Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
El hombre-mono le siguió, saltando de rama en rama, a la espera de un trecho lo<br />
bastante despejado como para permitirle utilizar la cuerda. Mientras acechaba a la<br />
desprevenida víctima, nuevas ideas afluían a la mente de Tarzán, ideas que eran<br />
producto de la depuradora influencia de la civilización y de su crueldad. Se le ocurrió<br />
que el hombre civilizado casi nunca mataba a un ser humano sin tener una excusa para<br />
ello, por leve que fuera. Cierto que él, Tartán, deseaba las armas y los adornos de aquel<br />
guerrero, ¿pero era imprescindible quitarle la vida para obtenerlos?<br />
Cuanto más pensaba en ello, más repugnante se le hacía la idea de arrebatar la<br />
existencia innecesariamente a un semejante. Y mientras le daba vueltas en la cabeza a lo<br />
que procedía hacer, ocurrió que llegaron a un claro de la selva, al fondo del cual se<br />
alzaba una aldea de chozas como colmenas, protegida por una empalizada.<br />
Cuando el guerrero salió de entre los árboles, Tarzán vislumbró fugazmente un cuerpo<br />
de piel rojiza que se abría paso furtivamente a través de la maraña de hierbas de la<br />
selva: era Numa, el león. También iba a la caza del negro. En el mismo instante en que<br />
Tarzán comprendió el peligro en que se encontraba el indígena, su actitud respecto a la<br />
presa cambió radicalmente. Ahora se trataba de un ser humano, como él, amenazado por<br />
un enemigo común.<br />
Numa estaba a punto de lanzarse al ataque. No había tiempo para entretenerse<br />
comparando la conveniencia de recurrir a uno u otro sistema ni para sopesar los<br />
probables resultados de cada uno de ellos. Los acon<br />
tecimientos se dispararon y, casi simultáneamente, sucedieron varias cosas: el león<br />
saltó desde el punto donde se escondía hacia el negro, Tarzán emitió un grito de aviso y<br />
el guerrero volvió la cabeza a tiempo de ver una cuerda de hierba que atravesaba el aire.<br />
El lazo que remataba la cuerda cayó limpiamente alrededor del cuello de Numa,<br />
inmovilizado en mitad de su salto.<br />
El hombre-mono había actuado con tan precipitada rapidez que no tuvo tiempo de<br />
prepararse para resistir el tirón que el enorme peso e impulso de Numa imprimiría a la<br />
cuerda, de modo que aunque ésta detuvo a la fiera antes de que las zarpas se hundieran<br />
en la carne del negro, la sacudida hizo perder el equilibrio a Tarzán, que fue a parar al<br />
suelo, a menos de seis pasos del enfurecido animal. Numa se revolvió como el rayo,<br />
para encarar al nuevo enemigo e, indefenso como se encontraba, Tarzán de los Monos<br />
vio la muerte tan próxima como nunca la había visto hasta entonces. Le salvó el negro.<br />
El guerrero comprendió al instante que debía la vida a aquel extraño hombre blanco y se<br />
dio cuenta también de que sólo un milagro podía evitar que su salvador cayese bajo<br />
aquellos feroces colmillos amarillentos que tan cerca habían estado de clavarse en su<br />
propia carne.<br />
Raudo como el pensamiento, el brazo que empuñaba el venablo se echó hacia atrás,<br />
para luego dispararse hacia adelante con toda la fuerza de los poderosos músculos que<br />
ondulaban bajo la reluciente piel de ébano. El arma cruzó el aire y su certera punta de<br />
hierro atravesó la lustrosa piel de Numa desde la ingle derecha hasta la paletilla<br />
izquierda La bestia soltó un espantoso rugido de furia y dolor, al tiempo que se volvía<br />
para dirigirse hacia el negro. Había dado una docena de pasos<br />
cuando la cuerda de Tarzán volvió a detenerle. Numa<br />
dio otra media vuelta, dispuesto a acabar con el hombre-mono, y un nuevo ramalazo<br />
de dolor le sacudió cuando una flecha con lengüeta se clavó hasta la mitad del asta en su<br />
carne palpitante. Se detuvo el león una vez más y, para entonces, Tarzán ya había<br />
asegurado la cuerda dándole dos vueltas alrededor del tronco de un árbol y anudándola<br />
rápidamente.