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había asumido una carga de responsabilidad mucho mayor de la que le correspondía,<br />

pero si mintió, tal mentira era disculpable, porque la pronunció en beneficio de una<br />

dama y, por otra parte, mintió como un caballero.<br />

El hombre mono tuvo que permanecer en cama varios días. En su opinión, era<br />

estúpido e innecesario, pero tanto el médico como D'Arnot se tomaron el asunto muy en<br />

serio, hasta el punto de que Tarzán no tuvo más remedio que ceder, para complacerles,<br />

si bien pensar en ello le hacía reír.<br />

-Es ridículo -se quejó a D'Arnot . ¡Estar aquí tumbado por el pinchazo de un alfiler!<br />

Cuando, de niño, Bolganí, el rey de los gorilas, casi me despedazó, ¿tuve una cama tan<br />

estupenda y tan mullida? ¡No! Sólo la húmeda y putrefacta vegetación de la jungla. Me<br />

pasé varias semanas tendido en el suelo, oculto bajo unos arbustos, sin más cuidados<br />

que los de Kaln, mi pobre<br />

f<br />

y fiel Kala, que hacía de enfermera, ahuyentaba a los insectos para que no se cebasen<br />

en mis heridas y mantenía a raya a las fieras depredadoras.<br />

»Cuando le pedía agua, me la llevaba en su boca... Era el único sistema que conocía<br />

para trasladarla. Allí no había gasas esterilizadas ni vendas antisépticas. Lo poco que<br />

había y nada era lo mismo, de forma que, de encontrarse con aquella penuria, nuestro<br />

querido doctor se habría vuelto loco. A pesar de todo, me repuse... Me recuperé para<br />

venir aquí y verme tendido en la cama por culpa de un rasguño al que ningún habitante<br />

de la selva prestaría la menor atención, so pena de que lo tuviese en la punta de la nariz.<br />

Pero el tiempo vuela y, antes de que pudiera darse cuenta, Tarzán se encontró de<br />

nuevo en pie. De Coude había ido a visitarle varias veces y, al enterarse de que el<br />

hombre-mono se perecía por encontrar un empleo, fuese de la naturaleza que fuera, le<br />

prometió hacer cuanto estuviese en su mano para proporcionárselo.<br />

Precisamente el primer día que se le permitió a Tarzán salir a la calle recibió un<br />

recado de De Coude en el que se le rogaba que pasase aquella tarde por el despacho del<br />

conde.<br />

Encontró a De Coude esperándole. El francés le saludó cordialmente y le felicitó por<br />

su recuperación. Desde la mañana en que se enfrentaron en el campo del honor, ninguno<br />

de los dos había vuelto a mencionar el duelo ni el motivo del mismo.<br />

-Me parece que le he encontrado algo idóneo de veras para usted, monsieur Tarzán -<br />

anunció el conde-. Es un cargo de confianza y de gran responsabilidad, cuyo cometido<br />

requiere también valor y per<br />

fectas condiciones físicas. No puedo imaginar hombre más adecuado que usted para<br />

desempeñarlo, monsieur Tarzán. Eso sí, tendrá que viajar. También es muy probable<br />

que gracias a él acceda más adelante a un puesto de mucha mayor importancia...<br />

posiblemente en el servicio diplomático.<br />

»Al principio, durante una breve temporada, actuará como agente especial afecto al<br />

Ministerio de la Guerra. Vamos, le presentaré a su jefe, al caballero a cuyas órdenes<br />

estará usted. Le explicará sus obligaciones mejor de lo que pudiera hacerlo yo. Luego<br />

estará usted en condiciones de juzgar si desea aceptar o no el empleo.<br />

De Coude acompañó a Tarzán al despacho del general Rochere, director del<br />

departamento al que quedaría adscrito Tarzán de aceptar el empleo. Allí lo dejó el<br />

conde, tras explicar al general detallada, entusiasta y brillantemente las numerosas<br />

cualidades que poseía el hombre mono, que le capacitaban perfectamente para las<br />

funciones que precisaba el servicio.<br />

Media hora después, Tarzán salía del despacho del general Rochere con el primer<br />

empleo que iba a desempeñar en su vida. Tenía que volver a la mañana siguiente para<br />

recibir las oportunas instrucciones, aunque el general Rochere ya le había dejado a

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