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La figura histórica de Jesús

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LA FIGURA HISTÓRICA DE JESÚS<br />

un malvado segundo dios. Allá por los tiempos <strong>de</strong>l Nuevo Testamento, a<br />

Satanás, bajo uno u otro nombre, se le asignó su esfera propia, como principal<br />

po<strong>de</strong>r espiritual opuesto a Dios. Su dominio era <strong>de</strong> fuego, y a él eran<br />

enviadas las almas culpables (Mt 25,41). Podía entrar en el corazón y hacer<br />

mal (Mt 13,19), y fue quien hizo que Judas traicionara a <strong>Jesús</strong> (Le 22,3;<br />

Jn 13,2). Finalmente, tenía sus propios ángeles, lo mismo que Dios tenía<br />

los suyos (Mt 25,41).<br />

¿Por qué cobra Satanás tal importancia durante este período? Al parecer,<br />

fue durante el exilio <strong>de</strong> Babilonia cuando los judíos empezaron a ser<br />

plenamente monoteístas. Antes habían pensado que su Dios era el mejor,<br />

pero no habían negado totalmente la existencia <strong>de</strong> otros dioses. Una religión<br />

que cree que sólo hay un Dios tiene dificulta<strong>de</strong>s para explicar el mal.<br />

¿Lo creó el único Dios bueno? ¿Por qué lo permite? Enfrentadas a la existencia<br />

real <strong>de</strong>l bien y también <strong>de</strong>l mal, algunas tradiciones religiosas han<br />

afirmado la existencia <strong>de</strong> dos dioses rivales. Esta es la creencia teológica<br />

característica <strong>de</strong>l zoroastrismo, que tuvo su origen en Persia en el siglo VI<br />

o V AEC y que influenció el pensamiento mediterráneo <strong>de</strong> diversas maneras.<br />

El judaismo probablemente <strong>de</strong>be al zoroastrismo la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un po<strong>de</strong>r<br />

maligno opuesto a Dios (el cristianismo, a su vez, heredó esta i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l<br />

judaismo). El judaismo permaneció fiel al monoteísmo y no admitió la<br />

existencia <strong>de</strong> un dios rival, pero aceptó algunos aspectos <strong>de</strong>l dualismo persa,<br />

como el conflicto entre Dios y las fuerzas <strong>de</strong>l mal. Lo que se esperaba era,<br />

por supuesto, que el Dios bueno triunfara finalmente sobre el po<strong>de</strong>r<br />

maligno, aunque en este mundo a menudo parecía —y sigue pareciendoque<br />

era el mal quien vencía.<br />

El conflicto entre <strong>Jesús</strong> y el mal, que primero asume la forma <strong>de</strong> Satanás<br />

y luego la <strong>de</strong> <strong>de</strong>monios, es uno <strong>de</strong> los temas importantes <strong>de</strong> los evangelios.<br />

Volveremos sobre dicho conflicto en el capítulo siguiente, cuando<br />

estudiemos las expulsiones <strong>de</strong> <strong>de</strong>monios. En el caso <strong>de</strong> los textos que ahora<br />

nos ocupan, observamos que los evangelios sitúan al comienzo un conflicto<br />

importante con el jefe <strong>de</strong> los po<strong>de</strong>res <strong>de</strong>l mal, Satanás en persona.<br />

Mateo y Lucas refieren tres tentaciones. El diablo instó a <strong>Jesús</strong> a que<br />

convirtiera unas piedras en panes; a que se arrojase <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el pináculo <strong>de</strong>l<br />

Templo, confiando en que los ángeles lo salvarían, y a que aceptase "todos<br />

los reinos <strong>de</strong>l mundo y su gloria". Estos ofrecimientos tenían una condición:<br />

"Todo esto te daré si te postras y me adoras" (siguiendo el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong><br />

Mateo: Mt 4,1-11; cf. Le 4,1-13). A cada tentación, <strong>Jesús</strong> respon<strong>de</strong><br />

citando la Escritura. Contestó a la tentación <strong>de</strong> las piedras y los panes<br />

diciendo: "No sólo <strong>de</strong> pan vive el hombre, sino <strong>de</strong> toda palabra que sale <strong>de</strong><br />

la boca <strong>de</strong> Dios" (citando Dt 8,3). Rechazó la tentación <strong>de</strong> tentar a Dios y<br />

llamar la atención lanzándose <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo más alto <strong>de</strong>l muro <strong>de</strong>l Templo<br />

citando Dt 6,16: "No tentarás al Señor tu Dios". Respecto a la tentación<br />

EL COMIENZO DEL MINISTERIO DE JESÚS<br />

139<br />

<strong>de</strong> convertirse en rey <strong>de</strong>l mundo adorando a Satanás, pudo citar uno <strong>de</strong> los<br />

pasajes mejor conocidos <strong>de</strong> la Biblia: "Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él<br />

le darás culto" (Dt 6,13). Esto forma parte <strong>de</strong>l pasaje llamado en hebreo<br />

Shema, 'escucha', por ser ésa la primera palabra <strong>de</strong>l mandamiento: "Escucha,<br />

Israel, el Señor tu Dios es el único Señor, y amarás al Señor tu Dios<br />

con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas". Este pasaje,<br />

recitado diariamente dos veces por los judíos <strong>de</strong>votos, fue citado más tar<strong>de</strong><br />

por <strong>Jesús</strong> cuando le preguntaron por el mayor <strong>de</strong> los mandamientos.<br />

Dos <strong>de</strong> las respuestas atribuidas a <strong>Jesús</strong> coinci<strong>de</strong>n con aspectos importantes<br />

<strong>de</strong> su trayectoria posterior. En primer lugar, no se <strong>de</strong>cidió a montar<br />

un espectáculo, y se mostraba reacio a "<strong>de</strong>mostrar" quién era por medio <strong>de</strong><br />

"signos". En segundo lugar, se concebía a sí mismo como siervo <strong>de</strong> Dios.<br />

Actuó <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l marco general <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as que sobre Dios e Israel proporcionaba<br />

la Escritura judía, y, <strong>de</strong> acuerdo con ellas, no remitía a sí<br />

mismo, sino a Dios. Es digno <strong>de</strong> notar que, en contestación al tentador,<br />

no habló en primera persona. No dijo: "No es ésa la manera en que yo<br />

hago las cosas", sino más bien, en efecto: "Eso no es según la voluntad <strong>de</strong><br />

Dios tal como se revela en la Escritura".<br />

<strong>La</strong> tentación <strong>de</strong> ser un rey mundano es la más interesante <strong>de</strong> las tres.<br />

Veremos que <strong>Jesús</strong> esperaba con ilusión la llegada <strong>de</strong>l Reino <strong>de</strong> Dios, pero<br />

es difícil <strong>de</strong>cir con exactitud qué clase <strong>de</strong> reino esperaba. Fue ejecutado<br />

como supuesto "rey <strong>de</strong> los judíos", y, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su muerte y resurrección,<br />

sus discípulos lo consi<strong>de</strong>raron el Mesías, el jefe "ungido" <strong>de</strong> Israel. Otros<br />

aspectos <strong>de</strong> su enseñanza y sus actuaciones <strong>de</strong>muestran que, ciertamente,<br />

se consi<strong>de</strong>raba rey en algún sentido. Esta tentación es el comienzo <strong>de</strong> un<br />

tema amplio y rico <strong>de</strong> los evangelios: el Reino <strong>de</strong> Dios vendría, pero no se<br />

basaría en milagros espectaculares ni sería un reino en el sentido ordinario<br />

<strong>de</strong> la palabra. <strong>Jesús</strong> bien pudo tener que luchar consigo mismo a propósito<br />

<strong>de</strong> la clase <strong>de</strong> reino que quería, y el relato <strong>de</strong> esta tentación da forma<br />

gráfica a ese <strong>de</strong>bate interior.<br />

El tema <strong>de</strong>l cambio <strong>de</strong> piedras en pan también tiene ecos en historias<br />

posteriores <strong>de</strong> los evangelios, pues dos veces se dice que <strong>Jesús</strong> multiplicó<br />

panes y peces, y, según Juan, convirtió agua en vino en las bodas <strong>de</strong> Cana.<br />

<strong>La</strong> negativa a convertir una piedra en pan no da comienzo a una serie <strong>de</strong><br />

negativas semejantes. <strong>La</strong> clave pue<strong>de</strong> ser simplemente que <strong>Jesús</strong> estaba<br />

ayunando: el hambre no le llevaba a solicitar <strong>de</strong> Dios favores especiales. A<br />

lo largo <strong>de</strong> los evangelios veremos una tensión entre el hacer milagros y el<br />

no recurrir a ellos como pruebas <strong>de</strong> quién era. En este caso, la negativa no<br />

es a dar a otros un signo, puesto que <strong>Jesús</strong> estaba solo. Parece ser únicamente<br />

un relato sobre su coraje moral y su entrega cuando iniciaba una<br />

vida en la cual no iba a escatimar sus esfuerzos, sino que lo iba a dar todo<br />

por su causa, hasta sir'vida.

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