La figura histórica de Jesús
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LA FIGURA HISTÓRICA DE JESÚS<br />
gelios, y posiblemente los autores o compiladores previos, dispusieron las<br />
perícopas y las enlazaron para crear una narración.<br />
Ahora estamos preparados para empezar a investigar sobre los aspectos<br />
más esenciales <strong>de</strong>l ministerio <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>: los milagros y su mensaje acerca<br />
<strong>de</strong>l Reino <strong>de</strong> Dios.<br />
10<br />
Los milagros<br />
<strong>La</strong> primera parte <strong>de</strong> Marcos está centrada en los milagros. Ya hemos<br />
señalado anteriormente que este evangelio afirma que <strong>Jesús</strong> enseñó, pero<br />
ofrece poco material <strong>de</strong> enseñanza, mientras que narra con cierto <strong>de</strong>talle<br />
las historias <strong>de</strong> milagros. Los extensos cuerpos <strong>de</strong> material <strong>de</strong> enseñanza<br />
recogidos en Mateo y Lucas, y especialmente el sermón <strong>de</strong> la Montaña <strong>de</strong><br />
Mateo (capítulos 5-7), han llevado a la mayoría a consi<strong>de</strong>rar a <strong>Jesús</strong> principalmente<br />
como un maestro. Ciertamente lo fue, y lo que enseñó es<br />
importante y atrayente a la vez. Pero sus contemporáneos también concedieron<br />
gran importancia a lo que hizo, y especialmente a sus milagros. En<br />
uno <strong>de</strong> los sermones cristianos más antiguos, Pedro habla <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> como<br />
un hombre cuyos milagros ("obras po<strong>de</strong>rosas", "prodigios" y "señales")<br />
<strong>de</strong>mostraban que "Dios lo acreditó" (Hch 2,22).<br />
En el mundo mo<strong>de</strong>rno, los milagros <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> han <strong>de</strong>sempeñado un<br />
papel fundamental en la evaluación <strong>de</strong>l cristianismo. Algunos han consi<strong>de</strong>rado<br />
los milagros obviamente ficticios y han concluido que el cristianismo<br />
está basado en un frau<strong>de</strong>, mientras que otros encuentran en ellos la<br />
prueba <strong>de</strong> que <strong>Jesús</strong> era más que meramente humano, el Hijo <strong>de</strong> Dios<br />
encarnado. Veremos que ambas posturas extremas pasan por alto la perspectiva<br />
antigua según la cual los milagros eran sorpren<strong>de</strong>ntes y significativos,<br />
pero no indicaban que el taumaturgo fuera otra cosa que plenamente<br />
humano.<br />
Sin embargo, hoy en día, el número <strong>de</strong> quienes en los países industrializados<br />
no creen que haya verda<strong>de</strong>ros milagros se sitúa en algún punto<br />
intermedio entre "muchos" y "la mayoría"; en el mundo antiguo, la mayoría<br />
<strong>de</strong> la gente creía en los milagros, o al menos en su posibilidad. <strong>Jesús</strong> no<br />
era, en absoluto, el único a quien se le atribuían milagros. Los primeros<br />
cristianos pensaban que <strong>Jesús</strong> era el Mesías, el Hijo <strong>de</strong> Dios y un taumaturgo.<br />
Esto ha llevado a muchos cristianos mo<strong>de</strong>rnos a pensar que los<br />
judíos <strong>de</strong>l siglo I esperaban un Mesías que hiciera milagros, y que los con-