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La figura histórica de Jesús

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LA FIGURA HISTÓRICA DE JESÚS<br />

nes. <strong>La</strong> primera es: ¿qué pasaba con la relación <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> con los malvados,<br />

que ofendía a quienes le criticaban? Si otros malvados respondían como<br />

Zaqueo, que se convirtió y distribuyó generosamente su riqueza, ¿cuál<br />

sería la queja? Ninguna, creo.<br />

Esto nos lleva a la segunda cuestión: ¿cuál era la misión propia <strong>de</strong><br />

<strong>Jesús</strong>? ¿Qué diantres pensaba hacer? ¿Era su objetivo en la vida convencer<br />

a los malos <strong>de</strong> que <strong>de</strong>bían empezar a ser honrados, o persuadir a los<br />

acaudalados para que compartieran su dinero? Para contestar a estos interrogantes,<br />

<strong>de</strong>bemos preguntarnos qué es lo que dicen exactamente los<br />

evangelios sobre la relación <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> con los malvados. Este examen revela<br />

que sólo Lucas aporta historias concretas sobre la llamada <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> a la<br />

conversión, y que sólo Lucas pensaba que <strong>Jesús</strong> persuadió a los malvados<br />

para que se convirtieran y restituyeran sus ganancias mal adquiridas. Es<br />

<strong>de</strong>cir, el <strong>Jesús</strong> <strong>de</strong> Lucas, que consiguió que recaudadores <strong>de</strong> impuestos se<br />

convirtieran y restituyeran, no habría irritado a nadie, al menos no<br />

por esto. Pero, puesto que <strong>Jesús</strong> encontró oposición por su comportamiento<br />

con los pecadores, me inclino a pensar que no se ha <strong>de</strong> <strong>de</strong>finir a<br />

<strong>Jesús</strong> como un predicador <strong>de</strong> la conversión. Era partidario <strong>de</strong> la conversión,<br />

pero, si lo introducimos en una clasificación por tipos y exponemos<br />

cómo vio su misión, concluiremos que no fue un reformador interesado<br />

en la conversión.<br />

En el Nuevo Testamento, ese título pertenece al Bautista. <strong>Jesús</strong> era<br />

consciente <strong>de</strong> sus diferencias con respecto a Juan e hizo comentarios sobre<br />

ellas en más <strong>de</strong> una ocasión. <strong>La</strong>s prostitutas se convirtieron cuando predicó<br />

Juan —no cuando predicó <strong>Jesús</strong>-. Juan era un asceta; <strong>Jesús</strong> comía y<br />

bebía. Y <strong>Jesús</strong> era amigo <strong>de</strong> recaudadores <strong>de</strong> impuestos y pecadores -no <strong>de</strong><br />

ex recaudadores <strong>de</strong> impuestos y ex pecadores, que es lo que fue Zaqueo<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> encontrarse con <strong>Jesús</strong>, sino <strong>de</strong> recaudadores <strong>de</strong> impuestos y<br />

pecadores—. A mi parecer, <strong>Jesús</strong> fue mucho más radical que Juan. <strong>Jesús</strong><br />

pensaba que el llamamiento <strong>de</strong> Juan a convertirse había sido eficaz, pero,<br />

<strong>de</strong> hecho, solamente tuvo un éxito parcial. Su estilo personal fue en cualquier<br />

caso diferente; no repitió las tácticas <strong>de</strong>l Bautista. Por el contrario,<br />

comía y bebía con los malvados y les contaba que Dios los amaba especialmente<br />

y que el Reino estaba próximo. ¿Esperaba que cambiasen sus<br />

maneras <strong>de</strong> actuar? Probablemente, sí. Pero "cambia ya o serás <strong>de</strong>struido"<br />

no era su mensaje, sino el <strong>de</strong> Juan. El <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> era: "Dios te ama".<br />

Po<strong>de</strong>mos ver mejor lo característico <strong>de</strong>l mensaje y estilo <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> si<br />

consi<strong>de</strong>ramos la parábola <strong>de</strong> la oveja perdida. Si a un hombre que tenía<br />

cien ovejas se le extraviaba una, <strong>de</strong>jaba que las otras noventa y nueve se<br />

las arreglasen por su cuenta e iba en busca <strong>de</strong> la perdida (Mt 18,12-14;<br />

Le 15,3-7). Según la versión <strong>de</strong> Mateo, la moraleja es ésta: "Del mismo<br />

modo vuestro Padre celestial no quiere que se pierda ni uno solo <strong>de</strong> estos<br />

CONTIENDA Y OPOSICIÓN EN GALILEA<br />

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pequeños". Lucas ofrece una afirmación que hemos señalado anteriormente:<br />

"También en el cielo habrá más alegría por un pecador que se convierta<br />

que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse". El<br />

acento <strong>de</strong> la conclusión <strong>de</strong> Mateo concuerda correctamente con el <strong>de</strong> la<br />

parábola: el pastor va tras la oveja perdida. El <strong>de</strong> Lucas es diferente: la oveja<br />

perdida <strong>de</strong>be <strong>de</strong>cidir regresar. Esto choca con la i<strong>de</strong>a clave <strong>de</strong>l conjunto <strong>de</strong><br />

la parábola, y es en la parábola como tal don<strong>de</strong> encontramos el punto <strong>de</strong><br />

vista propio <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>. El pastor es Dios: con gran riesgo para el rebaño (las<br />

ovejas no se las arreglan por su cuenta muy bien), Dios va tras una única<br />

oveja perdida. Dios quiere que el pecador vuelva, ciertamente, pero el<br />

acento recae enteramente en la búsqueda <strong>de</strong> Dios, no en la conversión <strong>de</strong>l<br />

pecador. Esta es una parábola <strong>de</strong> la buena nueva sobre Dios; no es una<br />

ilustración <strong>de</strong>l valor <strong>de</strong> la conversión.<br />

Esta buena nueva sobre Dios es potencialmente un mensaje mucho<br />

más impresionante que la exhortación normal a abandonar la maldad y<br />

cambiar <strong>de</strong> modo <strong>de</strong> vivir. En un mundo que creía en Dios y en el juicio,<br />

algunos, no obstante, vivían como si no hubiera Dios. Debían <strong>de</strong> sentir<br />

cierta inquietud acerca <strong>de</strong> esto en las oscuras vigilias nocturnas. El mensaje<br />

<strong>de</strong> que Dios les amaba <strong>de</strong> todas formas podía transformar sus vidas.<br />

Debo apresurarme a añadir, sin embargo, que no sé si el mensaje <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong><br />

fue eficaz y cambió <strong>de</strong> hecho la actitud, y por consiguiente las vidas, <strong>de</strong> los<br />

malvados <strong>de</strong> Galilea. Lo mismo que las mujeres que siguieron a <strong>Jesús</strong> hasta<br />

Jerusalén lo vieron morir y volvieron para ungirlo, los malvados <strong>de</strong> los<br />

evangelios <strong>de</strong>saparecen. No sabemos siquiera qué pasó con Leví, el funcionario<br />

<strong>de</strong> aduanas a quien <strong>Jesús</strong> llamó. Resulta difícil encontrar un lugar<br />

para esas personas en la Iglesia <strong>de</strong> Jerusalén, encabezada por Santiago el<br />

Justo (hermano <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>, muy cumplidor <strong>de</strong> la ley, al que la tradición dio<br />

este apelativo). Quizás pasaran el resto <strong>de</strong> sus vidas en Galilea, esperando<br />

que volviera el hombre que les hizo sentirse <strong>de</strong> un modo tan especial.<br />

Esta ojeada prospectiva a la situación <strong>de</strong> la primera Iglesia es muy útil<br />

para enten<strong>de</strong>r a <strong>Jesús</strong>. Si hubiera sido un reformador <strong>de</strong> la sociedad, habría<br />

tenido que afrontar el problema <strong>de</strong> integrar a los malvados en un grupo<br />

social más recto. Entonces, habrían tenido que existir normas explícitas<br />

sobre los criterios <strong>de</strong> comportamiento, y también alguna clase <strong>de</strong> directrices<br />

sobre las fuentes <strong>de</strong> ingresos. Nada <strong>de</strong> esto existe. Como pensaba que<br />

Dios estaba a punto <strong>de</strong> cambiar las circunstancias <strong>de</strong>l mundo, <strong>Jesús</strong> no<br />

tuvo que abordar esos problemas. Fue un absolutista. Exigió a algunos, los<br />

que realmente le siguieron, que lo <strong>de</strong>jaran todo. A otros les prometió el<br />

Reino sin establecer <strong>de</strong>masiadas estipulaciones ni condiciones. Estaba llegando;<br />

Dios pretendía introducir en él incluso a los malvados. <strong>Jesús</strong> no<br />

quería que éstos siguieran entretanto siendo malvados, pero no i<strong>de</strong>ó un<br />

programa que permitiese a los recaudadores <strong>de</strong> impuestos y las prostitutas<br />

ganarse la vida <strong>de</strong> maneras menos sospechosas.

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