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I already knew that. - Sociedad Asturiana de Filosofía

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Los dos callaron, así que siguió el mismo:<br />

- Ya que no sabéis, os ayudaré yo mismo.<br />

¿Conocéis a Panikkar?<br />

- Sí –intervino Alonso–, yo he leído algo. Es una<br />

especie <strong>de</strong> sintetizador <strong>de</strong> culturas, un estudioso.<br />

- Bingo. Estudioso <strong>de</strong> la <strong>Filosofía</strong>, la Te o l o g í a<br />

y la Ciencia por igual.<br />

David arqueó las cejas, extrañado.<br />

- En una entrevista dijo, a pesar <strong>de</strong> ser a<strong>de</strong>más<br />

un científico <strong>de</strong>stacado, que consi<strong>de</strong>raba la religión<br />

una dimensión fundamental <strong>de</strong>l hombre. Alegaba la<br />

inherencia <strong>de</strong> la ten<strong>de</strong>ncia a la plenitud en la naturaleza<br />

humana, y la vali<strong>de</strong>z <strong>de</strong> cualquier pretexto que<br />

le sirva para satisfacer esa necesidad. Decía, creo<br />

r e c o r d a r, que frente a la<br />

conciencia <strong>de</strong> no sentirse<br />

colmado, lo natural<br />

en el hombre es buscar<br />

la mayor belleza en lo<br />

que le ro<strong>de</strong>a. Y q u i z á<br />

para eso es necesario<br />

atribuirlo a una obra<br />

divina. Simplemente.<br />

Porque, <strong>de</strong>cía, si el<br />

hombre sólo es feliz si<br />

llega a la luna, o si mueve<br />

aparatos <strong>de</strong> mil kilos<br />

para transportar cien,<br />

entonces no hay esperanza<br />

sobre la Ti e r r a .<br />

Porque, y eso, A l o n s o ,<br />

lo hablábamos ayer, a<br />

veces es necesario<br />

compren<strong>de</strong>r que la realidad<br />

no es sólo lo que<br />

vemos con los ojos <strong>de</strong> la<br />

cara. Si fuera así, qué<br />

tristeza <strong>de</strong> mundo.<br />

La discusión estaba<br />

en tablas, y los interlocutores,<br />

serios como<br />

niños con una perreta.<br />

Manuela, boquiabierta,<br />

vagaba con la mirada <strong>de</strong><br />

uno a otro sin ni atreverse a intervenir. Hasta que <strong>de</strong><br />

pronto, alentada quizá por el silencio –aunque esto<br />

no sea algo tan común– lo hizo:<br />

- Yo no veo a qué tanta discusión. Cuando era<br />

chica, en mi pueblo el más listo era el maestro, y el<br />

médico y el cura. Uno <strong>de</strong> cada, como uste<strong>de</strong>s tres. Y<br />

la cosa es que cada cual no se metía en lo <strong>de</strong> los otros,<br />

cómo iba a ir el doctor a dar la clase, o el maestro a<br />

dar la misa. Nadie lo piensa. Así que es eso, cada uno<br />

a sus libros, y la gente dirá. Porque la verdad les digo<br />

que yo ahora no los entiendo a ninguno, pero la ciencia,<br />

para mí, lo <strong>de</strong> los médicos, y me vale si me cura.<br />

Y <strong>de</strong> don Luis, pues oigan, muy bien, que al Padre<br />

II Olimpiada: primer premio<br />

hay que tenerlo contento y entonces mejor ir a la<br />

misa, al menos mientras la salud lo permita. Y e l<br />

saber <strong>de</strong> los libros, pues bien también, porque ya ven,<br />

ya quisiera yo tener algo más que potes en la cabeza.<br />

Y por lo <strong>de</strong>más, todo la misma cosa. Y no me entiendan<br />

mal, que bien sabe Dios que yo, católica, apostólica<br />

y romana, pero la cosa es ir tirando con la vida<br />

<strong>de</strong> una, que no es poco, como para meterse en otros<br />

b e r e n j e n a l e s .<br />

Y con la voz <strong>de</strong>l pueblo, la charla parecía acabada,<br />

pero David, que con su ciencia a cuestas, si no<br />

ganaba, por fuerza había <strong>de</strong> empatar, no pudo menos<br />

<strong>de</strong> añadir:<br />

-Como dijo Einstein,<br />

no po<strong>de</strong>mos saber si la ciencia<br />

es la verdad, pero en<br />

cualquier caso, es lo que<br />

más se le aproxima.<br />

E ignorando las miradas<br />

<strong>de</strong>spectivas <strong>de</strong> los<br />

otros, se levantó para una<br />

siesta, quedándose más<br />

ancho que larg o .<br />

Día 4<br />

“Es, es una hechicera,<br />

que domina al hombre<br />

con sus andares, con<br />

las ca<strong>de</strong>ras...”<br />

M a n á<br />

Desayunaron cada<br />

uno por su parte, el martes.<br />

Preferían no encontrarse.<br />

Pero a la hora <strong>de</strong> la comida,<br />

Manuela se impuso:<br />

- ¡O todos juntos o<br />

ninguno, sólo me faltaba, si<br />

parecen críos!<br />

Sería falso <strong>de</strong>cir que<br />

no hablaron. La verdad es que comentaron <strong>de</strong>l tiempo,<br />

<strong>de</strong>l viaje <strong>de</strong> David, <strong>de</strong>l guiso <strong>de</strong> Manuela, <strong>de</strong>l piso<br />

tan amplio que tienes, Luis, cuánto te cuesta <strong>de</strong> renta.<br />

Pero evitaban con toda conciencia tocar cualquier<br />

punto conflictivo: en la conversación <strong>de</strong>l día anterior<br />

había quedado patente que sus opiniones eran aparentemente<br />

irreconciliables, y discutir por discutir<br />

nunca es algo inteligente. Pero, <strong>de</strong> repente, la mujer,<br />

que parecía en efecto tener el don <strong>de</strong> la oportunidad,<br />

volvió a <strong>de</strong>satar, inintencionadamente, la polémica.<br />

- Encontré a doña Ana cuando fui a comprar el<br />

pan –comentó, y don Luis no pudo ocultar su malhum<br />

o r – .<br />

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