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La figura histórica de Jesús

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LA FIGURA HISTÓRICA DE JESÚS<br />

como un milagro. Por consiguiente, los milagros no existen... Nosotros,<br />

por tanto, sacamos esta conclusión: lo que no podía ocurrir<br />

nunca ha ocurrido, y lo que podía ocurrir no es un milagro" (De Divinatione<br />

2,28).<br />

<strong>La</strong> opinión adoptada por Cicerón se ha convertido en predominante<br />

en el mundo mo<strong>de</strong>rno, y yo la comparto plenamente. Algunos informes<br />

sobre "milagros" son fantásticos o exagerados; los "milagros" que realmente<br />

ocurren son cosas que todavía no po<strong>de</strong>mos explicar, a causa <strong>de</strong><br />

nuestra ignorancia en lo tocante al alcance <strong>de</strong> las causas naturales. En<br />

tiempos <strong>de</strong> Cicerón, sin embargo, muy pocos aceptaron este racionalismo<br />

riguroso. 9 <strong>La</strong> inmensa mayoría <strong>de</strong> la gente creía en las fuerzas espirituales<br />

y pensaba que algunos seres humanos especialmente selectos podían<br />

enfrentarse a su po<strong>de</strong>r, dominarlo o manipularlo. El mismo <strong>Jesús</strong> sostenía<br />

esta opinión.<br />

Al estudiar los milagros <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>, no voy a plantear reiteradamente la<br />

cuestión <strong>de</strong> si el inci<strong>de</strong>nte referido pudo ocurrir realmente o no. Al contrario,<br />

<strong>de</strong>seo asumir temporalmente el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> la mayoría <strong>de</strong> los<br />

contemporáneos <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> y <strong>de</strong> los primeros lectores <strong>de</strong> los evangelios, <strong>de</strong><br />

forma que podamos ver cómo se presentan los milagros en nuestras fuentes<br />

y cuál era su importancia <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un contexto en el cual la gente creía<br />

por lo general en la posibilidad <strong>de</strong> los milagros. Volveremos, sin embargo,<br />

sobre la cuestión <strong>de</strong> las reacciones mo<strong>de</strong>rnas ante las historias <strong>de</strong> milagros.<br />

Según los evangelios, <strong>Jesús</strong> obró dos tipos <strong>de</strong> milagros: milagros <strong>de</strong><br />

curación y milagros "<strong>de</strong>l ámbito <strong>de</strong> la naturaleza" (relativos a los alimentos<br />

y el mar). Dentro <strong>de</strong> los <strong>de</strong> curación, las expulsiones <strong>de</strong> <strong>de</strong>monios son<br />

una subcategoría tan gran<strong>de</strong> que les <strong>de</strong>dicaremos una sección aparte.<br />

Los milagros <strong>de</strong> curación (excepto las expulsiones <strong>de</strong> <strong>de</strong>monios)<br />

En los milagros <strong>de</strong> curación, el acento se pone a menudo sobre la fe.<br />

En el caso <strong>de</strong>l paralítico al que bajaron a través <strong>de</strong>l tejado, Marcos dice que<br />

<strong>Jesús</strong> curó al hombre "cuando vio su fe" -es <strong>de</strong>cir, la fe <strong>de</strong> los que lo llevaban-.<br />

También encontramos este motivo en una <strong>de</strong> las narraciones <strong>de</strong><br />

'Algunos intelectuales <strong>de</strong> la antigüedad, como los estoicos, vieron la dificultad<br />

<strong>de</strong> atribuir la intervención a una <strong>de</strong>idad, pero muchos filósofos gentiles estaban<br />

dispuestos a admitir que los dioses podían actuar en el mundo natural. <strong>La</strong>s<br />

últimas palabras <strong>de</strong> Sócrates fueron una petición a uno <strong>de</strong> sus seguidores para que<br />

ofreciese al dios <strong>de</strong> la curación, Asclepio, un sacrificio que le había prometido,<br />

presumiblemente por haber concedido al filósofo alguna clase <strong>de</strong> favor.<br />

LOS MILAGROS 167<br />

curación más interesantes, Me 5,21-43, don<strong>de</strong> una historia <strong>de</strong> milagro está<br />

metida <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> otra. Un jefe <strong>de</strong> la sinagoga, Jairo, dijo a <strong>Jesús</strong> que su hija<br />

estaba a punto <strong>de</strong> morir, y le rogaba encarecidamente que fuera y le impusiera<br />

las manos. Mientras iba hacia allá, una multitud lo estrujaba, en especial<br />

una mujer que había sufrido flujo <strong>de</strong> sangre durante doce años (ésta<br />

es la mujer "que había sufrido mucho con los médicos" y había ido a peor,<br />

en vez <strong>de</strong> a mejor). Tocó la vestidura <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>, y la hemorragia cesó. <strong>Jesús</strong>,<br />

dándose cuenta <strong>de</strong> que algo había ocurrido, se volvió y preguntó quién le<br />

había tocado. <strong>La</strong> mujer se acercó, temerosa, y le explicó lo que había<br />

hecho. <strong>Jesús</strong> repuso: "Hija, tu fe te ha salvado". Esto parece ser una afirmación<br />

antimágica: su manto no poseía po<strong>de</strong>r mágico alguno; el milagro<br />

fue más bien el resultado <strong>de</strong> la fe <strong>de</strong> la mujer.<br />

<strong>Jesús</strong> continuó hacia la casa <strong>de</strong> Jairo, pero algunos salieron a su<br />

encuentro diciendo que la niña ya había muerto. <strong>Jesús</strong> animó a Jairo: "No<br />

temas; basta con que tengas fe". Cuando llegaron a la casa preguntó a los<br />

que se lamentaban: "¿Por qué alborotáis y lloráis? <strong>La</strong> niña no ha muerto;<br />

está dormida". Se burlaban <strong>de</strong> él, pero él entró, tomó a la niña por la<br />

mano, le dijo "talitha qümi" y la levantó. Ella se puso <strong>de</strong> pie y echó a<br />

andar.<br />

Hay dos cuestiones interesantes en relación con la historia <strong>de</strong> la hija<br />

<strong>de</strong> Jairo. Una es si el narrador pretendía o no que el lector creyera que la<br />

niña estaba realmente muerta. ¿Se ha <strong>de</strong> tomar en su sentido aparente la<br />

afirmación <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> <strong>de</strong> que no estaba muerta, sino solamente inconsciente?<br />

No existe una respuesta clara a esta pregunta, pero parece que el autor <strong>de</strong><br />

Marcos no se atreve a <strong>de</strong>cir que la niña estaba muerta.<br />

<strong>La</strong> segunda cuestión es la función <strong>de</strong> la expresión talitha qümi. Es simplemente<br />

el equivalente arameo <strong>de</strong> "niña, levántate". ¿Se ha conservado<br />

sólo porque eso es lo que realmente dijo <strong>Jesús</strong>? ¿O el autor <strong>de</strong> Marcos lo<br />

puso <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su evangelio en griego como una palabra extranjera <strong>de</strong><br />

po<strong>de</strong>r, algo así como el conjuro <strong>de</strong> un mago? Tampoco en este caso es clara<br />

la respuesta. <strong>Jesús</strong>, ciertamente, hablaba arameo, pero eso no explica por<br />

qué el arameo aparece en los evangelios en griego en unos pocos casos y<br />

no en muchos otros. Así, el autor sin duda quiso establecer algún tipo <strong>de</strong><br />

i<strong>de</strong>a, pero no po<strong>de</strong>mos estar seguros <strong>de</strong> cuál. <strong>La</strong>s palabras extranjeras<br />

concentran la atención en el que habla, y por tanto en su po<strong>de</strong>r, pero poco<br />

más que esto po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir.<br />

Hay dos ejemplos en Marcos en los cuales <strong>Jesús</strong> realiza una acción<br />

física a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> dirigirse y tocar a la persona. Traen a <strong>Jesús</strong> un sordo que<br />

a<strong>de</strong>más tenía un impedimento para hablar. Él lo llevó aparte, le metió los<br />

<strong>de</strong>dos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Luego, levantó los ojos<br />

al cielo y le dijo: "effatha" —"ábrete" en arameo-, y el hombre se curó<br />

(Me 7,31-37). En Betsaida le trajeron un ciego. Él lo sacó <strong>de</strong> la al<strong>de</strong>a, le

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