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aparte de que era persona extraordinariamente amable. Cuando reanudó su camino, la señorita Strong se quedó pensando en lo encantador que era monsieur Thuran. El día fue transcurriendo cansinamente. La muchacha echaba de menos la sosegada compañía del señor Caldwell; aquel caballero tenía algo que cautivó a la joven desde el primer momento. Su conversación era amena y ella bebía sus palabras, embobada, cuando le hablaba de los lugares que había visto, de las gentes y de sus costumbres, de los animales salvajes... Tenía un estilo divertidísimo de hacer sorprendentes comparaciones entre las fieras y los hombres civilizados. Lo que revelaba en él un amplio conocimiento de los animales y una aguda y un tanto cínica apreciación de los hombres. Por la tarde, monsieur Thuran volvió a hacer un alto en su paseo y entabló conversación con la seño- rita Strong, lo que alegró sobremanera a la chica, deseosa de romper la monotonía de la jornada. Pero ya empezaba a preocuparle seriamente la continuada ausencia del señor Caldwell. Sin saber cómo ni por qué empezó a asociarla de forma insistente con el sobresalto que había experimentado la noche anterior cuando aquella cosa oscura pasó frente sus ojos por delante de la portilla y se hundió en el mar. Sacó a colación el asunto en su diálogo con monsieur Thuran. ¿Había visto al señor Caldwell en el curso del día? Pues, no. ¿Por qué? -No estaba en el comedor durante el desayuno, como tiene por costumbre, y tampoco le he visto hoy en todo el día -explicó la joven. Monsieur Thuran no pudo mostrarse más cortés. -La verdad es que no he tenido el gusto de conocer a fondo al señor Caldwell -dijo-. Lo que no es óbice para que me parezca un caballero de cualidades estimables. ¿No es posible que se encuentre indispuesto y se haya quedado en su camarote? No tendría nada de extraño. -No -concedió la muchacha-, no tendría nada de extraño, claro; pero por alguna razón inexplicable me ha asaltado una de esas absurdas intuiciones femeninas que me dice que al señor Caldwell le ha pasado algo. Es una sensación extraña..., como si supiese subconscientemente que no está a bordo. Thuran emitió una risa impregnada de simpatía. -¡Por Dios, mi querida señorita Strong! -exclamó-, ¿en qué otro sitio podría estar? Llevamos un montón de días sin avistar tierra. -Naturalmente, es ridículo por mi parte -reconoció Hazel. Y añadió-: Pero ahora mismo dejo de preocuparme y me dedico a averiguar dónde está el señor Caldwell. Hizo una seña a un camarero que pasaba. «Eso es más dificil de lo que imagina, mi querida joven», pensó monsieur Thuran. Aunque dijo en voz alta: -¡Naturalmente! -Por favor, ¿tendrá la bondad de buscar al señor Caldwell? -pidió Hazel al camarero-. Cuando lo encuentre, dígale que sus amigos están muy preocupados por su larga ausencia. -aprecia usted mucho al señor Caldwell? -se interesó monsieur Thuran. -Me parece una persona estupenda -respondió la joven-. Y a mi madre le ha robado el corazón. Es la clase de hombre que inspira absoluta seguridad..., nadie puede por menos que sentir una confianza ciega y total en el señor Caldwell. Al cabo de un momento regresaba el camarero con la noticia de que el señor Caldwell no se encontraba en su camarote.
-No consigo dar con él, señorita Strong, y -titubeóme han dicho que esta noche no durmió en su litera. Creo que lo mejor que puedo hacer es ir a informar de esto al capitán. -Desde luego -coincidió Hazel-. Le acompañaré a ver al capitán. ¡Es terrible! Sé que le ha sucedido algo espantoso. Mi presentimiento no era ninguna falsa alarma, después de todo. Momentos después, una asustadísima joven y un excitado mozo comparecían ante el capitán. El hombre escuchó en silencio la historia... y una expresión intranquila se reflejó en sus facciones cuando el camarero le aseguró que había buscado al pasajero perdido por todos los lugares de la nave que se esperaba pudiese frecuentar. -¿Está usted segura, señorita Strong, de que anoche vio caer un bulto por la borda? - preguntó a la muchacha. -De eso no hay la más ligera duda -respondió Hazel-. Lo que no puedo afirmar es que fuese un cuerpo humano... no se oyó ningún grito. Es posible que sólo fuese lo que en principio pensé que era, una bolsa de basura. Pero si el señor Caldwell no aparece, si no se le encuentra a bordo, nadie me quitará nunca de la cabeza la idea de que fue su cuerpo lo que vi caer por delante de la portilla de mi camarote. El capitán ordenó un inmediato registro a fondo de la nave, de proa a popa. No debía pasarse por alto ningún rincón ni hendidura. La señorita Strong permaneció en la cabina del oficial, a la espera del resultado de la búsqueda. El capitán le formuló innumerables preguntas, pero la muchacha no pudo explicarle gran cosa acerca del pasajero desaparecido, aparte de lo que había observado de él en el curso de los pocos ratos que pasaron juntos en el transatlántico. Por primera vez, Hazel reparó en lo poco que le había contado el señor Caldwell acerca de su persona y de su vida anterior. Todo lo que sabía de aquel hombre era que había nacido en África y que se había educado en París, escasa información que obtuvo como resultado de la sorpresa que manifestó ante el hecho de que un inglés hablara su propio idioma con tan marcado acento francés. -¿No le habló nunca de ningún enemigo? -quiso saber el capitán. -En ningún momento. -¿Conocía o alternaba con algún otro pasajero? -Sólo se relacionaba conmigo... y eso fue gracias a la circunstancia de nuestro encuentro casual como compañeros de viaje. -Ejem... en su opinión, señorita Strong, ¿era hombre aficionado a beber en exceso? -No creo que bebiera ni una gota... Desde luego, no había estado bebiendo media hora antes de que yo viese caer por la borda aquel cuerpo -declaró la joven-, porque hasta entonces estuvo conmigo en cubierta. -Es muy extraño -opinó el capitán-. No me parecía hombre susceptible de tener desvanecimientos, lipotimias o cosas así. Incluso aunque hubiera sufrido un desmayo o algo semejante, es dificilmente creíble que hubiera caído por la borda mientras se apoyaba en la barandilla..., lo más probable es que se desplomase hacia dentro, sobre la cubierta. Si no está en el buque, señorita Strong, entonces es que lo han arrojado al agua, y el detalle de que no oyese usted ningún grito me hace suponer que estaba muerto antes de abandonar la cubierta del barco... que lo asesinaron. Hazel Strong se estremeció. El primer oficial se presentó una hora después, para informar del resultado de la búsqueda. -El señor Caldwell no se encuentra a bordo, señor. -Me temo que aquí se ha producido algo más grave que un accidente, señor Brently - dijo el capitán-. Quisiera que efectuase un examen personal y minucioso de los efectos del señor Caldwell, con vistas a descubrir algún indicio que nos permita determinar si
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durmió en su litera. Creo que lo mejor que puedo hacer es ir a informar de esto al<br />
capitán.<br />
-Desde luego -coincidió Hazel-. Le acompañaré a ver al capitán. ¡Es terrible! Sé que<br />
le ha sucedido algo espantoso. Mi presentimiento no era ninguna falsa alarma, después<br />
de todo.<br />
Momentos después, una asustadísima joven y un excitado mozo comparecían ante el<br />
capitán. El hombre escuchó en silencio la historia... y una expresión intranquila se<br />
reflejó en sus facciones cuando el camarero le aseguró que había buscado al pasajero<br />
perdido por todos los lugares de la nave que se esperaba pudiese frecuentar.<br />
-¿Está usted segura, señorita Strong, de que anoche vio caer un bulto por la borda? -<br />
preguntó a la muchacha.<br />
-De eso no hay la más ligera duda -respondió Hazel-. Lo que no puedo afirmar es que<br />
fuese un cuerpo humano... no se oyó ningún grito. Es posible que sólo fuese lo que en<br />
principio pensé que era, una bolsa de basura. Pero si el señor Caldwell no aparece, si no<br />
se le encuentra a bordo, nadie me quitará nunca de la cabeza la idea de que fue su<br />
cuerpo lo que vi caer por delante de la portilla de mi camarote.<br />
El capitán ordenó un inmediato registro a fondo de la nave, de proa a popa. No debía<br />
pasarse por alto ningún rincón ni hendidura. La señorita Strong permaneció en la cabina<br />
del oficial, a la espera del resultado de la búsqueda. El capitán le formuló innumerables<br />
preguntas, pero la muchacha no pudo explicarle gran cosa acerca del pasajero<br />
desaparecido, aparte de lo que había observado de él en el curso de los pocos ratos que<br />
pasaron juntos en el transatlántico. Por primera vez, Hazel reparó en lo poco que le<br />
había contado el señor Caldwell acerca de su persona y de su vida anterior. Todo lo que<br />
sabía de aquel hombre era que había nacido en África y que se había educado en París,<br />
escasa información que obtuvo como resultado de la sorpresa que manifestó ante el<br />
hecho de que un inglés hablara su propio idioma con tan marcado acento francés.<br />
-¿No le habló nunca de ningún enemigo? -quiso saber el capitán.<br />
-En ningún momento.<br />
-¿Conocía o alternaba con algún otro pasajero?<br />
-Sólo se relacionaba conmigo... y eso fue gracias a la circunstancia de nuestro<br />
encuentro casual como compañeros de viaje.<br />
-Ejem... en su opinión, señorita Strong, ¿era hombre aficionado a beber en exceso?<br />
-No creo que bebiera ni una gota... Desde luego, no había estado bebiendo media hora<br />
antes de que yo viese caer por la borda aquel cuerpo -declaró la joven-, porque hasta<br />
entonces estuvo conmigo en cubierta.<br />
-Es muy extraño -opinó el capitán-. No me parecía hombre susceptible de tener<br />
desvanecimientos, lipotimias o cosas así. Incluso aunque hubiera sufrido un desmayo o<br />
algo semejante, es dificilmente creíble que hubiera caído por la borda mientras se<br />
apoyaba en la barandilla..., lo más probable es que se desplomase hacia dentro, sobre la<br />
cubierta. Si no está en el buque, señorita Strong, entonces es que lo han arrojado al<br />
agua, y el detalle de que no oyese usted ningún grito me hace suponer que estaba<br />
muerto antes de abandonar la cubierta del barco... que lo asesinaron.<br />
Hazel Strong se estremeció.<br />
El primer oficial se presentó una hora después, para informar del resultado de la<br />
búsqueda.<br />
-El señor Caldwell no se encuentra a bordo, señor.<br />
-Me temo que aquí se ha producido algo más grave que un accidente, señor Brently -<br />
dijo el capitán-. Quisiera que efectuase un examen personal y minucioso de los efectos<br />
del señor Caldwell, con vistas a descubrir algún indicio que nos permita determinar si