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La figura histórica de Jesús

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LA FIGURA HISTÓRICA DE JESÚS<br />

a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y<br />

la sala se llenó <strong>de</strong> invitados" (Mt 22,1-10).<br />

Muchas <strong>de</strong> las parábolas <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>, como estas dos, son susceptibles <strong>de</strong><br />

más <strong>de</strong> una interpretación. Insistir en cada <strong>de</strong>talle a menudo provocará<br />

una interpretación abusiva, <strong>de</strong> ahí que convenga centrarse en su meollo<br />

principal. En estas dos parábolas, la i<strong>de</strong>a fundamental parece ser que el<br />

comportamiento <strong>de</strong>l protagonista (el dueño <strong>de</strong> la finca o el rey) es sorpren<strong>de</strong>nte.<br />

Se supone que los jornales han <strong>de</strong> ser proporcionales al trabajo.<br />

Normalmente, un rey tomaría medidas para asegurar la asistencia <strong>de</strong> los<br />

convidados a quienes invitó primero; en circunstancias extremas, suspen<strong>de</strong>ría<br />

el banquete. ¿Qué rey mancharía su comedor con gentuza? <strong>Jesús</strong> <strong>de</strong>scribe<br />

un mundo patas arriba. Parece <strong>de</strong>cir:<br />

"No <strong>de</strong>s por sentado que Dios actuará <strong>de</strong> maneras pre<strong>de</strong>cibles. Dios<br />

pue<strong>de</strong> ser sorpren<strong>de</strong>ntemente generoso (la primera parábola) y, también,<br />

sorpren<strong>de</strong>ntemente poco discernidor (la segunda). No sabes a<br />

quién consi<strong>de</strong>rará '<strong>de</strong>ntro' y a quién no. Sólo porque seas una persona<br />

<strong>de</strong> rango y que ha servido largamente, no <strong>de</strong>bes suponer que sólo te<br />

valora a ti; ni <strong>de</strong>bes suponer que su Reino no vendrá si dices que no<br />

estás preparado. Está viniendo, y Dios incluirá en él a quien quiera,<br />

'tanto malos como buenos'" (la frase citada es <strong>de</strong> Mt 22,10).<br />

<strong>La</strong> tercera parábola <strong>de</strong> esta categoría se <strong>de</strong>nomina habitualmente<br />

parábola <strong>de</strong>l hijo pródigo, aunque sería más exacto llamarla parábola <strong>de</strong><br />

un padre y dos hijos. Un hombre tenía dos hijos. El más joven pidió su<br />

herencia y se marchó. Malgastó su dinero viviendo disolutamente, y al<br />

final se vio reducido a apacentar cerdos y a alimentarse <strong>de</strong> su comida<br />

-una ocupación poco recomendable para un buen chico judío—. Decidió<br />

pedir a su padre que lo recibiera <strong>de</strong> nuevo; y cuando volvió, su padre,<br />

alborozado, mandó matar el ternero cebado y preparar una fiesta. El hermano<br />

mayor se sintió agraviado, pero el padre lo amonestó: "Hijo, tú<br />

estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero tenemos que alegrarnos<br />

y hacer fiesta, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto<br />

a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado" (Le 15,11-32). A mi<br />

modo <strong>de</strong> ver, esta parábola tiene más éxito que las dos <strong>de</strong> Mateo porque<br />

los personajes no son patrono y asalariados, ni rey y subditos, sino padre<br />

e hijos. Probablemente, la mayoría <strong>de</strong> nosotros piensa que las relaciones<br />

patrón-trabajador <strong>de</strong>ben estar regidas por una est/icta equidad, pero no<br />

que los padres <strong>de</strong>ban estar obligados a eso mismo. Muchos padres perdonan<br />

y consienten ilimitadamente a sus hijos rebel<strong>de</strong>s. Los oyentes <strong>de</strong><br />

<strong>Jesús</strong> subrayaban el <strong>de</strong>ber <strong>de</strong>l hijo para con el padre más que nosotros y<br />

veían que estas tres relaciones estaban más próximas entre sí <strong>de</strong> lo que la<br />

mayoría <strong>de</strong> nosotros piensa hoy. Pese a ello, el mundo antiguo sabía <strong>de</strong><br />

la lenidad <strong>de</strong> los padres, y comparar a Dios con un padre sumamente<br />

EL REINO: INVERSIÓN DE VALORES Y PERFECCIONISMO ÉTICO 221<br />

indulgente era sin duda muy eficaz en tiempos <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>. Es <strong>de</strong>cir, los<br />

oyentes captaron la i<strong>de</strong>a.<br />

No todos estuvieron necesariamente <strong>de</strong> acuerdo. Parábolas como<br />

éstas resultan moralmente inquietantes. Más tar<strong>de</strong>, los enemigos <strong>de</strong><br />

Pablo le acusarían <strong>de</strong> instar a la gente a pecar para que la gracia <strong>de</strong> Dios<br />

abundase (Rom 6,1.15). Por supuesto, no era ésa su postura: también<br />

instaba a sus conversos a que fueran moralmente perfectos (por ejemplo,<br />

1 Tes 5,23). Pero una insistencia extrema en la gracia <strong>de</strong> Dios está sujeta<br />

a malentendidos, sobre todo si se da en el contexto <strong>de</strong> historias que afirman,<br />

en efecto, que Dios favorecerá en realidad a quienes abandonan sus<br />

obligaciones y luego vuelven, o a quienes empiezan el trabajo productivo<br />

sólo en un momento muy tardío <strong>de</strong>l día. En el capítulo 14 volveremos<br />

sobre la cuestión <strong>de</strong> la opinión <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> acerca <strong>de</strong> la aceptabilidad <strong>de</strong> los<br />

pecadores, pero ahora vamos a examinar el otro lado <strong>de</strong> la moneda, la<br />

ética perfeccionista propia <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>.<br />

El perfeccionismo y la nueva era<br />

<strong>La</strong> parábola <strong>de</strong> la fiesta <strong>de</strong> bodas, tal como ha llegado hasta nosotros,<br />

no termina cuando malos y buenos son reunidos. El rey entra luego y<br />

examina la vestimenta <strong>de</strong> sus invitados. Encuentra a un hombre que no<br />

lleva vestido <strong>de</strong> fiesta. El rey or<strong>de</strong>na: "Atadlo <strong>de</strong> pies y manos y echadlo<br />

fuera a las tinieblas; allí llorará y le rechinarán los dientes. Porque son<br />

muchos los llamados, pero pocos los escogidos" (Mt 22,11-14). <strong>La</strong><br />

mayoría <strong>de</strong> los estudiosos ven esta segunda escena como una creación<br />

posterior, pensada precisamente para eliminar el escándalo moral provocado<br />

por la parábola principal y para afirmar que la gente <strong>de</strong>be comportarse<br />

correctamente si quieren seguir siendo favorecidos. Estoy totalmente<br />

<strong>de</strong> acuerdo con esta opinión. Pese a ello, también estoy <strong>de</strong><br />

acuerdo con el autor <strong>de</strong>l apéndice <strong>de</strong> la parábola: <strong>Jesús</strong> exigía <strong>de</strong> sus<br />

seguidores valores morales elevados. Vamos a examinar la enseñanza<br />

ética <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> más <strong>de</strong> cerca.<br />

Empecemos con la tradición mejor atestiguada <strong>de</strong> los evangelios: la<br />

perícopa sobre el divorcio. <strong>La</strong> tradición mejor atestiguada no es necesariamente<br />

la más importante, pero en este caso nos hará un buen servicio. <strong>La</strong><br />

prohibición <strong>de</strong>l divorcio aparece un total <strong>de</strong> cuatro veces en los sinópticos<br />

y una en Pablo: Mt 5,31s; 19,3-9; Me 10,2-12; Le 16,18; 1 Cor7,10s. En<br />

los evangelios aparecen dos formas <strong>de</strong> dichos, una larga (Me 10,2-12 y<br />

Mt 19,3-9) y otra breve (Mt 5,31s y Le 16,18). Pablo está más cerca <strong>de</strong> la<br />

forma breve. Para ilustrar la libertad redaccional con que utilizaron la<br />

enseñanza <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> los primeros cristianos, voy a transcribir tres <strong>de</strong> las<br />

cinco versiones <strong>de</strong> este dicho, el mejor atestiguado, <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>. <strong>La</strong> versión <strong>de</strong>

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