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todo era oscuridad. Poco a poco, la parte de atrás de la tienda fue separándose del suelo;<br />
la levantaban la cabeza y los hombros de un cuerpo que parecía pura tiniebla perfilada<br />
en la penumbra del segundo plano. Vislumbró más allá el desierto tenuemente<br />
iluminado por el resplandor de las estrellas.<br />
Una sonrisa lúgubre jugueteó en los labios de Tarzán. Al menos, Rokoff se quedaría<br />
con un palmo de narices. ¡Se volvería loco de furia! Y, para Tarzán, aquella muerte<br />
sería mucho más misericordiosa que la que podía esperar a manos del ruso.<br />
La piel de cabra del fondo de la tienda volvió a caer en su sitio y la oscuridad volvió a<br />
espesarse. Fuera aquello lo que fuese ya estaba dentro de la tienda, con él. Sintió que se<br />
arrastraba hasta situarse a su lado. Cerró los ojos, a la espera de la potente zarpa que iba<br />
a destrozarlo. Pero lo que cayó sobre su semblante, vuelto hacia arriba, fue el toque de<br />
una mano suave que tanteaba en la oscuridad. Luego oyó el susurro casi inaudible de<br />
una voz femenina que pronunciaba su nombre.<br />
-Sí, ese soy yo -murmuró Tarzán su respuesta-. Pero, en nombre del cielo, ¿quién es<br />
usted?<br />
-La oled-nail de Sidi Aisa -fue la contestación.<br />
Al tiempo que le hablaba, el hombre mono notó que procedía a soltarle. En una o dos<br />
ocasiones notó el frío acero de un cuchillo que le rozaba la piel. Al cabo de unos<br />
instantes se vio libre.<br />
-¡Vamos! -bisbiseó la muchacha.<br />
Salió a gatas de la tienda, en pos de la joven, por el mismo sitio por donde ella había<br />
entrado. La muchacha continuó arrastrándose por el liso suelo<br />
hasta llegar a unos matorrales. Se detuvo allí, a la espera de que Tarzán llegase junto a<br />
ella. El hombremono la contempló durante unos segundos, antes de decidirse a hablar.<br />
-No logro entenderlo -dijo por fin-. ¿A qué se debe su presencia aquí? ¿Cómo sabía<br />
que estaba prisionero en esa tienda? ¿Cómo es que ha sido precisamente usted quien me<br />
ha salvado?<br />
La joven sonrió.<br />
-Esta noche he recorrido un largo camino -declaró-, y antes de que podamos<br />
considerarnos fuera de peligro hemos de cubrir otro largo trayecto. Venga, se lo contaré<br />
todo mientras caminamos.<br />
Se levantaron los dos al mismo tiempo y emprendieron la caminata a través del<br />
desierto, en dirección a las montañas.<br />
-No estaba seguro de que me fuera posible llegar hasta usted -confesó la muchacha al<br />
final-. El adrea ha salido esta noche de cacería y creo que cuando dejé los caballos me<br />
venteó y empezó a seguirme... Llevaba encima un susto tremendo.<br />
-¡Es una joven muy valiente! -elogió Tartán—. ¿Y se ha arriesgado de esta forma por<br />
un desconocido..., por un extranjero.... por un infiel?<br />
La muchacha se irguió con soberbio gesto.<br />
-Soy hija del jeque Kadur ben Saden -replicó-. No sería digna hija suya si no<br />
arriesgase mi vida para salvar la del hombre que me salvó cuando creía que yo no era<br />
más que una vulgar uled-natl.<br />
-Con todo y con eso -insistió Tarzán-, es una muchacha muy valiente. ¿Pero cómo<br />
supo que me tenían prisionero ahí detrás?<br />
-Achmet din Taieb, primo mío por parte de padre, fue a visitar a unos amigos suyos<br />
que pertenecen a la<br />
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tribu que le capturó. Estaba en el aduar cuando le trajeron a usted. Al llegar a nuestro<br />
pueblo nos habló del gigante francés que All ben Ahmed había hecho prisionero para<br />
entregárselo a otro francés que deseaba matarle. Por la descripción que hizo mi primo