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apresura usted, llegará a tiempo de soprenderlos juntos en el gabinete de la señora<br />
condesa.<br />
Un amigo<br />
Veinte minutos después de la llamada telefónica de Paulvitch a Tarzán, Rokoff se<br />
ponía en comunicación con la línea privada de Olga. La doncella contestó a través del<br />
aparato situado en el gabinete de la condesa.<br />
-Pero es que madame se ha retirado -respondió la doncella a la solicitud de Rokoff de<br />
hablar con su hermana.<br />
-Este es un recado urgentísimo, que sólo puede escuchar la condesa en persona -<br />
insistió Rokoff-. Dígale que se levante, se ponga algo encima y acuda al teléfono.<br />
Volveré a llamar dentro de cinco minutos.<br />
Colgó el auricular. Instantes después entraba Paulvitch.<br />
-¿Recibió el conde el mensaje? -preguntó Rokoff. -A estas alturas ya debe de estar<br />
camino de su casa -contestó Paulvitch.<br />
-¡Estupendo! Mi señora hermana estará sentadita en su gabinete, vestida todo lo más<br />
con un salto de cama. Y dentro de unos minutos mi fiel Jacques conducirá a monsieur<br />
Tarzán a su presencia, sin anunciarle previamente. Las explicaciones durarán un rato.<br />
Olga tendrá un aspecto adorablemente encantador, con su salto de cama transparente, la<br />
tela se le adherirá al cuerpo y ocultará sus encantos sólo a medias, dejando visibles<br />
buena parte de ellos. Mi hermana estará sorprendida, pero ni mucho menos disgustada.<br />
»Y si por las venas de ese sujeto circula una gota de sangre, dentro de unos quince<br />
minutos el conde De Coude interrumpirá una preciosa escena de amor. Creo que lo<br />
hemos planeado a las mil maravillas, mi querido Alexis. Echemos un trago de ese<br />
incomparable ajenjo del viejo Planeon a la salud de monsieur Tarzán. No hay que<br />
olvidar que el conde De Coude es una de las mejores espadas de París y la primera<br />
pistola de Francia, con una enorme ventaja sobre la segunda.<br />
Cuando Tarzán llegó a la residencia de Olga, Jacques le esperaba en la entrada. -Por<br />
aquí, monsieur -indicó.<br />
Le acompañó por la amplia escalera de mármol. Un momento después abría una<br />
puerta, apartaba una gruesa cortina, se inclinaba obsequiosamente e introducía a Tarzán<br />
en una estancia tenuemente iluminada. Acto seguido, Jacques desapareció.<br />
Al otro lado de aquel saloncito Tarzán vio a Olga sentada ante un escritorio sobre el<br />
que descansaba el teléfono. La mujer tamborileaba con impaciencia sobre la<br />
pulimentada superficie de la mesa. No le había oído entrar.<br />
-Olga -preguntó Tarzán-, ¿qué ocurre?<br />
Sobresaltada, la mujer dejó escapar un leve grito de alarma y volvió la cabeza para<br />
mirarle.<br />
-¡Jean! -exclamó-. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Quién te ha franqueado la entrada?<br />
¿Qué significa esto?<br />
Tarzán se sintió como fulminado por un rayo, pero en seguida empezó a comprender<br />
la verdad. En parte, al menos.<br />
-Entonces, ¿no me mandaste llamar, Olga?<br />
-¿Avisarte para que vinieras a estas horas de la noche? Mon Dieu, Jean! ¿Crees que<br />
me he vuelto completamente loca?<br />
-Franeois me dijo por teléfono que viniese cuanto antes. Que estabas en un apuro y me<br />
necesitabas.<br />
-¿Franeois? ¿Quién es Franeois?<br />
-Dijo que era miembro de tu servidumbre. Al hablarme dio a entender que debía<br />
recordarle como tal.