I already knew that. - Sociedad Asturiana de Filosofía
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ha lugar temerle o amarle, entonces, ¿para qué<br />
rezarle? No se trata <strong>de</strong> un Dios al que le apetezca<br />
conversar con su creación, bastante ocupado está,<br />
como dijo Aristóteles, conociéndose a sí mismo. En<br />
cierto modo, lo que los filósofos hicieron fue lo mismo<br />
que hizo todo el mundo: crear un Dios a su imagen<br />
y semejanza. Quizá no me creas, pero las religiones<br />
avanzadas han incorporado a su trama en<br />
múltiples puntos ese Dios filósofo, para a<strong>de</strong>cuar su<br />
discurso a las i<strong>de</strong>as racionales en auge. Así, la herejía<br />
<strong>de</strong> los pensadores no <strong>de</strong>berías llamarla ateísmo,<br />
Luis. Se basa sólo en otorgar a los hechos religiosos<br />
la misma consi<strong>de</strong>ración inicial que a cualesquiera<br />
otros: simplemente el beneficio <strong>de</strong> la duda; y partiendo<br />
<strong>de</strong> ahí, elaborar sus propias i<strong>de</strong>as. Por eso<br />
puedo asegurarte que, a lo largo <strong>de</strong> la Historia, la<br />
filosofía ha hecho a la religión más favor que daño:<br />
la ha ayudado a evolucionar. Y, por supuesto, también<br />
ha sido influida por ella. La cosa está en saber<br />
dón<strong>de</strong> poner el límite. Los dos sabemos <strong>de</strong> filósofos<br />
b e a t i f i c a d o s .<br />
Don Luis miró a su amigo:<br />
- Supongo –dijo, con voz cansada– que estarás<br />
en lo cierto. Sin embargo, un creyente hace un servicio<br />
que nunca hará un filósofo. Vosotros os quedáis<br />
pensando en vuestros estudios, mientras nosotros<br />
salimos y ayudamos al pueblo. La Iglesia pue<strong>de</strong> atarte,<br />
pero te da unos valores que no llevan más que al<br />
bien. “Amad a los otros como yo os he amado”. Llámalo<br />
egoísmo, si quieres, di que el único motor es<br />
lograr el propio ticket al paraíso, pero mira también<br />
cuánto bien se hace en nombre <strong>de</strong> Dios. En estos<br />
tiempos <strong>de</strong> moral relajada y materialismo a ultranza<br />
no vendría mal aparcar un poco tanto racionalismo a<br />
favor <strong>de</strong> una fraternidad algo más cristiana, aunque<br />
esto suponga caer en el dogmatismo que me reprochas.<br />
- Una perspectiva maniquea pura y dura –replicó,<br />
con superioridad-, muy propio <strong>de</strong> ti. Bien y mal,<br />
y no hay más. ¿Dón<strong>de</strong> queda la verdad en tu escala?<br />
¿No será más importante un mundo libre por la verdad<br />
que un mundo feliz por la mentira?<br />
- Veo que estos años te han dado un buen revestimiento<br />
<strong>de</strong> autoconfianza, ¿no? Estás en posesión <strong>de</strong><br />
la razón absoluta. Me parece perfecto.<br />
Entre ofendidos y confusos, los dos callaron,<br />
sorprendidos por las palabras que acababan <strong>de</strong> oírse,<br />
más a sí mismos que al otro; y con la mirada fija en<br />
sendos puntos más allá <strong>de</strong>l horizonte, <strong>de</strong>jaron pasar<br />
los minutos en silencio, mientras los rayos <strong>de</strong>l sol se<br />
mezclaban poco a poco con los <strong>de</strong> la luna en tonalida<strong>de</strong>s<br />
ambiguas. El anochecer, otro guiso <strong>de</strong> Manuela<br />
y la consabida charla insustancial les sorprendieron<br />
no mucho más tar<strong>de</strong> en pleno ataque <strong>de</strong> incertidumbre<br />
mutua, pensando en el modo tan curioso que<br />
tiene el tiempo <strong>de</strong> mol<strong>de</strong>ar mentes parejas en direcciones<br />
por completo divergentes.<br />
Día 3<br />
“El mundo está como está<br />
a causa <strong>de</strong> las cert e z a s ;<br />
la guerra y la vanidad<br />
comen en la misma mesa”<br />
J. Dre x l e r<br />
II Olimpiada: primer premio<br />
A veces la casualidad pone las cosas tan en ban<strong>de</strong>ja<br />
que cuesta creer que se trate simplemente <strong>de</strong><br />
a z a r.<br />
A la mañana siguiente, los <strong>de</strong>spertó el teléfono.<br />
Alonso se había quedado finalmente, es cierto, a<br />
pasar la noche allí mismo, porque el cristiano sentido<br />
<strong>de</strong> la hospitalidad <strong>de</strong>l cura se resistía a <strong>de</strong>jarle durmiendo<br />
en un hotel, por bueno que fuera, habiendo<br />
como había, un buen par <strong>de</strong> camas libres en la casa;<br />
y la cena, por su parte, había sido tan copiosa que la<br />
pereza casi perdía su papel <strong>de</strong> pecado <strong>de</strong> puro impensable<br />
que se hacía el salir <strong>de</strong> casa con aquella modorra.<br />
Decía, pues, que los <strong>de</strong>spertó el teléfono. Don<br />
Luis lo <strong>de</strong>scolgó creyendo que sería algún feligrés en<br />
apuros, o, más probablemente, algún encargo, trabajo<br />
o queja, cuando <strong>de</strong> pronto:<br />
- ¡Bendito...! –masculló–.<br />
Con el jaleo se le había olvidado por completo<br />
que David iba a comer. David era el sobrino <strong>de</strong><br />
Manuela, un chico listo <strong>de</strong> ciudad. Y <strong>de</strong> vez en cuando,<br />
como el hijo pródigo, venía a ver a la tía. Y a l<br />
párroco. Como quien va al zoo. A don Luis solía incomodarle<br />
la presencia <strong>de</strong>l muchacho en su casa, algo<br />
así como le ocurría ahora con Alonso: se sentía amenazado<br />
en su propio territorio. Y es que el chico era<br />
científico, eso lo repetía Manuela sin parar, el org ullo<br />
<strong>de</strong> la familia. Y por eso, claro, a callar. Y ese día<br />
tocaba visita. O, mejor dicho, como le aclaró la asistenta<br />
en un abrir y cerrar <strong>de</strong> ojos, ése y los siguientes,<br />
que el chico se iba a América, a hacer un master,<br />
y, míralo qué majo, se pasaba antes a <strong>de</strong>spedir <strong>de</strong> la<br />
madrina, y se quedaba hasta el viernes.<br />
Menos mal que en aquella casa había camas<br />
para muchos.<br />
La comida empezó con una cierta tensión. Presentaciones<br />
hechas, a Alonso tampoco le agradaba<br />
<strong>de</strong>masiado el recién llegado. Le molestaban los jóvenes<br />
arrogantes que creían saber más que nadie. Y n o<br />
digamos cuál era el humor <strong>de</strong> don Luis. La verdad es<br />
que ni el bombar<strong>de</strong>o <strong>de</strong> preguntas familiares <strong>de</strong><br />
Manuela logró salvar a la comida <strong>de</strong>l mutismo más<br />
a b s o l u t o .<br />
Hasta que, <strong>de</strong> pronto, <strong>de</strong>sesperada ya por la tristeza<br />
<strong>de</strong> aquello que para ella constituía casi un acontecimiento,<br />
lanzó, sin querer, la manzana <strong>de</strong> la disc<br />
o r d i a :<br />
- Ayer los oí que discutían... Igual el chico pue<strong>de</strong><br />
ayudarles, si era alguna duda, él que sabe tanto...<br />
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