Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
unas palabras con el teniente Gernois. Sin embargo, aunque puso todo su atento interés<br />
en espiarle y seguirle, el hombre mono no logró determinar el alojamiento del árabe,<br />
una dirección que a Tarzán le hubiera gustado sobremanera descubrir.<br />
Desde el episodio en el comedor del hotel de Aumale, Gernois, nunca cordial, se<br />
mantuvo siempre a distancia de Tarzán. En las contadas ocasiones en que ambos<br />
coincidieron en algún punto o reunión, el teniente se mostró francamente hostil.<br />
Para mantener las apariencias del papel que representaba, Tarzán dedicó una cantidad<br />
considerable de su tiempo a la actividad cinegética por las proximidades de Bu Saada.<br />
Se pasaba días enteros en las laderas de los montes, buscando ostensiblemente gacelas.<br />
Pero si alguna vez se encontraba con alguno de esos hermosos animales, lo dejaba<br />
escapar sin molestarse siquiera en sacar el rifle de la funda. El hombre-mono era<br />
incapaz de sacrificar, por simple deporte, a la más inocente, inerme e indefensa de las<br />
criaturas de Dios, por el mero placer de matar.<br />
En realidad, Tarzán nunca había matado «por placer», como tampoco encontró nunca<br />
placer alguno en<br />
el acto de matar. Lo que le encantaba era la alegría del juego limpio de la lucha..., el<br />
éxtasis de la victoria. Y el éxito en la caza practicada para conseguir alimento, la<br />
competencia entre la habilidad y la astucia de uno y la astucia y la habilidad de otro.<br />
Pero salir de una ciudad en la que había alimento de sobra para abatir a tiros a una<br />
preciosa gacela de dulces ojos... ¡Ah, eso resultaba todavía más cruel que asesinar a<br />
sangre fría a un semejante! Tarzán no estaba dispuesto a hacer una cosa así, de forma<br />
que salía a cazar en solitario para que nadie fuese testigo de la impostura que llevaba a<br />
cabo.<br />
Y una vez, debido probablemente a su costumbre de ir solo, a punto estuvo de perder<br />
la vida. Cabalgaba a paso lento por el fondo de un barranco cuando retumbó un disparo<br />
a su espalda, no muy lejos, y un proyectil atravesó el casco con que se cubría la cabeza.<br />
Aunque dio media vuelta instantáneamente y subió al galope hasta lo alto de la colina,<br />
no vio ni rastro de enemigo alguno, como tampoco se tropezó con ningún ser humano<br />
hasta llegar a Bu Saada.<br />
-Sí -monologó mientras recordaba el suceso-, verdaderamente Olga ha tirado veinte<br />
mil francos por la ventana.<br />
Aquella noche el capitán Gerard le había invitado a cenar.<br />
-¿No se dio muy bien la montería? -preguntó el oficial.<br />
-No -respondió Tarzán-, por estos andurriales, las piezas son muy asustadizas y lo<br />
cierto es que tampoco me seduce mucho matar pájaros o antílopes. Creo que me<br />
aventuraré por el sur y probaré a ver si me echo a la cara alguno de esos leones<br />
argelinos suyos.<br />
-¡Estupendo! -exclamó el capitán-. Precisamente mañana nos ponemos en marcha<br />
rumbo a Jilfah. Por lo menos hasta allí gozará de nuestra compañía. Se nos ha ordenado,<br />
al teniente Gernois y a mí, con cien hombres, que patrullemos por la región del sur,<br />
donde los merodeadores están haciendo de las suyas y creando bastantes problemas. Es<br />
posible que tengamos el placer de cazar juntos ese león... ¿Qué me dice?<br />
Tarzán se sintió más que complacido, y no dudó en confesarlo: pero el capitán se<br />
hubiera asombrado lo suyo de conocer el verdadero motivo de la satisfacción del<br />
hombre mono. Gernois estaba sentado frente a Tarzán. A él no pareció alegrarle tanto la<br />
invitación del capitán.<br />
-Comprobará que la caza del león es mucho más emocionante que disparar sobre una<br />
gacela -comentó el capitán Gerard-. Y más peligrosa.