La figura histórica de Jesús

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238 LA FIGURA HISTÓRICA DE JESÚS la acusación es improbable en este contexto; si los escribas pusieron realmente reparos a la curación, la acusación habría sido menos grave. Resulta sorprendente que asimismo, según el pasaje, los escribas hablaran únicamente "en sus corazones". Podemos estar seguros de que esto no fue una acusación pública al comienzo de la actividad pública de Jesús. La historia de las espigas arrancadas en sábado destaca como improbable. Los discípulos de Jesús están arrancando espigas en sábado y, de repente, aparecen los fariseos. ¿Pero qué estaban haciendo en medio de un campo de trigo en sábado? ¿Aguardando la remota posibilidad de que alguien pudiera arrancar espigas? De nuevo tenemos aquí una retroproyección. Algunos aspectos del ministerio de Jesús, o de las actividades de sus seguidores, plantearon en un determinado momento la cuestión de la ley del sábado. No se trata de la crónica de un acontecimiento real. Pero supongamos que el incidente tuvo lugar realmente. ¿Hasta qué punto fue grave? No lo fue mucho, puesto que Jesús sostiene que había circunstancias atenuantes, y cita un precedente bíblico, así como principios generales, en defensa de sus discípulos. David había quebrantado la ley de pureza cuando él y sus hombres tuvieron hambre (Me 2,25s). Además, el principio general es que el sábado debe ser beneficioso para la humanidad (2,27). Los fariseos, al parecer, se retiraron, y no se tomó medida alguna. El argumento bíblico de Jesús en favor de circunstancias atenuantes no está en realidad a la altura de las condiciones exigidas por los fariseos, puesto que David no quebrantó la ley del sábado. Legalmente, Jesús habría necesitado una analogía mejor. Además, en la historia del campo de trigo no estaba en juego la vida humana. Todos aceptaban que "el sábado estaba hecho para el hombre", pero citar este principio para justificar un ligero tentempié resultaba una argumentación legal bastante débil. El sábado, sin embargo, no era día de ayuno y, supuestamente, los judíos hacían una comida sabática. 7 Así, el argumento de que había circunstancias atenuantes habría cobrado fuerza si los discípulos hubieran pasado largo tiempo sin comer. En cualquier caso, la historia, tal como la conservamos, demuestra que Jesús acepta la ley y defiende de una transgresión concreta de ella. También merece la pena señalar que los acusados son los discípulos, no Jesús. Él no quebrantó el sábado, aun cuando la historia sea totalmente exacta. La actuación que -según Me 3,6- conduce a la resolución de buscar la muerte de Jesús es la más inverosímil de todas. Jesús cura al hombre de la mano atrofiada simplemente diciendo "extiende tu mano". No había ninguna interpretación de la ley del sábado que considerara ilícito hablar. Cabría esperar que alguien pusiera reparos si Jesús hubiera dado un masaje 7 Véanse: Josefo, Vida 279; JLJM, p. 13. CONTIENDA Y OPOSICIÓN EN GALILEA 239 y vendado la mano, pero hablar no es un trabajo. En este momento conviene señalar que poseemos el código sabático de un partido mucho más estricto que el de los fariseos: el de la secta del mar Muerto. Nada hay en él que se aproxime a la severidad de Me 3,1-6. Resulta dudoso que alguien considerara esta curación como una transgresión deliberada de la ley del sábado. Todos estaban de acuerdo con el principio básico que Jesús enuncia, que es lícito salvar la vida, aunque habrían señalado que la del hombre no estaba en peligro. Los fariseos podrían haber vuelto a sus estudios con la conclusión de que Jesús no era un buen polemista legal, puesto que estiraba lo de "salvar la vida" hasta abarcar una curación menor. Pero, en vista del tipo general de las disputas sabáticas del siglo I, nada del relato evangélico les hubiera llevado a buscar el modo de acabar con la vida de Jesús. Algunas de las historias, pues, son improbables. Pero aun cuando todas ellas fueran relaciones precisas de los acontecimientos, no hay ni un solo caso de transgresión obvia o grave. En comparación con otras disputas legales del judaismo del siglo I, las descritas en Me 2,1-3,6 son bastante triviales. La única candidata a ser una transgresión importante es la de las espigas arrancadas en sábado. Arrancar es un acto intencionado, y alguien que quisiese demostrar que la ley del sábado se debía quebrantar podría haber cosechado alimento ese día. Éste es, sin embargo, el caso concreto que Jesús defiende como justificado por circunstancias inusitadas. Una defensa basada en circunstancias atenuantes da por sentado que la ley es válida y pone de manifiesto que el acto no era un caso de oposición a la ley. Imaginemos que los fariseos de la historia, que desaparecen tan rápido como aparecen, hubieran llevado a Jesús y a sus discípulos ante un magistrado y Jesús hubiera repetido su argumento: David hizo algo similar; además, el sábado fue hecho para los hombres, y estábamos hambrientos. El magistrado habría multado a Jesús y a sus discípulos exigiéndoles que cada uno de ellos llevara al Templo un sacrificio de reparación por una transgresión no intencionada: transgresión, porque el argumento no era lo bastante bueno para probar circunstancias atenuantes; no intencionada, porque Jesús pensaba que sí era lo bastante bueno. En los tiempos de Jesús, las disputas y discrepancias de Me 2,1-3,6 -aun cuando todas hubieran tenido lugar tal como allí constan- no habrían conducido a la ejecución. Los fariseos no se ponían de acuerdo entre sí sobre temas de más consideración, y fariseos y saduceos discrepaban aún más marcadamente. No siempre se mataban unos a otros por tales discrepancias. Existían, ciertamente, contiendas sobre temas legales entre los judíos de la Palestina del siglo I, y también se producían de vez en cuando disturbios entre la población. Si se examinan los años que van desde la revolución asmonea hasta el final de la primera rebelión contra Roma -aproximadamente desde el 167 AEC al 74 EC-, se encontrarán

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LA FIGURA HISTÓRICA DE JESÚS<br />

la acusación es improbable en este contexto; si los escribas pusieron realmente<br />

reparos a la curación, la acusación habría sido menos grave. Resulta<br />

sorpren<strong>de</strong>nte que asimismo, según el pasaje, los escribas hablaran únicamente<br />

"en sus corazones". Po<strong>de</strong>mos estar seguros <strong>de</strong> que esto no fue una<br />

acusación pública al comienzo <strong>de</strong> la actividad pública <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>.<br />

<strong>La</strong> historia <strong>de</strong> las espigas arrancadas en sábado <strong>de</strong>staca como improbable.<br />

Los discípulos <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> están arrancando espigas en sábado y, <strong>de</strong><br />

repente, aparecen los fariseos. ¿Pero qué estaban haciendo en medio <strong>de</strong> un<br />

campo <strong>de</strong> trigo en sábado? ¿Aguardando la remota posibilidad <strong>de</strong> que<br />

alguien pudiera arrancar espigas? De nuevo tenemos aquí una retroproyección.<br />

Algunos aspectos <strong>de</strong>l ministerio <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>, o <strong>de</strong> las activida<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

sus seguidores, plantearon en un <strong>de</strong>terminado momento la cuestión <strong>de</strong> la<br />

ley <strong>de</strong>l sábado. No se trata <strong>de</strong> la crónica <strong>de</strong> un acontecimiento real.<br />

Pero supongamos que el inci<strong>de</strong>nte tuvo lugar realmente. ¿Hasta qué<br />

punto fue grave? No lo fue mucho, puesto que <strong>Jesús</strong> sostiene que había<br />

circunstancias atenuantes, y cita un prece<strong>de</strong>nte bíblico, así como principios<br />

generales, en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> sus discípulos. David había quebrantado la<br />

ley <strong>de</strong> pureza cuando él y sus hombres tuvieron hambre (Me 2,25s). A<strong>de</strong>más,<br />

el principio general es que el sábado <strong>de</strong>be ser beneficioso para la<br />

humanidad (2,27). Los fariseos, al parecer, se retiraron, y no se tomó<br />

medida alguna. El argumento bíblico <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> en favor <strong>de</strong> circunstancias<br />

atenuantes no está en realidad a la altura <strong>de</strong> las condiciones exigidas por<br />

los fariseos, puesto que David no quebrantó la ley <strong>de</strong>l sábado. Legalmente,<br />

<strong>Jesús</strong> habría necesitado una analogía mejor. A<strong>de</strong>más, en la historia <strong>de</strong>l<br />

campo <strong>de</strong> trigo no estaba en juego la vida humana. Todos aceptaban que<br />

"el sábado estaba hecho para el hombre", pero citar este principio para justificar<br />

un ligero tentempié resultaba una argumentación legal bastante<br />

débil. El sábado, sin embargo, no era día <strong>de</strong> ayuno y, supuestamente, los<br />

judíos hacían una comida sabática. 7 Así, el argumento <strong>de</strong> que había circunstancias<br />

atenuantes habría cobrado fuerza si los discípulos hubieran<br />

pasado largo tiempo sin comer. En cualquier caso, la historia, tal como la<br />

conservamos, <strong>de</strong>muestra que <strong>Jesús</strong> acepta la ley y <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> <strong>de</strong> una transgresión<br />

concreta <strong>de</strong> ella. También merece la pena señalar que los acusados<br />

son los discípulos, no <strong>Jesús</strong>. Él no quebrantó el sábado, aun cuando la<br />

historia sea totalmente exacta.<br />

<strong>La</strong> actuación que -según Me 3,6- conduce a la resolución <strong>de</strong> buscar<br />

la muerte <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> es la más inverosímil <strong>de</strong> todas. <strong>Jesús</strong> cura al hombre <strong>de</strong><br />

la mano atrofiada simplemente diciendo "extien<strong>de</strong> tu mano". No había<br />

ninguna interpretación <strong>de</strong> la ley <strong>de</strong>l sábado que consi<strong>de</strong>rara ilícito hablar.<br />

Cabría esperar que alguien pusiera reparos si <strong>Jesús</strong> hubiera dado un masaje<br />

7 Véanse: Josefo, Vida 279; JLJM, p. 13.<br />

CONTIENDA Y OPOSICIÓN EN GALILEA<br />

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y vendado la mano, pero hablar no es un trabajo. En este momento conviene<br />

señalar que poseemos el código sabático <strong>de</strong> un partido mucho más<br />

estricto que el <strong>de</strong> los fariseos: el <strong>de</strong> la secta <strong>de</strong>l mar Muerto. Nada hay en<br />

él que se aproxime a la severidad <strong>de</strong> Me 3,1-6. Resulta dudoso que alguien<br />

consi<strong>de</strong>rara esta curación como una transgresión <strong>de</strong>liberada <strong>de</strong> la ley<br />

<strong>de</strong>l sábado. Todos estaban <strong>de</strong> acuerdo con el principio básico que <strong>Jesús</strong><br />

enuncia, que es lícito salvar la vida, aunque habrían señalado que la <strong>de</strong>l<br />

hombre no estaba en peligro. Los fariseos podrían haber vuelto a sus estudios<br />

con la conclusión <strong>de</strong> que <strong>Jesús</strong> no era un buen polemista legal, puesto<br />

que estiraba lo <strong>de</strong> "salvar la vida" hasta abarcar una curación menor. Pero,<br />

en vista <strong>de</strong>l tipo general <strong>de</strong> las disputas sabáticas <strong>de</strong>l siglo I, nada <strong>de</strong>l relato<br />

evangélico les hubiera llevado a buscar el modo <strong>de</strong> acabar con la vida <strong>de</strong><br />

<strong>Jesús</strong>.<br />

Algunas <strong>de</strong> las historias, pues, son improbables. Pero aun cuando<br />

todas ellas fueran relaciones precisas <strong>de</strong> los acontecimientos, no hay ni un<br />

solo caso <strong>de</strong> transgresión obvia o grave. En comparación con otras disputas<br />

legales <strong>de</strong>l judaismo <strong>de</strong>l siglo I, las <strong>de</strong>scritas en Me 2,1-3,6 son bastante<br />

triviales. <strong>La</strong> única candidata a ser una transgresión importante es la<br />

<strong>de</strong> las espigas arrancadas en sábado. Arrancar es un acto intencionado, y<br />

alguien que quisiese <strong>de</strong>mostrar que la ley <strong>de</strong>l sábado se <strong>de</strong>bía quebrantar<br />

podría haber cosechado alimento ese día. Éste es, sin embargo, el caso concreto<br />

que <strong>Jesús</strong> <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> como justificado por circunstancias inusitadas.<br />

Una <strong>de</strong>fensa basada en circunstancias atenuantes da por sentado que la ley<br />

es válida y pone <strong>de</strong> manifiesto que el acto no era un caso <strong>de</strong> oposición a la<br />

ley. Imaginemos que los fariseos <strong>de</strong> la historia, que <strong>de</strong>saparecen tan rápido<br />

como aparecen, hubieran llevado a <strong>Jesús</strong> y a sus discípulos ante un magistrado<br />

y <strong>Jesús</strong> hubiera repetido su argumento: David hizo algo similar;<br />

a<strong>de</strong>más, el sábado fue hecho para los hombres, y estábamos hambrientos.<br />

El magistrado habría multado a <strong>Jesús</strong> y a sus discípulos exigiéndoles que<br />

cada uno <strong>de</strong> ellos llevara al Templo un sacrificio <strong>de</strong> reparación por una<br />

transgresión no intencionada: transgresión, porque el argumento no era lo<br />

bastante bueno para probar circunstancias atenuantes; no intencionada,<br />

porque <strong>Jesús</strong> pensaba que sí era lo bastante bueno.<br />

En los tiempos <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>, las disputas y discrepancias <strong>de</strong> Me 2,1-3,6<br />

-aun cuando todas hubieran tenido lugar tal como allí constan- no<br />

habrían conducido a la ejecución. Los fariseos no se ponían <strong>de</strong> acuerdo<br />

entre sí sobre temas <strong>de</strong> más consi<strong>de</strong>ración, y fariseos y saduceos discrepaban<br />

aún más marcadamente. No siempre se mataban unos a otros por tales<br />

discrepancias. Existían, ciertamente, contiendas sobre temas legales entre<br />

los judíos <strong>de</strong> la Palestina <strong>de</strong>l siglo I, y también se producían <strong>de</strong> vez en<br />

cuando disturbios entre la población. Si se examinan los años que van<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la revolución asmonea hasta el final <strong>de</strong> la primera rebelión contra<br />

Roma -aproximadamente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el 167 AEC al 74 EC-, se encontrarán

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