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La figura histórica de Jesús

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LA FIGURA HISTÓRICA DE JESÚS<br />

El milagro <strong>de</strong>l ámbito <strong>de</strong> la naturaleza más famoso guarda relación con<br />

una tempestad en el mar (Mt 14,22-33 // Me 6,45-52). <strong>Jesús</strong> había estado<br />

enseñando. Despidió a la multitud a la que enseñaba y subió a la montaña<br />

a orar, mientras los discípulos cruzaban el mar en barca. Se levantó una<br />

tempestad, y la barca tenía dificulta<strong>de</strong>s. De repente, los discípulos vieron<br />

a <strong>Jesús</strong> caminando hacia ellos. Se asustaron, porque creían que era un fantasma.<br />

<strong>Jesús</strong> les tranquilizó, pero Simón Pedro pidió una prueba <strong>de</strong> que era<br />

él: <strong>Jesús</strong> <strong>de</strong>bía hacer que él, Pedro, caminara también sobre el agua. Pedro<br />

salió <strong>de</strong> la barca y empezó a caminar hacia <strong>Jesús</strong>. El viento apareció <strong>de</strong><br />

nuevo, y Pedro se atemorizó y empezó a hundirse. <strong>Jesús</strong> lo agarró <strong>de</strong> la mano<br />

y le preguntó: "¡Hombre <strong>de</strong> poca fe! ¿Por qué has dudado?". Volvieron a la<br />

barca y el viento cesó. Los discípulos se convencieron <strong>de</strong> que <strong>Jesús</strong> era<br />

el Hijo <strong>de</strong> Dios. Ésta es, al menos, la versión <strong>de</strong> Mateo. Me 6,45-52 no<br />

contiene la parte relativa a Pedro, ni tampoco la firme conclusión <strong>de</strong> que<br />

los discípulos creyeron que <strong>Jesús</strong> era el Hijo <strong>de</strong> Dios. Según Marcos, no<br />

entendieron.<br />

Hay otra historia relacionada con una tempestad en el mar (Me 4,35-41<br />

y par.). Estando los discípulos y <strong>Jesús</strong> en una barca, se levantó una tempestad,<br />

y la barca estaba a punto <strong>de</strong> zozobrar. <strong>Jesús</strong> dormía. Los discípulos<br />

le <strong>de</strong>spertaron diciendo: "Maestro, ¿no te importa que perezcamos?". <strong>Jesús</strong><br />

se levantó, increpó al viento y dijo al mar: "¡Cállate! ¡Enmu<strong>de</strong>ce!", y el mar<br />

se calmó.<br />

Lo mismo que hay dos milagros en el mar, hay dos milagros relacionados<br />

con la alimentación. Según el primero (Me 6,30-44 // Mt 14,13-21),<br />

<strong>Jesús</strong> y sus discípulos intentaban escapar <strong>de</strong> la multitud, que no les <strong>de</strong>jaba<br />

tiempo ni para comer. Subieron a su barca y se fueron a "un lugar <strong>de</strong>spoblado",<br />

que no estuvo <strong>de</strong>spoblado por mucho tiempo, pues las gentes<br />

"corrieron allá, a pie, <strong>de</strong> todos los pueblos, llegando incluso antes que<br />

ellos". <strong>Jesús</strong> se puso a enseñar a la multitud y se hizo tar<strong>de</strong>. Los discípulos<br />

le instaron a que <strong>de</strong>spidiera a sus oyentes para que pudieran encontrar<br />

comida. Él les contestó: "Dadles vosotros <strong>de</strong> comer". Esto no parecía razonable,<br />

puesto que no tenían suficiente dinero para comprar comida para<br />

la multitud. Entonces <strong>Jesús</strong> preguntó cuántos panes tenían. Encontraron<br />

cinco, y dos peces. <strong>La</strong> multitud se sentó, <strong>Jesús</strong> pronunció la bendición y<br />

partió el pan. Se repartieron también los peces. Pese a la pequeña cantidad<br />

inicial <strong>de</strong> comida, "comieron todos hasta quedar saciados" y sobró comida.<br />

Según Marcos, eran 5.000 hombres; Mateo especifica "sin contar mujeres<br />

y niños". En una segunda ocasión (Mt 15,32-39 // Me 8,1-10), siete panes<br />

(así en Marcos; Mateo aña<strong>de</strong> "y unos pocos peces") fueron suficientes para<br />

alimentar a 4.000.<br />

El aspecto más curioso <strong>de</strong> los milagros <strong>de</strong>l ámbito <strong>de</strong> la naturaleza es<br />

la falta <strong>de</strong> repercusión que, según los evangelios, tenían estos aconteci-<br />

LOS MILAGROS<br />

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mientos. De la reacción <strong>de</strong> la multitud ante la primera multiplicación, los<br />

escritores evangélicos solamente dicen: "Comieron todos hasta quedar<br />

saciados" (Me 6,42 y par.). El comentario <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la segunda multiplicación<br />

es casi idéntico (Me 8,8 // Mt 15,37). Ni siquiera los discípulos<br />

hicieron comentarios. En medio <strong>de</strong> las dos multiplicaciones se encuentra,<br />

tanto en Mateo como en Marcos, la historia <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> caminando sobre el<br />

agua. En este caso, Marcos dice que los discípulos "quedaron completamente<br />

asombrados, ya que no habían entendido lo <strong>de</strong> los panes y su mente<br />

seguía embotada" (Me 6,5ls). Mateo, lo hemos observado, tiene un final<br />

más reverencial: "Y los que estaban en la barca se postraron ante <strong>Jesús</strong>,<br />

diciendo: 'Verda<strong>de</strong>ramente eres el Hijo <strong>de</strong> Dios'" (Mt 14,33). <strong>La</strong> tempestad<br />

calmada, el primer milagro <strong>de</strong>l ámbito <strong>de</strong> la naturaleza en Mateo y<br />

Marcos, únicamente provocó asombro: "¿Quién es éste, que hasta el<br />

viento y el mar le obe<strong>de</strong>cen?" (Me 4,41; Mt 8,27).<br />

Cuando recordamos que Marcos atribuyó una gran resonancia a un<br />

milagro relativamente menor, una sola expulsión <strong>de</strong> <strong>de</strong>monios (Me 1,28:<br />

'se extendió su fama por todas partes"), resulta difícil explicar por qué los<br />

autores <strong>de</strong> los evangelios tienen tan poco que <strong>de</strong>cir acerca <strong>de</strong> la importancia<br />

pública <strong>de</strong> milagros tan gran<strong>de</strong>s como alimentar a una multitud. No<br />

po<strong>de</strong>mos resolver por completo este rompecabezas, pero parte <strong>de</strong> la respuesta<br />

es que los primeros cristianos <strong>de</strong>bían <strong>de</strong> tener en cuenta un hecho<br />

histórico serio: no fueron muchos lo que creyeron en <strong>Jesús</strong> como el portavoz<br />

<strong>de</strong>finitivo y más importante <strong>de</strong> Dios. De 1 Cor 15,6 se <strong>de</strong>spren<strong>de</strong><br />

que <strong>Jesús</strong> tenía unos cientos <strong>de</strong> seguidores y partidarios {supra, p. 147). Sin<br />

embargo, los escritores evangélicos creían que era el Hijo <strong>de</strong> Dios y que<br />

obró signos espectaculares que <strong>de</strong>mostraban su íntima relación con la divinidad.<br />

Pero si verda<strong>de</strong>ramente obró milagros y los milagros fueran pruebas,<br />

<strong>de</strong>bía haber creído más gente. Los autores no dudaban <strong>de</strong> que <strong>Jesús</strong><br />

obró milagros, pero tenían que reconocer que no fueron muchos los que<br />

creyeron en él. Esto les planteaba un dilema. Marcos en particular trató <strong>de</strong><br />

afrontarlo haciendo que <strong>Jesús</strong> or<strong>de</strong>nara guardar silencio: quizás no creyeron<br />

muchos porque <strong>Jesús</strong> había restringido la difusión <strong>de</strong> las noticias. Sin<br />

embargo, Marcos también dice que aquellos a los que se mandó callar no<br />

obe<strong>de</strong>cieron, sino que proclamaron a <strong>Jesús</strong> abiertamente, y que él se veía<br />

acosado por las multitu<strong>de</strong>s. Sin embargo, cuando esas mismas multitu<strong>de</strong>s<br />

vieron un milagro (la multiplicación <strong>de</strong> los panes y los peces), prácticamente<br />

no tuvieron reacción alguna. El lector mo<strong>de</strong>rno se inclina a pensar<br />

que esta curiosa situación se produce en parte <strong>de</strong>bido a la tensión existente<br />

entre la historia real y el relato que <strong>de</strong> ella hacen los evangelistas. Quizás<br />

<strong>Jesús</strong> no hizo en realidad muchos milagros espectaculares, y por tanto es<br />

normal que no fueran muchos los que le siguieron persuadidos a ello por<br />

los milagros. De ahí se seguiría que la tradición cristiana aumentó e intensificó<br />

las historias <strong>de</strong> milagros para hacerlas muy impresionantes. Así, se

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