<br />

los que no lo son. Incluso la <strong>Filosofía</strong> se doblega a las<br />

circunstancias, y su reflexión comienza a moverse<br />

por terrenos teológicos. De hecho, si un filósofo se<br />

alejaba <strong>de</strong> lo tenido por ortodoxo, sería silenciado,<br />

por hereje. Sin embargo, no todo iba a ser tan sencillo.<br />

Siempre hay mentes valerosas que se salen <strong>de</strong> las<br />

pautas, por suerte. Gracias a ellas, ocurrió lo contrario<br />

<strong>de</strong> lo que habría cabido esperar: esta época será la<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>spegue <strong>de</strong> la Ciencia por sí misma, separándose<br />

<strong>de</strong>finitivamente <strong>de</strong> la filosofía. Descubrimientos<br />

como los <strong>de</strong> Copérnico y Galileo van a dar lugar, una<br />

vez superado el estupor inicial, a una completamente<br />

nueva concepción <strong>de</strong>l mundo y la vida. Quizá Dios<br />

no está <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> todo. ¿Y entonces? El or<strong>de</strong>n social<br />

se altera, la moral, las costumbres, la vida entera pega<br />

un brinco. En esta nueva concepción <strong>de</strong>l mundo no<br />

hay lugar para la filosofía, ni para la fe; la tecnocracia<br />

ofrece, parece, una forma más racional <strong>de</strong> salvación.<br />

Este “saber científico” se caracteriza, como la<br />

Metafísica, por ser crítico y racional. Aunque no<br />

tanto: hay cosas que tiene que dar por hecho. Por<br />

ejemplo, no pue<strong>de</strong> pararse a discutir si existe o no<br />

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