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La figura histórica de Jesús

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1A FIGURA HISTÓRICA DE JESÚS<br />

para "Satanás", véase 2 Cor 11,14). Tales creencias, en la mentalidad<br />

<strong>de</strong> los judíos <strong>de</strong>l siglo I, no constituían una negación<br />

<strong>de</strong>l monoteísmo. Al final, todos los <strong>de</strong>más po<strong>de</strong>res ce<strong>de</strong>rían<br />

ante el único Dios (1 Cor 15,24-26; Flp 2,1 Os). Mientras<br />

tanto, solamente ese Dios era digno <strong>de</strong> adoración. Los gentiles<br />

(pensaban los judíos) <strong>de</strong>bían <strong>de</strong> haber sabido ver esto, <strong>de</strong>l<br />

mismo modo que una cerámica prueba la existencia <strong>de</strong> un<br />

alfarero. 3 Los judíos, en cualquier caso, eran los receptores <strong>de</strong><br />

la revelación y les estaba estrictamente prohibido tener trato<br />

con los dioses paganos.<br />

2. <strong>La</strong> elección divina y la ley. Los judíos creían que Dios había elegido<br />

a Israel y había establecido una alianza con el pueblo<br />

judío, una alianza que obligaba al pueblo a obe<strong>de</strong>cer a Dios y<br />

obligaba a Dios a guiar y proteger al pueblo. Los tres momentos<br />

más importantes en la historia <strong>de</strong>l establecimiento <strong>de</strong> esta<br />

alianza fueron la llamada <strong>de</strong> Abraham (Gn 17), el éxodo <strong>de</strong><br />

Egipto (Ex 14) y la revelación <strong>de</strong> la ley divina a Moisés en el<br />

monte Sinaí (<strong>de</strong>s<strong>de</strong> Ex 19,16 hasta el final <strong>de</strong> Deuteronomio).<br />

3. Arrepentimiento, castigo y perdón. Quienes transgredían la ley<br />

<strong>de</strong>bían hacer reparación si sus <strong>de</strong>litos perjudicaban a otros,<br />

arrepentirse y ofrecer un sacrificio. <strong>La</strong>s transgresiones que no<br />

perjudicaban a otros (como trabajar por <strong>de</strong>scuido en sábado)<br />

exigían arrepentimiento y sacrificio. Dios siempre perdonaba<br />

al pecador arrepentido. Quienes no se arrepentían quedaban<br />

sujetos al castigo divino, que se manifestaba, por ejemplo, en<br />

la enfermedad. Si aceptaban esto como correctivo divino por<br />

sus <strong>de</strong>litos, seguían siendo dignos miembros <strong>de</strong> la alianza. 4 En<br />

general, el mismo sistema se aplicaba a la nación en su conjunto.<br />

Sus transgresiones conducían al castigo nacional, como<br />

la cautividad <strong>de</strong> Babilonia, y las calamida<strong>de</strong>s conducían a la<br />

contrición humil<strong>de</strong>. Dios siempre redimía a su pueblo, y, pese<br />

a sus faltas, su pueblo siempre permanecía fiel a él.<br />

Los hechos que establecieron la alianza (la llamada <strong>de</strong> Abraham, el<br />

éxodo y la entrega <strong>de</strong> la ley) dieron a Israel su carácter <strong>de</strong>cisivo, pero la<br />

revelación <strong>de</strong> Dios a la nación, y su actuación en favor <strong>de</strong> ésta, no terminó<br />

con Moisés. Dios dio la tierra <strong>de</strong> Palestina a los israelitas. Posteriormente<br />

3 Sab 13,1; Rom 1,20.<br />

4 Sobre la secuencia transgresión-enfermedad como castigo <strong>de</strong> Dios-perdón,<br />

véase como ejemplo 1 Cor 11,27-32.<br />

EL JUDAISMO COMO RELIGIÓN<br />

habló a través <strong>de</strong> profetas. Los israelitas eran el pueblo propio <strong>de</strong> Dios; él<br />

había prometido <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rles y hacerlos gran<strong>de</strong>s, y aseguró su re<strong>de</strong>nción.<br />

Esta promesa era parte esencial <strong>de</strong> la elección.<br />

En el siglo I, "re<strong>de</strong>nción" tenía diversos significados (como ya hemos<br />

visto, pp. 49-51). Unos judíos esperaban la re<strong>de</strong>nción nacional en un sentido<br />

bastante mundano, socio-político; otros esperaban la re<strong>de</strong>nción individual<br />

a la hora <strong>de</strong> la muerte; otros más, un gran acontecimiento que<br />

transformaría el mundo, exaltaría a Israel por encima <strong>de</strong> las <strong>de</strong>más naciones<br />

y convencería a los gentiles para que se convirtieran. Mientras esperaban,<br />

los judíos tenían que observar la ley <strong>de</strong> Dios y buscar el perdón <strong>de</strong><br />

Dios si la transgredían.<br />

Estas creencias constituían el núcleo <strong>de</strong> la "ortodoxia" ("la opinión<br />

correcta") judía. Inherente a ellas es la exigencia <strong>de</strong> la "ortopraxis" ("la<br />

práctica correcta"). A continuación vamos a enumerar algunas <strong>de</strong> las principales<br />

prácticas que caracterizaban a los judíos observantes, señalando<br />

también <strong>de</strong> manera especial lo que distinguía a los judíos <strong>de</strong> los gentiles.<br />

1. Los judíos tenían que adorar o servir a Dios (obligación implícita<br />

en el segundo <strong>de</strong> los diez mandamientos, que prohibe "el<br />

servicio" a los otros dioses: Ex 20,4; Dt 5,8). Esto suponía,<br />

sobre todo, adorarle en el Templo <strong>de</strong> Jerusalén. <strong>La</strong> Biblia exige<br />

que los varones judíos acudan al Templo tres veces al año, en<br />

las fiestas <strong>de</strong> peregrinación. En el siglo I, la dispersión <strong>de</strong> la<br />

población judía hacía esto imposible; los judíos proce<strong>de</strong>ntes<br />

<strong>de</strong> las regiones más remotas <strong>de</strong> Palestina probablemente iban<br />

al Templo una vez al año, pero los que vivían en otros países<br />

(llamados colectivamente la diáspora) muy rara vez realizaban<br />

la peregrinación. Acudieran o no, los judíos pagaban el<br />

impuesto <strong>de</strong>l Templo, que sufragaba los sacrificios ofrecidos<br />

en nombre <strong>de</strong> toda la comunidad. El culto judío, sin embargo,<br />

no estaba limitado al Templo. Dt 6,4-6 exige que los judíos<br />

recuer<strong>de</strong>n los mandamientos principales dos veces al día<br />

("cuando te acuestas y cuando te levantas"). <strong>La</strong> mayoría <strong>de</strong> los<br />

judíos probablemente obe<strong>de</strong>cían las instruciones <strong>de</strong> este<br />

pasaje: lo primero que se hacía por la mañana, y lo último por<br />

la noche, era repetir lo esencial <strong>de</strong>l texto <strong>de</strong> Dt 6 ("ama al<br />

Señor tu Dios con todo tu corazón...") y algunos <strong>de</strong> los mandamientos<br />

más básicos. También utilizaban estos momentos<br />

<strong>de</strong> la mañana y <strong>de</strong>l atar<strong>de</strong>cer para la oración. <strong>La</strong> mayoría <strong>de</strong> las<br />

comunida<strong>de</strong>s judías, si no todas, tenían sinagogas, llamadas<br />

generalmente en griego "casas <strong>de</strong> oración", don<strong>de</strong> el pueblo se<br />

reunía el sábado para estudiar la ley y orar. Así, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong><br />

adorar a Dios ocasionalmente en el Templo <strong>de</strong> Jerusalén, los<br />

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