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El guerrero sonrió al ver la maniobra, pero Tarzán sabía que Numa iba a<br />
contrarrestarla en seguida. Sus fuertes dientes no iban a tardar en aplicarse a la delgada<br />
cuerda y la cortarían en un abrir y cerrar de ojos.<br />
En cuestión de segundos, Tarzán se acercó al negro y desenvainó el largo cuchillo que<br />
llevaba el guerrero. Después le indicó que continuara arrojando flechas al enorme<br />
felino, mientras él intentaba acercarse armado con el cuchillo. Así, mientras uno<br />
hostigaba a la fiera por un lado, el otro se le fue aproximando cautelosamente por el<br />
costado contrario. Numa no podía estar más furibundo. Llenaba el aire de frenéticos<br />
aullidos, rugidos pavorosos y bramidos espeluznantes, al tiempo que, encabritado,<br />
agitaba con ferocidad las patas delanteras en vanos intentos de alcanzar con las zarpas a<br />
uno u otro de los verdugos que lo atormentaban.<br />
Pero, al final, el ágil hombre mono tuvo su oportunidad. Se abalanzó sobre el costado<br />
izquierdo del felino, por detrás de la poderosa paletilla. Un brazo gigantesco se ciñó en<br />
torno a la leonada garganta y la larga hoja de un cuchillo su hundió hasta la<br />
empuñadura, para llegar al corazón salvaje de Numay atravesarlo certeramente. Luego,<br />
Tarzán se irguió y el hombre blanco y el hombre negro se miraron por encima del<br />
cuerpo de la pieza que acababan de cobrar... El hombre negro hizo el signo de la paz y<br />
Tarzán de los Monos correspondió de igual modo.<br />
XV De simio a hombre salvaje<br />
El fragor del combate con Numa atrajo allí a una excitada turba de habitantes de la<br />
aldea e instantes después de la muerte del león, los dos hombres se vieron rodeados por<br />
numerosos guerreros de ébano, ágiles y gesticulantes, que parloteaban<br />
atropelladamente... y que formularon mil preguntas en rápida sucesión, sin dar tiempo a<br />
que se les respondiese ninguna.<br />
Luego se presentaron las mujeres y los niños, curiosos, anhelantes y, al ver a Tarzán,<br />
más inquisitivos que nunca. El nuevo amigo del hombre mono logró finalmente hacerse<br />
oír y cuando hubo concluido su relato, los hombres y mujeres del poblado compitieron<br />
entre sí en el empeño de honrar a aquella extraña criatura que había salvado la vida de<br />
su compañero y luchado a brazo partido con el feroz Numa.<br />
Finalmente, le condujeron a la aldea y le colmaron de regalos: aves de corral, cabras y<br />
alimentos cocinados. Cuando les señaló las armas que llevaban, los guerreros se<br />
apresuraron a ofrecerle venablos, escudos, arcos y flechas. Su reciente amigo le regaló<br />
el cuchillo con el que Tarzán había matado a Numa. No había nada en el poblado que<br />
Tarzán no pudiera obtener con solo pedirlo.<br />
Cuánto más fácil era lograr así las cosas que deseaba, pensó Tarzán, que procurárselas<br />
a través del robo y el asesinato. Qué poco había faltado para que mata-<br />
se a aquel hombre, al que no había visto en la vida y que ahora manifestaba, por todos<br />
los primarios medios que se le ocurrían, su amistad y su afecto hacia el hombre que<br />
pudo ser su verdugo. Tarzán de los Monos se sintió avergonzado. A partir de entonces,<br />
cada vez que tuviera intención de matar a alguien, esperaría antes hasta cerciorarse de si<br />
la víctima merecía o no la muerte.<br />
Por asociación de ideas, en su mente apareció Rokoff. Le gustaría tener al ruso a su<br />
disposición en las profundidades de la selva durante unos minutos. Si existía un hombre<br />
merecedor de la muerte, ese hombre era Rokoff. Y si en aquel momento hubiera podido<br />
ver al ruso, dedicado en cuerpo y alma a la placentera tarea de ganarse el afecto de la<br />
preciosa señorita Strong, aún habría deseado Tarzán con más intensidad aplicar a aquel<br />
desaprensivo la suerte que merecía.<br />
La primera noche que pasó Tarzán con los indígenas estuvo consagrada a una salvaje<br />
orgía en su honor. Se disfrutó de un señor festín porque, como prueba de su destreza, los<br />
cazadores habían llevado un antílope y una cebra. Carne que se regó con litros y litros