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asistiera a la ceremonia, no pienso ir porque no quiero ser testigo de una parodia tan<br />

atroz. Pero Jane Porter es seria y formal como ella sola. Se ha convencido a sí misma de<br />

que hace lo único decoroso que puede hacer y nada en el mundo la impedirá casarse con<br />

lord Greystoke, salvo el propio Greystoke, o la muerte.<br />

-Lo lamento por ella -dijo Tarzán.<br />

-Y yo lo lamento por el hombre del que está enamorada -repuso la muchacha-, porque<br />

él también la quiere. No le conozco, pero si he de hacer caso a lo que me ha contado<br />

Jane, es una persona maravillo<br />

sa. Parece ser que nació en la selva africana y que se crió en una tribu de simios<br />

antropoides. No vio a ninguna persona de raza blanca hasta que desembarcaron y<br />

dejaron abandonados al profesor Porter y su equipo en una playa, justo ante la puerta de<br />

la pequeña cabaña de esehombre. Él los salvó de toda clase de fieras terribles y llevó a<br />

cabo proezas inimaginables. Luego, como remate, se enamoró de Jane y Jane de él,<br />

aunque Jane nunca lo supo con absoluta certeza hasta después de que lord Greystoke y<br />

ella estuvieron prometidos.<br />

-Es de lo más extraordinario -murmuró Tarzán, al tiempo que se devanaba las<br />

meninges en busca de alguna excusa para cambiar de conversación.<br />

Le encantaba oír hablar de Jane a Hazel Strong, pero cuando el protagonista del<br />

diálogo era él se sentía incómodo y violento. Por suerte, no tardó en tener un respiro, ya<br />

que la madre de la muchacha se reunió con ellos y la conversación adoptó un rumbo<br />

general.<br />

Las siguientes jornadas transcurrieron sin acontecimientos dignos de mención. El mar<br />

estaba tranquilo. El cielo, claro. El transatlántico continuaba surcando las aguas, sin<br />

prisa y sin pausa, rumbo al sur. Tarzán pasaba algunos ratos con la señorita Strong y su<br />

madre. Entretenían sus horas sentados en cubierta, leían, charlaban y tomaban<br />

fotografías con la cámara de la señorita Strong. Cuando se ponía el sol, paseaban.<br />

Un día Tarzán encontró a la señorita Strong conversando con un desconocido, un<br />

hombre al que hasta entonces no había visto a bordo. Al acercarse Tarzán a la pareja, el<br />

hombre dedicó una reverencia a la muchacha e hizo ademán de retirarse.<br />

Aguarde un momento, monsieur Thuran -pidió la señorita Strong-, permítame que le<br />

presente al señor Caidwell. Somos compañeros de viaje y debemos conocernos todos.<br />

Ambos hombres se estrecharon la mano. Cuando Tarzán miró a los ojos de monsieur<br />

Thuran le pareció percibir algo extrañamente familiar en su expresión.<br />

-Estoy seguro de que en algún momento del pasado tuve el honor de conocer a<br />

monsieur Thuran -articuló Tarzán-, aunque no logro recordar las circunstancias de ese<br />

encuentro.<br />

Monsieur Thuran no pareció sentirse precisamente a gusto.<br />

-No me es posible aclararle nada, monsieur -contestó-. Tal vez esté usted en lo cierto.<br />

También yo he tenido esa misma sensación al verme frente a un desconocido.<br />

-Monsieur Thuran me estaba explicando algunos secretos de la navegación -manifestó<br />

la señorita Strong.<br />

Tarzán prestó escaso interés a la conversación que siguió... Se esforzaba en recordar<br />

dónde había conocido a monsieur Thuran. Tenía la certeza de que fue en circunstancias<br />

extrañas. Los rayos de sol cayeron de pronto sobre ellos y la muchacha pidió a monsieur<br />

Thuran que le desplazase un poco la tumbona, que se la pusiera a la sombra. Dio la<br />

casualidad de que en aquel momento Tarzán estaba mirando al hombre y observó que<br />

manejaba la tumbona con cierta torpeza: tenía rígida la muñeca izquierda. Aquel detalle<br />

fue suficiente..., una repentina cadena de asociación de ideas hizo lo demás.<br />

Monsieur Thuran llevaba unos minutos intentando encontrar una excusa que le<br />

permitiera retirarse con

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