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I already knew that. - Sociedad Asturiana de Filosofía

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36<br />

BOLETÍN Nº 2<br />

- ¿Qué tal su futuro? –ironizó–, y ante la sorpresa<br />

<strong>de</strong> los invitados, tuvo que explicarse.<br />

- Una parroquiana –dijo–, una <strong>de</strong> las más creyentes...<br />

y es que Manuela... bueno la ha visto...<br />

oído... llamando a un programa <strong>de</strong> tarot, y bueno, me<br />

sienta mal...<br />

Alonso no pudo evitar una carcajada ante el<br />

rebote <strong>de</strong> su amigo. Pero la reacción <strong>de</strong> David fue<br />

bien distinta:<br />

- ¿Y qué hacías tú viendo ese programa? –increpó<br />

a su tía– ¡No creerás en esas cosas!<br />

La pobre mujer estaba más que abrumada con<br />

tanto reproche.<br />

- Ay hijo, yo no sé... ¿Qué te molesta tanto, a ti<br />

también? ¿A quién hago mal con esto?<br />

- ¡Vivimos en el siglo XXI, por el amor <strong>de</strong> Dios!<br />

¡Un mundo científico! ¡Ya es hora <strong>de</strong> abandonar<br />

ese absurdo pensamiento mágico, esa esperanza<br />

<strong>de</strong> encontrar soluciones sobrenaturales a<br />

nuestros problemas! ¿No es cierto?<br />

–suplicó en ayuda a sus interlocutor<br />

e s – .<br />

- Pues sí –afirmó el sacerdote–,<br />

yo siempre se lo digo.<br />

Pero ni caso, oye. Si es que<br />

esos embaucadores sólo<br />

preten<strong>de</strong>n sacar los<br />

cuartos a la gente<br />

aprovechando su<br />

ignorancia... es<br />

i n d i g n a n t e . . .<br />

Mientras discutían,<br />

paradójicamente unidos los<br />

enemigos por un enemigo<br />

común, en el rostro <strong>de</strong> Alonso se<br />

iba gestando una sonrisa. Pasando la<br />

mirada <strong>de</strong> uno a otro como si <strong>de</strong> un partido<br />

<strong>de</strong> tenis se tratara, fue elaborando una<br />

i<strong>de</strong>a en absoluto mala.<br />

- Escuchadme... –interrumpió– Siempre he<br />

creído que para aclarar un problema es necesario<br />

contemplar todas las versiones posibles... Ayer <strong>de</strong>jamos<br />

una charla a medias, ¿por qué no la terminamos...<br />

con un interlocutor más?<br />

Los <strong>de</strong>más lo miraban sin enten<strong>de</strong>r.<br />

- ¿Qué quieres <strong>de</strong>cir? –preguntaron–.<br />

Sin per<strong>de</strong>r su sonrisa la<strong>de</strong>ada, se explicó:<br />

- Páseme la guía, Manuela. Vamos a llamar a esa<br />

h e c h i c e r a .<br />

No más <strong>de</strong> un par <strong>de</strong> horas más tar<strong>de</strong>, los tres<br />

estaban sentados en un bar <strong>de</strong>l centro, esperando a<br />

Idhiria. Idhiria Adhami, ponían las páginas amarillas<br />

–“¿<strong>de</strong> dón<strong>de</strong> sacarán esos nombres artísticos tan<br />

enrevesados?”, se preguntó Luis–, echadora <strong>de</strong> cartas,<br />

se pasa el agua, se curan sortilegios. Entró bamboleándose<br />

seductora, falda corta, pelo largo. A l o nso<br />

se levantó:<br />

- ¿Idhiria? – inquirió, avanzando hacia ella-.<br />

Alonso. Soy quién habló contigo.<br />

Ella echó una mirada rápida a la mesa:<br />

-¿Quién es toda esa gente? –preguntó, con un<br />

mohín <strong>de</strong>spectivo–. Ya es bien raro hacer la sesión en<br />

un bar, pero con espectadores ni lo sueñes.<br />

El filósofo sonrió.<br />

- Ven y siéntate. Yo te explico.<br />

Creo que lo que pasó en ese momento por la<br />

mente <strong>de</strong> la joven fue más que nada un ramalazo <strong>de</strong><br />

presunción. Acostumbrada a suscitar fascinación,<br />

supuso que aquello era una especie <strong>de</strong> reunión <strong>de</strong><br />

admiradores. Y claro, se sentó. Lo que seguro no se<br />

esperaba para nada fue lo que siguió.<br />

- Supongo que estás intrigada –explicó A l o n s o –<br />

sobre qué haces aquí. La cuestión es la siguiente: han<br />

s u rgido entre nosotros algunas disputas sobre tu<br />

oficio. Sobre los nuestros, <strong>de</strong> hecho, y el tuyo<br />

por extensión. Por eso te hemos llamado,<br />

para darte la justa oportunidad <strong>de</strong> exponer<br />

tus argumentos. No sería justo censurarte<br />

sin hacerlo.<br />

El filósofo era en verdad un<br />

gran orador. En pocos minutos<br />

convirtió su sorpresa en<br />

interés, y, hechas las<br />

presentaciones <strong>de</strong><br />

r i g o r, la charla<br />

<strong>de</strong>rivó por sí sola<br />

hacia el tema esperado,<br />

sin darle siquiera<br />

ocasión <strong>de</strong> pensar en irse.<br />

-En la sociedad mo<strong>de</strong>rna<br />

–comenzó David–, por suerte<br />

las cosas se rigen por los principios<br />

<strong>de</strong> la Ciencia. Es el conocimiento<br />

hallado metódicamente el que nos permite<br />

controlar la materia, eso lo sabemos<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> niños. Por eso nos esforzamos en lograrlo.<br />

Y por eso es absurdo que paralelamente al <strong>de</strong>sarrollo<br />

<strong>de</strong> la ciencia estén resurgiendo absurdas prácticas<br />

<strong>de</strong> brujería como las que tú nos ven<strong>de</strong>s. Es completamente<br />

estúpido. Y lo más indignante es que os<br />

empeñéis en afirmar que vuestros datos son científicos.<br />

Eso sí que es insostenible.<br />

- No –discutió la recién llegada, incorporándose<br />

casi sin quererlo a la discusión–, lo insostenible es<br />

esa intolerancia. Sólo medís el mundo por el rasero<br />

<strong>de</strong> la materia, sin daros cuenta <strong>de</strong> que la realidad que<br />

nos ro<strong>de</strong>a no es indiferente a nuestra existencia, <strong>de</strong><br />

que existe un alma universal que convive con nosotros<br />

y pue<strong>de</strong> ayudarnos.<br />

David no pudo evitar una risa sarcástica, pero<br />

ella prosiguió:<br />

- Y esa realidad se rige, obviamente, por leyes.<br />

Leyes como las científicas, que hay que investigar y<br />

utilizar <strong>de</strong> la manera a<strong>de</strong>cuada.

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